15. Clima A Nuestro Favor I

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—Discup... Oh.

En cuanto escucharon la voz se separaron alertadas, en especial Jennie, quien palideció como si hubiera escuchado las voces del Inframundo, en cambio Lisa frunció el ceño con desespero y frustración.

¿Quién podría ser tan imprudente en un momento así?

—Señoritas, disculpen la interrupción —resultó que la misteriosa voz pertenecía a un hombre uniformado, parecía trabajar en el parque— Pero cerraremos en 5 minutos.

—Gracias por avisarnos, estaremos fuera en menos de eso —contestó la menor con una sonrisa cortez, el hombre correspondió y alzó un poco su gorra en señal de despedida, luego se fué.

Cuando quedaron solas de nuevo Lisa suspiró rápidamente y volteó para mirar a su compañera, esta parecía estar saliendo de un gran susto porque su rostro volvía a su tono original a la par que su respiración a su ritmo normal.

—¿Jennie? ¿Estás bien?

—¿Mhm?

—¿Te sientes bien? Estabas pálida hace un segundo.

—¿Lo estaba? —cuando recuperó el conocimiento respiró profundo y la observó, intentando buscar una buena excusa— Es decir, si... Estoy bien.

—¿Ocurrió algo y no me di cuenta?

—No es nada, solo creí que esa era la voz de...

—¿De Jackson? —asintió confusa porque le pareció notar un poco de amargura en la expresión de la pelinegra— Si... Supuse que tu reacción se debía a eso.

—Lisa...

—Vamos, van a cerrar —tomó todas sus cosas y se levantó del suelo, le tendió una mano junto a una suave sonrisa y Jennie no dudó en tomarla, pero sí dudó de la veracidad de esa sonrisa— Te llevaré a casa antes de que nos caiga un diluvio encima.

—Si porfavor, ya todos aquí deben odiarnos por los escandalosos gritos que dimos en los juegos.

—¿Dimos? Disculpa, tú fuiste la única que gritó como una demente en todos. Eres muy ruidosa.

—No soy ruidosa, y claro que no fuí la única que gritó, las dos lo hicimos ¿Cierto?

—Ya te dije que... —antes de que pudiera continuar observó el adorable puchero enojado que ponía, haciendo imposible contradecirla— Ah... Bueno, talvez también grité un poco.

—Lo sé —sonrió triunfante.

—Pero sabes... Ya sé a que última atracción subiremos.

—¿Eh? Pero están por cerrar.

—Nunca dije que sería una atracción del parque —sin agregar algo más sacó de su chaqueta sus llaves a medida que una sonrisa malévola se ensanchaba en su rostro— ¿Lista?

Y si, Jennie palideció nuevamente.

° ° °

—Bueno, ya no te sujetas de mi hasta dejarme sin oxígeno, es un avance —dijo parqueando la moto frente al departamento de la castaña— Aún sigues gritando cada 5 segundos, pero poco a poco irás superando tu miedo.

—Creo que después de subir a todos esos juegos tomé más valor —se quitó el casco deseando que su rostro aún tuviese un color vivo. Si bien ya no se había asustado tanto lo cierto era que aún le aceleraban el corazón las velocidades de ese vehículo del demonio.

—Si, cuando hoy pasé a recogerte aún me exprimías el cuerpo, y ahora nada de eso ¡Muy bien!

Ambas rieron y bajaron de la moto, se quedaron un momento en silencio observándose. La oscuridad de aquella noche era intensa y las pocas farolas les ayudaban a visualizar el rostro de la otra, un ambiente tan tranquilo que se prestaba para no enfocarse en nadie mas que en ellas. A Lisa le pareció un escenario perfecto para capturar algunas fotos de ella, ya que tenía su cabello castaño largo y bien cuidado con leves ondulaciones por toda su extensión, facciones delicadas con un toque sencillo de maquillaje, ropa casual que le contrastaba perfecto y un porte tierno-firme a partes iguales que llenaban cada espacio de su ser, algo que desde que la vió por primera vez no había dejado de admirar. Su belleza destacaba tanto que no importaba cuan simple fuese su atuendo, ella se vería extraordinariamente hermosa y elegante.

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