CAPÍTULO 32

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"Bir gün bütün yaralarını iyileştireceğim"

AKIN

Megan se desploma en mis brazos, su cuerpo apenas sostenido por mi firmeza. La fragilidad de su figura contrasta con la fuerza que solía emanar de ella. La observo con preocupación mientras la sostengo, sintiendo el peso de su dolor sobre mis hombros.

"Todo en ella es perfecto", pienso, aunque las circunstancias actuales sugieran lo contrario. Su cabello, normalmente radiante, cae desordenado alrededor de su rostro pálido. Sus labios, que solían curvarse en una sonrisa desafiante, ahora están tensos por la angustia. Y sus ojos, generalmente brillantes con determinación, están cerrados, como si quisieran escapar de la cruel realidad que los rodea.

La furia que me consume por dentro se desvanece en ese momento, reemplazada por una profunda sensación de protección. Quiero hacer todo lo posible para calmar su dolor, para levantarla de nuevo y ayudarla a encontrar la fuerza que sé que reside dentro de ella.

Con delicadeza, ajusto su posición en mis brazos, asegurándome de que esté cómoda mientras espero a que recobre el conocimiento. Su rostro, aunque marcado por el sufrimiento, aún irradia una belleza inigualable, una belleza que va más allá de lo físico y se arraiga en la fortaleza de su espíritu.

Megan, incluso en su momento más vulnerable, sigue siendo un faro de coraje y determinación. Y estoy decidido a estar a su lado, para ser su apoyo en estos momentos oscuros y ayudarla a encontrar la luz en medio de la tormenta. Porque, para mí, ella siempre será perfecta en cada aspecto, incluso en sus momentos más difíciles.

Observo su rostro delicado y vulnerable, como una obra de arte que merece ser protegida a toda costa.

«Es tan hermosa», pienso mientras acaricio su mejilla con ternura, sintiendo la suavidad de su piel bajo mis dedos. Sus labios, ahora hinchados por el llanto, me recuerdan la fragilidad de su corazón, y una determinación feroz arde en mi interior para vengar su dolor.

― Tranquila, nena, yo estaré aquí para ti.― susurro con voz suave, depositando un beso reconfortante en su frente.

La cargo en mis brazos con cuidado y la llevo hacia el auto, decidido a encontrar un lugar donde pueda descansar y encontrar un poco de paz. Conduzco hasta un hotel cercano y rápidamente aseguro una habitación.

Después de llevarla hasta la cama con delicadeza, la observo mientras duerme, su rostro ahora tranquilo y sereno. Me deshago de mi saco y corbata, dejándolos a un lado.

― Si supieras lo hermosa que te ves cuando sonríes.― susurro cerca de sus labios, deseando que nunca más tenga que derramar una lágrima.

Vuelvo a besar su frente  y me siento en el sofá cercano, decidido a permanecer a su lado mientras descansa.

Aun recuerdo la primera vez que la Vi, fue como amor a primera vez. Llegando a esa Sala de junta, tan segura de si misma. Disfruté sacándola de quicio, se nota que carece de paciencia.

«Tenemos algo en común, preciosa»

Entre a la compañía de Megan con un solo propósito y salí con dos. Y una de ella es hacer mía a Megan Jones. No descansaré hasta hacerla mía, en cuerpo y alma. Lo que me propongo, lo logro, y Megan Jones no será la excepción. Esa es mi firma, mi palabra. Por eso insistí tanto en ese proyecto. Necesitaba ser parte de esa empresa. Aparte de que es un buen negocio.

― Adrien... No... ¡No me dejes!― Esta delirando, veo lagrimas caer al costado de sus hermosos ojos.

Me siento junto a ella en la cama, sostengo su mano con ternura mientras acaricio su cabello, tratando de transmitirle un poco de calma en medio de la tormenta que está atravesando. Es increíble ver cuánto puede soportar, cuánto puede resistir.

Contrato sin amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora