~ Cuatro ~

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—¿Me veo guapo, Horacio?—pregunta Gustabo mientras daba una vuelta lenta para que viera su nueva vestimenta "casual".

—Te comería la pinga ahora mismo.—bromeó el otro para después reír bajo. Las vestimentas de ambos eran más llamativas que normales pero así eran los gustos de ambos, algo extravagantes y relucientes, sin embargo ese era su "yo" normal, sintiéndose halagados al atraer unas cuantas miradas, que de hecho, era lo más "normal" en sus caminatas casuales por ahí.

—Vamos ya, que tenemos mucho que hacer.—subieron a su automóvil y se marcharon, queriendo encontrar un lugar en donde hubieran muchas personas para platicar con ellas y sacar información de poco a poco, sin querer levantar sospechas.
Después de rondar el centro varias veces fueron a buscar alguna fiesta que se estuviera haciendo en ese momento ya que gracias al alcohol siempre habían muchas personas bocasueltas.

Pasaron entre colonias bastante despacio para sus gustos, pues querían escuchar algo de música, gente entrando o saliendo para indicarles que había una reunión o fiesta.
Finalmente después de una hora de búsqueda la encontraron, y vaya sorpresa que se dieron al darse cuenta que la fiesta estaba en un vecindario de grandes lujos. Ambos no pudieron evitar emocionarse por lo que iban a escuchar, ver o encontrarse en tal grado de fiesta.
Sin saber que se estaban metiendo a la boca del lobo.

El lugar era grande, venía siendo una mansión, que por la ubicación de la vecindad éstas siempre terminaban siendo muy lujosas y con muchas habitaciones y salones donde pasar el rato sin que te llegases a aburrir, pues había cantina, mesas de billar, pista de baile, piscina, dardos, una mesa de ping-pong, karaoke y por supuesto una extensa cantidad de dormitorios donde podías pasártela junto con tu pareja o simplemente durmiendo plácidamente. Era una fiesta colosal y cada vez parecía que llegaban nuevas personas, que más de la mitad no estaban invitados, como el de la cresta y rubio.
Gustabo y Horacio estuvieron juntos desde el momento que pasaron el umbral de la puerta, sin embargo no lograron darse cuenta cuando fue el momento en el que ya contaban con una bebida de dudosa procedencia y contenido en mano, aún así no llegaron a rechazarla pues para poder ambientarse debían beber un poco y estar un tanto mareados.
El que no batalló mucho en encontrar su pequeña esquina fue Horacio, que se permitió mover a su extravagante antojo a la par de la música y la multitud, acompañándolos en algunos pasos de baile y haciendo unos cuantos compañeros instantáneos que compartían la misma euforia y alcohol en sus venas.
En cambio Gustabo fue el que se quedó en la barra gustoso de probar las rarezas que le daban sin costo, cosa que aceptaba sin rechistar ni preguntar. Llegó a platicar con unas cuantas personas que iban y venían a la pista de baile, más sudorosos cada vez y aunque no le brindaban ninguna ayuda sobre encontrar algo de información sobre su investigación sí se llegó a permitir conocerlos sin dejarlos conocerlo a él, y, si estos se ponían insistentes en saber algo de su vida privada, Gustabo les mentía sin pensarlo mucho, viéndose como una persona misteriosa e interesante.

Horacio después de horas de estar bailando se fue a sentar y descansar las piernas que sentía que se le derretirían con tanto esfuerzo. Perdió de vista a su hermano y viceversa pero no le tomó importancia, en cambio lo que sí notó fue una mirada no tan disimulada de alguien en una de las esquinas abandonadas, que lo había notado desde que estaba bailando, sin embargo le logró ignorar por completo por estar pasándosela bien. Ahora que tenía la oportunidad de ver quien era esa persona tenía mayor curiosidad.
Le regresó la mirada y aunque no le llegaba a ver el rostro ni complexión física sí se llegó a percatar de la invitación que le indicaba aquel sujeto sin palabras, quería llevarlo a un lugar más privado: la azotea, tardó un poco en moverse pues no sabía si podía ir sin avisar o tenía que regresar y avisarle a su hermano de dónde iba a estar.

Gustabo no es mi padre para estar avisándole a dónde voy ni con quién estaré.
Pensó Horacio mientras se encaminaba hacia la azotea.

The Law  - Volkacio -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora