Capitulo 6

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Todo el sonido del mundo pareció morir en ese momento. No había nada más que un intenso pitido en los oídos de Anairë mientras observaba el cuerpo sin vida de su abuelo, con el cráneo explotado como una fruta madura.

Pudo ver al caballo que el viejo elfo estaba por montar, encabritarse y salir corriendo. También escuchaba como ecos distantes los gritos de su familia, de las personas, y de algo más. El pitido en sus oídos fue en aumento mientras observaba la sangre escurrir del cuerpo, color rojo oscuro, y brillante por las estrellas que se reflejaban en ella.

De repente sintió que se elevaba en los aires y caía con un golpe seco al suelo. El aire se fue de sus pulmones en ese momento y eso la hizo volver a la realidad. Se dio cuenta que su propio caballo la había hecho caer y que ahora el animal corría despavorido fuera del pueblo, también se dio cuenta que su familia se había ido de su lado. Todos menos su abuela quien se encontraba de rodillas gritando histérica al lado del cadáver de su esposo.

Anairë se puso de pie y tomó por los hombros a la mujer.

- ¡ABUELA!- la princesa la sacudía con desesperación pero la señora gritaba y lloraba mientras abrazaba aún más fuerte el cuerpo inerte.

Anairë levantó la mirada y pudo ver a sus padres, lejos, en los límites de la aldea, gritando órdenes a los ciudadanos que corrían apresurados hacia donde ella se encontraba tratando de escapar de algo.

Madres corrían con sus hijos en brazos, otros con sus pertenencias y los que habían podido conseguir un caballo o una mula para montar pasaban a toda velocidad al lado de las personas ignorando los gritos de ayuda de los que habían sido sus vecinos o amigos, algunos atropellando a las personas para poder huir, Anairë incluso pudo ver a un joven abandonar a su familia a su suerte porque no cabían en su caballo.

- ABUELA- volvió a gritar Anairë agarrando con más fuerza a la anciana. Desde su posición pudo ver a su tío, que, junto con otros elfos, se había subido a los techos de las casas y desde allí lanzaban flechas a

...

...

¿Una sombra?

...

...

No
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¿Sombras?
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...
No eran sombras. Eran criaturas monstruosas, parecidas a elfos, pero con piel oscura, probablemente quemada y la mayoría de ellos no tenían rastros de pelo en el cuerpo. Eran seres altos y delgados vestidos con prendas de cuero estilo militar y que portaban armas de largo alcance: arcos, flechas y lanzas.

Fue en ese momento que la princesa pudo ver otros elfos muertos además de su abuelo. Los rugidos ensordecedores de las criaturas llegaron a sus oídos como una gran ola rompiendo contra la costa. Era una mezcla entre grito y rugido. Un sonido que le puso los pelos de punta. En ese instante Anairë reaccionó por completo. Tomo su arcos y flechas y corrió hacia donde estaba su madre. Era obvio que en una situación así la nula puntería de la princesa solo estorbaría.
Por suerte Elentari había adivinado los planes de su hija por lo que ambas se encontraron en el camino, la hermana del rey aún sobre su montura. Anairë le entregó las armas.

- Ayuda en todo lo que puedas a que las personas se alejen de este lugar. - le ordeno Elentari- Nosotros trataremos de retrasar a lo que sea que sean esas cosas.

- Está bien.

La joven comenzó a alejarse cuando...

- ¡Anairë! - el grito de su madre la hizo voltear la cabeza- si algo sucede... ya sabes que hacer.

Eternal LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora