CAPÍTULO 4

921 83 5
                                    

"¿Quién Carajos era A?"



MEGAN

Padre, por favor no me dejes.le dije con lágrimas en los ojos. No podía dejar de llorar mientras sujetaba su mano con fuerza.

Mírame, mi niña bonita, la niña de mis ojos. me dijo con una gran sonrisa nostálgica mientras secaba mis lágrimas.Te agradezco por hacer de mis últimos años una verdadera aventura y alegría. Era justo lo que necesitaba para partir feliz. Aunque no seas mi hija biológica, te he querido, te quiero y siempre te querré. Nunca lo olvides, mi niña.

Por favor, no digas eso. Sé que te vas a salvar.le dije suavemente mientras con mi otra mano le limpiaba las lágrimas que brotaban de sus ojos.Haré todo lo que esté en mi poder para que te salves, ¿de acuerdo?afirmé con la cabeza.¿Por qué tarda tanto la ambulancia? exclamé con desesperación.

Quiero que seas feliz y encuentres la verdadera felicidad.me dijo , tratando de consolarme mientras sollozaba. 

Deja de pensar que esta es la última vez que me vas a ver, papá, te vas a salvar y la ambulancia llegará pronto.le dije con determinación, limpiando las lágrimas de mis ojos.Eres fuerte, papá.le dije con la voz entrecortada. 

Te acompañaré siempre y te amo.me dijo mientras sus ojos comenzaban a cerrarse. Pero cuando dijo que me amaba en su último aliento, mi corazón se rompió en mil pedazos.

No me dejes, papá. grité mientras me aferraba a él, llorando sin control.Te amo, papá. No me dejes, por favor. ¡Papá!

―Papá... PAPÁ, ¡no me dejes por favor!―grité desesperadamente mientras trataba de aferrarme a su mano.

―Megan... Megan, despierta...―escuché una voz llamándome desde algún lugar lejano.

―¡PAPÁ! ¡Por favor!―continué llorando, sintiendo como si mi vida dependiera de él.

De repente, sentí que alguien me tocaba y escuché su voz suave y calmada. 

―Megan, tranquila.―dijo Gael, mi medico de cabecilla .

Mientras mi visión se aclaraba poco a poco, sentí una sensación de pesadez en mis ojos y una sensación de cansancio y dolor en todo mi cuerpo. Me di cuenta de que estaba en un hospital, gracias a los pitidos de la máquina y al tubo que estaba conectado a mi nariz para ayudarme a respirar mejor.

Gael, se acercó a mí y me preguntó: 

―¿Cómo te sientes?.

Gael es un médico de 35 años que, a pesar de su edad, sigue siendo muy atractivo. Tiene una cabellera oscura, barba ligera, ojos verdoso oscuro, piel blanca, pestañas y cejas espesas. Lo conocí gracias a mi padre y tenemos una amistad de cinco años. Gael es más que mi médico, es mi mejor amigo y psicólogo. Actualmente está casado y tiene dos preciosas gemelas, las cuales son mis ahijadas.

―¿Qué pensabas? ¿Qué te ibas a librar de mí? Lo siento, pero todavía no es mi hora de partir de este mundo.―le dije mientras trataba de sentarme.

―Debes permanecer acostada.―me dijo mientras trataba de que siguiera acostada.

―Bien sabes que no me gusta estar tanto tiempo acostada o en reposo como tú lo llamas.―le dije mientras me volvía a sentar otra vez.

―Haz lo que quieras, al fin y al cabo eso es lo que has estado haciendo últimamente.

Me ayudó a acomodarme en la cama, poniendo otra almohada detrás de mi espalda. Parecía estar enojado, y yo sabía que lo que vendría después no sería agradable.

Contrato sin amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora