Capítulo 14

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Nadie sabía que pasaba en la familia Kaulitz, porqué de la noche a la mañana Carol Kaulitz abandonó la casa en mitad de la noche entre gritos y sollozos. Los criados estaban asustados, se habían despertado en medio de la noche escuchando un grito intenso. Todos corrieron a la habitación del hijo de la familia donde esa noche durmió la que aún era su esposa mientras que él permanecía en la que fue la habitación de aquel chico que misteriosamente desapareció.

Hallaron a Carol sollozando en un rincón de la cama, diciendo entre lágrimas que había alguien tumbado a su lado mirándola. Pero no había nadie y por más que ella lo juró nadie la creyó. Quiso marcharse esa misma noche pero Tom no la quiso acompañar. Cuando le fueron a buscar les gritó que él no tenía esposa alguna, que esa ramera abandonara su casa ya que de su corazón no podía expulsarla.

Y así lo hizo Carol, dejó sobre una mesa su anillo de compromiso y juró no volver a poner un pie en esa casa. Cuando le preguntaron el porque, solo dijo que sabía que no era bienvenida en ella y que nunca lo fue.

Los días siguientes trataron de llevar una vida normal, pero por los oscuros pasillos se escuchaban débiles sollozos y gemidos. Nadie sabía de donde venían, y de noche se acentuaban. Empezaron a formarse historias sobre quien podría ser, y el nombre de Bill se empezó a mencionar.

Mientras, Tom vagaba por la casa como si le fuera a encontrar. Iba de habitación en habitación como si siguiera un susurro que él solo podía escuchar. Sus padres no sabían que hacer con él, de noche bebía en exceso y por la mañana no los reconocía. Se recluyó en su habitación diciendo que allí sentía a su alma en paz, como si Bill estuviera a su lado sonriéndole como en los viejos tiempos.

Los meses fueron pasando y Samantha y John Kaulitz vieron como se les iban los criados, nadie quería trabajar en la casa encantada como ya la llamaban. Los pocos que quedaban apenas se atrevían a salir de sus habitaciones cuando caía la noche, decían que veían una fría sombra vagar por la casa.

—Nos vamos, y no hay nada más que hablar—dijo un día John cansado de tanto misterio.

—Es lo mejor para Tom, está enfermo—susurró Samantha—Desde...desde la muerte de ese chico no levanta cabeza ni para de beber. Si no hacemos algo, le vamos a perder.

—Necesita alejarse de esta casa, buscaremos ayuda especializada y volverá a ser el mismo de antes—dijo John no muy convencido.

Se levantó y dejó desayunando a su mujer. Fue a la habitación de su hijo, hallándole tumbado en la cama con la mirada perdida.

—Tom, levántate—ordenó con voz firme—Esta tarde dejamos la casa.

—No—susurró Tom con firmeza.

— ¿No?—repitió John.

—No me iré del lado de Bill—murmuró Tom.

John miró a su hijo con la frente arrugada, ¿de qué estaba hablando?

—Sé que está muerto—explicó Tom como si le hubiera leído el pensamiento—Los criados hablan, sé que murió por mi culpa y ahora su espíritu vaga por la casa y me llama. Solo quiere que cumpla mi promesa...

—Tom, nos vamos y no hay más que hablar—dijo John con firmeza.

Salió dejando solo a su hijo, sabía que lo estaba perdiendo. Jamás debió permitir que tuviera algo con Bill, era un chico que le había comido la cabeza a su hijo y ni muerto podía dejarles en paz.

Habló con los pocos criados que quedaban en la casa y les ordenó recoger lo más imprescindible para partir esa misma tarde. Habló también con su mujer y le explicó la situación. Su hijo se había vuelto loco y había que sacarlo de la casa cuanto antes.

Hicieron llamar a su médico personal, que tras administrar un fuerte sedante a su hijo les explicó que estaban haciendo lo mejor. No había ningún fantasma en la casa que solo viera Tom, todo estaba en su cabeza y lo mejor era alejarse de todo lo que le recordaba a ese chico por el que una vez suspiró...






—Y así lo hicieron—dijo Bill en un lamento—Se llevaron a Tom en contra de su voluntad y yo me quedé en la casa. Una fuerza me retenía en ella y aún lo hace, no puedo abandonarla y solo vago por ella a la espera de que Tom regrese.

— ¿Qué pasó con...con tu Tom?—preguntó Tom.

—No lo sé—contestó Bill suspirando—Mucha gente ha venido a la casa desde que está abandonada, algunos contaban retales de la historia y yo los escuchaba con el corazón encogido. Decían que Tom empeoró y me llamaba a gritos, sus padres no pudieron hacer nada por él y murió un año después. La última frase que dijo fue...

"Espérame"—dijo Tom por él carraspeando.

—Y aún le espero—musitó Bill mirándole—Prometí hacerlo.

—Y yo no olvidarte—susurró Tom suspirando—Y...y no lo he hecho...

Porque era verdad, desde mucho antes de poner un pie en esa casa sentía como si alguien le llamara. Escuchaba una voz en el viento, su nombre dicho en un lamento... y aunque quiso delegar esas voces a lo más hondo de su cerebro, en el fondo sabía que jamás podría.

Incluso había tenido sueños...y ahora ya sabía que poco a poco había ido recordándolo todo. Se había visto a sí mismo tumbado en una cama blanca con las manos sobre el pecho. De sus labios entre abiertos solo salía su frío aliento mientras que sus ojos estaban fijos en algún lugar del techo. Se había visto cogiendo aire por última vez y lo expulsándolo en forma de susurro antes de que su corazón dejara de latir, muriendo de tristeza pensado si su Bill se llegó a sentir así...

El amor nunca muere (Psicofonía de amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora