Capítulo 14

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— ¿Estás bien?

La dulce voz de Bill le sacó de sus pensamientos, alzó la mirada y la fijó en él sonriendo.

—He vuelto—dijo sin más.

—Lo sé—susurró Bill sonriendo también.

Tom asintió y dio un paso en su dirección. Alargó las manos...y como por arte de magia, cogió la de Bill entre las suyas, quien pegó un suave bote al volver a sentir calor humano desde hacía tanto tiempo. Cogió aire con fuerza, sentía las lágrimas agolpadas en su garganta impidiéndole respirar.

—Te quiero—dijo Tom con firmeza—Sé que en el pasado cometí muchos errores, y espero que puedas perdonarme...

—Te perdono, mi Tom—sollozó Bill.

No se pudo reprimir y sin soltar sus manos, se acercó a Bill y por primera vez le besó en los labios. Fue una sensación muy extraña, los tenía helados pero con el paso de los minutos recuperó su temperatura normal y color.

Cuando se separaron le estudió a la luz de la luna, tenía mucho mejor aspecto. Cuando le vio esa noche estaba muy pálido y demacrado, pero en esos momentos sus mejillas estaban sonrosadas y su pelo se había vuelto sedoso. Sonrió al recordar la de veces que haciendo el amor le tenía sobre su regazo, y Bill se inclinaba y le acariciaba el pecho con su pelo, provocándole miles de escalofríos que le recorrían por dentro...

Como ese que estaba sintiendo en esos momentos...se estremeció y cerró los ojos suspirando.

—Ahora que he vuelto, jamás me iré de tu lado—dijo con firmeza.

— ¿Con quién hablas, Tom?

Abrió los ojos de golpe y se volvió. A su espalda estaba Gordon mirándole con la preocupación reflejada en sus ojos.

— ¿Tom?—llamó Gordon de nuevo.

Sacudió la cabeza como si saliera de un sueño y volvió la mirada al frente, no hallando nada. Bill no estaba, pero aún sentía su mano entre las suyas, en sus labios la frialdad que los de Bill dejó cuando fueron besados...

— ¿Estás bien?—insistió Gordon.

—Lo estoy—murmuró Tom carraspeando.

Cerró los ojos y los volvió a abrir al cabo de unos segundos, pero Bill había desaparecido por completo. Se volvió suspirando y miró a su padrastro. Empezaba a pensar que lo había soñado, que se quedó tocado tras leer toda esa historia de un tal Tom que enamoró perdidamente de un chico que nada más verlo le robó la respiración.

Pero ese era Tom Kaulitz, y estaba muerto. Él era Tom Trümper y...y se sentía fatal en esos momentos. Echaba algo de menos y no sabía explicar el qué.

—Nos tenías preocupados a tu madre y a mí—explicó Gordon—Regresamos a casa y estaban las luces apagadas, tenías el móvil sobre la cama y no sabíamos donde buscarte. Entré aquí por casualidad y te escuché hablando solo.

—No estaba...—empezó a decir Tom.

Iba a decir que no estaba solo, pero...era la verdad. Si el tal Bill existía, era un fantasma en esos momentos al que nadie más que él podía ver o tocar.

—Estoy cansado—susurró Tom suspirando.

—Es tarde, vayamos a acostarnos—dijo Gordon asintiendo.

Dejó que pasara primero y tras echar un vistazo a la habitación donde estaban le siguió escaleras abajo. Una vez en la casa de al lado, Tom tuvo que soportar la regañina que su madre le soltó, eran casi las 12 de la noche y debía estar ya acostado en su cama, no yendo a una casa encantada.

—Dime que no estabas con una chica—dijo Simone cruzándose de brazos.

— ¡Mamá!—resopló Tom.

—Pues entonces prométeme que no volverás a esa casa—insistió Simone.


— ¿Por el fantasma?—preguntó alzando una ceja Tom.

—Por ejemplo, y además de eso esta muy sucia y solo sirve de picadero—dijo Simone arrugando la nariz—A saber qué de cosas hay tiradas por el suelo, podrías cogerte una infección o...

—No exageres—replicó Tom—No soy un niño al que tengas que mantener en una burbuja.

—Eres incorregible—resopló esa vez Simone—No sé cuando sentarás la cabeza, a lo mejor cuando encuentres una bonita chica con la que casarte y formar tu propia familia.

—No me casaré obligado—estalló de repente Tom—Otra vez, no...

Fue decir las palabras y callarse de golpe mirando a su asustada madre. ¿De qué demonios estaba hablando?

—Carol...—susurró tragando con esfuerzo.

Cerró los ojos y se concentró en sus recuerdos, veía a una chica muy guapa gozando con él en la cama mientras que en el piso superior Bill lloraba entre las sábanas, preguntándose si alguna vez le amaría tanto como lo hacía él.

— ¡Que cabrón!—se le escapó.

Simone miró a su hijo sin saber de qué hablaba. Separó los labios dispuesta a decir algo, pero su marido levantó una mano y negó con la cabeza.

—Tom, estás cansado—dijo sonriendo con esfuerzo.

—Si, me voy a la cama—murmuró Tom asintiendo.

Pasó al lado de su madre y se dirigió a su habitación, dejándolos hablando en la cocina.

—Está muy raro—dijo Gordon yendo directo al grano.

— ¿Qué le puede haber pasado?—preguntó en voz baja Simone—Sé que estaba dolido por lo de la mudanza, pero parecía estar llevándolo bien.

—No te preocupes, averiguaré que le pasa—dijo Gordon con firmeza.

Besó a su mujer en la mejilla y fue tras su hijastro, al que encontró recogiendo unas hojas que tenía sobre la cama. Ya las había visto cuando fueron a ver si estaba ya en la cama, era el trabajo que le había encargado. Había imprimido todo lo que había encontrado sobre la historia de la casa de al lado, aunque él no había sacado nada en claro.

— ¿Querías algo?—preguntó Tom de repente.

Se había girado y pillado a su padrastro mirándole fijamente con la frente arrugada.

— ¿Encontraste algo de lo que te encargué?—preguntó Gordon carraspeando.

—No—contestó con firmeza Tom.

— ¿No?—repitió Gordon alzando una ceja.

—No hay nada sobre la muerte del tal Tom en Internet—explicó Tom.

— ¿Y no dicen nada del fantasma?—insistió Gordon.

—Nada—repitió Tom arrugando la frente.

Estaba cansado de tanto interrogatorio, solo quería irse a la cama. Estaba empezando a sentirse algo mareado, solo quería cerrar los ojos...y volver a ver a Bill aunque fuera un simple sueño...

El amor nunca muere (Psicofonía de amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora