Capitulo 1

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La luz de las estrellas de Varda brillaba alta en el cielo sin nubes. En aquellos días los Elfos andaban, y los ríos fluían, y las estrellas brillaban y las flores nocturnas esparcían una dulce fragancia; y la belleza de Melian era como el mediodía, y la belleza de Lúthien era como el alba en primavera.

En Beleriand, el Rey Thingol en su trono era como los señores de los Maiar, cuyo poder está en reposo, cuya alegría es como un aire que respira cada día, cuyo pensamiento fluye en una onda imperturbada desde las alturas a las profundidades. En Beleriand todavía a veces cabalgaba Oromë el Grande, que pasaba como un viento por las montañas, y el sonido del cuerno descendía desde la luz distante de las estrellas; y los Elfos temían el esplendor del rostro de Oromë, y el estrépito de la carrera de Nahar; pero cuando el eco del Valaróma resonaba en las colmas, sabían que no había criatura maligna que no huyera lejos.

En ese tiempo, Anairë, sobrina de Thingol, disfrutaba de los bosques del reino de Eglador, su hogar. Le gustaba montar a lomos de Tithemben, su caballo, con él iba a las grandes llanuras de Beleriand acompañada de su amigo Beleg Arcofirme. Beleg le enseño el arte del arco y la flecha, algo que Anairë disfrutaba, pero no era muy buena en ello.

- Si sigues así no comeremos hasta que regresemos a Menegroth- dijo Beleg viendo como su amiga fallaba al blanco por quinta vez

- Fi figues afi no fofefemos...- se burló ella algo molesta- Ya lo sé. ¿De acuerdo? Lo intento

- Pues intenta más fuerte.

Anairë suspiro y volvió a apuntar al conejo que, luego de tantas veces que habían fallado el disparo, ya había perdido el miedo y pastaba tranquilamente por el campo.

- ¿Crees que un solo conejo bastara para calmar el hambre que siento? - volvió a burlarse Beleg

Anairë lo miro enojada, apunto...y fallo el tiro

- ¡Oh Vamos! - dijo ella enfadada.

- Ya

Beleg, con el estómago gruñendo por el hambre, apunto al conejo y lo mato en un segundo. Eso asusto a otros animales de la misma especie que empezaron a correr por el campo. Beleg mato dos más antes de volverse hacia su amiga.

Esta estaba teniendo una rabieta digna de una princesa. Había tirado el arco al suelo y gritaba a los cuatro vientos que no era justo que Beleg acertara a los blancos y ella no.

- Con algo de practica podrás acertar.

Ambos se encaminaron a donde se encontraban sus monturas. Anairë encendió el fuego mientras Beleg despellejaba y destripaba la cena. La princesa, no queriendo ver este proceso, se alejó unos pasos y se tumbó en la hierba, contemplando las estrellas de Varda.

- No es justo

Beleg soltó una pequeña risa. Su amiga aun no quería dejar escapar la humillación sufrida hace algunos segundos.

- Estë te dio unas manos bendecidas, mi amiga. - le respondió- deberías concertare en ese don en lugar de aprender sobre armas.

- Mi madre dice que debo aprender.

- La princesa Elentari fue bendecida por Tulkas. - dijo mientras terminaba de destripar el conejo. - Ella sabe usar su don muy bien, pero eso no significa que deba transmitírtelo a ti.

- Hablas como mi padre.

Beleg agarro un palo, inserto el conejo y lo puso al fuego. Anirë se levantó, fue hacia su caballo y saco algunas hierbas que guardaba en el apero. Con esas hierbas la princesa comenzó a hacer un caldo para poder sazonar la carne.

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