Capitulo 5 - Rosas

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-¿Y Cho?- Preguntó el mentalista, buscando a su compañero debajo del escritorio.

-No lo vas a encontrar ahí- Le dijo Lisbon, que pasaba con unos papeles entre sus manos -Llegó en la mañana, muy enfermo; no le sentó bien caerse a la piscina en el caso de ayer... lo mande a casa, así que tomará el día libre- Explicó la jefa sin dejar de trabajar.

Para que Lisbon lo mandara a descansar, y que Cho accediera a irse, debía verse muy mal en serio.

El rostro de Patrick vaciló en mostrar preocupación o mantener su habitual actitud sonriente. Y para notar aquello no había que ser un gran observador, porque Grace, Teresa e incluso Rigsby percibieron su dilema mental.

Jane decidió actuar como siempre. Investigó y analizó el caso como en cualquier otro día. Incluso hizo sus cosas imprudentes como de costumbre.

Pero para nadie paso desapercibido su preocupación por Kimball Cho.

Podían notar cómo estaba ansioso. Seguramente esperaba para que el día acabara y poder ir a ver a su compañero.

Los últimos días habían estado más unidos. Seguro y el consultor querría saber si Cho se sentía mejor. Por eso cuando el caso se cerró, Jane se despidió lo más tranquilo que pudo y con su saco en mano salió del edificio.

Tuvo que hacer unas paradas en algunas tiendas, además de llamarle a Lisbon, porque no sabía la dirección de Cho.

Jane seguía preguntándose porque se tomaba tantas molestias por él. Por Kimball Cho.

Y esa pregunta seguía sin responderse porque no tenía el valor a contestarla.

¿Cómo podría? Eran compañeros de trabajo. Podría decir que hasta amigos. Y aún así, aquí estaba afuera de la casa de ese amigo para verificar si estaba mejor.

Aunque, si no tocaba la puerta, nadie le iba a abrir, así que llamó y se quedó esperando a que le atendieran.

La puerta se abrió y dejó ver al asiático con la nariz roja, piel pálida y ojeras. Se veía realmente mal

-...- Quizá sea por el resfrío que aún no procesaba que Patrick estaba ahí frente suyo

-Traje té... y vitaminas...- Mostró el consultor, rompiendo el hielo para ver si lo dejaban pasar.

-Esas son gomitas- Dijo Cho, mientras se le escapaba una risa involuntaria por lo que había comprado Jane. Se hizo a un lado para dejarlo entrar

-Exacto, a todo el mundo le gustan así.- Sonreía el rubio mientras caminaba hacia adentro de la casa -¿Ya comiste? Puedo prepararte algo para que descanses mejor-

-No es necesario-

-¡Si lo es! Tranquilo, puedo preparar comida decente- Le guiño al pelinegro mientras se colaba a la cocina

-Ya que.- Dijo Cho, más feliz que resignado en realidad

El rubio puso a calentar agua para el té. Había comprado uno de rosas. Quizá fue algo inconsciente de eso, pero el hecho de que haya dudado en si llevar las flores o la cajita de té lo hizo sonrojar mientras pagaba. No iba a ninguna cita; además, el té era más útil que unas flores bonitas.


Después de comer, el consultor lo mando a dormir. Aunque el asiático no replicó mucho. Seguramente era así de dócil por lo cansado que estaba.

Jane tomó una silla y se acomodó al lado de Kimball, apreciándolo tan tranquilo, con una expresión relajada que pocas veces se veía en él.

Estuvo divagando en sus pensamientos más o menos una hora. Y en todo ese tiempo, solo pudo llegar a una conclusión.

Le gustaba aquel hombre.

Si, le atraía en sobremanera, pero era más que eso. Sentía una paz a su lado que no podía explicar muy bien; lo que a veces le frustraba, pero dejaba que ese sentimiento se asentara en su pecho por lo bien que se sentía.

Aunque tenía miedo de arruinar algo que ni siquiera sabía que era. ¿Compañerismo? ¿Amistad del trabajo?

Jane respiro hondo, suspiró y se hundió un poco en la silla.

Sus instintos lo acorralaron por un momento y, realmente sin pensar, se había inclinado lo suficiente para un ligero roce de sus labios; tan ligero que nunca creyó haberlo hecho si no fuera por el mismo Cho, que abrió un poco sus ojos.

-A-Ah, tienes migajas aquí- encubriendo su pequeña obra, palmeó ligeramente el rostro del pelinegro, disimulando quitar algo cerca de su boca. -Lamentó despertarte así...-

-Mhm...- Respondió quedito, volviendo a cerrar los ojos y durmiendo de nuevo, sin tener sospechas de lo que él rubio acababa de hacer.

Y para Patrick, esa contestación bajita le pareció peligrosamente adorable, ahora siendo capaz de retener sus impulsos de abalanzarse sobre el pelinegro.


-¿Estas resfriado? ¿Que no tuviste cuidado cuando cuidaste a Cho?- Reclamaba Lisbon por teléfono al consultor

-Si, pero al parecer no lo suficiente... igual les puedo ayudar desde aquí- Decía Jane, recostado en el sillón del enfermo anterior -Cho... ya te dije que no es tu culpa...- Se escuchaba decir del otro lado de la línea -Lisbon, Cho ya va para allá, no te preocupes. Te llamo luego-

-Esta bien...- Colgó la jefa del equipo

-¿Que te dijo?- Ahora preguntaban Grace y Rigsby, que eran los únicos presentes en su área de trabajo común.

-Que se iba a quedar en casa de Cho a descansar, pero él ya viene para acá.-

Grace y Rigsby compartieron miradas cómplices que Lisbon no pudo notar por ahogarse en el papeleo.










Chau

Taza Compartida - KimPat (Kimball x Patrick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora