Capítulo 10

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Meses después Bill se fue aclimatando a ese ritmo de vida que Tom le había impuesto. Disfrutaba de cada momento que compartía con Tom en los escasos días que pasaba en casa de sus padres, y luego se pasaba el resto del tiempo echándolo de menos.

Cada vez le salían más viajes de negocios y siempre que se despedían le prometía que trataría de pasar más tiempo en casa. Pero...nunca lo hacía...

Podía estar casi un mes entero viajando y luego pasar una semana como mucho en casa de sus padres, con esa mujer a la que llamaba esposa. Y que Bill sabía que le odiaba. No había más que ver la fría mirada que le dirigía cuando se lo cruzaba, como si le quisiera robar algo que solo el pertenecía a ella.

Pues no era así. Tom era suyo, él le vio primero y no pensaba dejárselo a esa arpía. Cada vez que pensaba en ella, en la posibilidad de que se lo arrebatara del todo sentía que la sangre le hervía. Entonces respiraba hondo y sujetaba en sus dedos el colgante que Tom le regalara. De esa manera le sentía más cerca, tener su corazón tan cerca del suyo era un gran alivio en sus largas y solitarias noches...

Faltaba unas horas para que Tom volviera a casa. Nuevamente fue delegado de sus trabajos en el jardín para que se ocupara de que la habitación estuviera limpia y sus ropas bien colgadas. No lo entendía, si al parecer "sobraba" en la casa, ¿por qué nadie le echaba? El jardín podía llevarlo cualquier otro criado y la habitación de Tom podía ser encargada a alguna de las criadas de la casa. No entendía porque siempre que Tom estaba en casa, el señor Kaulitz le ordenaba que dejara lo que estuviera haciendo y atendiera las necesidades de su hijo. No, no lo entendía...Tampoco quería pensar mucho en eso, no fuera que sacara una conclusión equivocada. Se limitó a hacer lo que le habían ordenado y cuando se hizo de noche, Tom y su esposa llegaron de un largo viaje.

Se les veía cansados y Bill ya lo había previsto. Una tina de agua caliente esperaba a Tom en su vestidor y otra en la de Carol. Él ya se encontraba e el piso superior dejándolo todo preparado cuando escuchó la bienvenida que la señora Kaulitz le dio a su hijo y nuera. Esperó unos minutos hasta que sintió que subían por las escaleras, entonces se puso derecho y esbozó una amplia sonrisa cuando Tom apreció ante sus ojos.

Le notaba cambiado, no le miraba y pasó a su lado sin decir nada. Dejó de sonreír y le siguió hasta el vestidor, cerrando la puerta tras ellos.

—Te preparé un baño—explicó sin necesidad.

—Gracias—murmuró Tom algo frío.

"Está cansado"—se dijo Bill para tranquilizarse.

Esperó en silencio mientras que Tom se desnudaba, recogiendo cada una de sus prendas y dejándolas bien colgadas. Sintió como se metía en el agua y suspiraba, solo entonces se volvió.

— ¿Quieres que me vaya?—preguntó mordiéndose el labio.

—Ya es tarde para eso—contestó Tom suspirando de nuevo.

—No...no entiendo—susurró Bill poniéndose tenso.

—Carol sabe lo nuestro—soltó Tom sin más.

No quería ser brusco, pero llevaba todo el maldito viaje buscando la manera más apropiada de decírselo, dándose cuenta de que no la había.

— ¿Cuándo se ha enterado?—preguntó Bill en un susurro.

Buena pregunta...Tom no lo sabía. Todo ocurrió el día anterior a la vuelta a casa de sus padres, estaban cenando en un lujoso restaurante y a su alrededor habían unos niños jugando entre risas. Fijó en ellos la atención y empezó a pensar en lo bonito que sería tener risas infantiles corriendo por la casa. Y así se lo hizo saber a Carol.

El amor nunca muere (Psicofonía de amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora