CAPÍTULO 15

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"Qué romántico, señor Williams"


ADRIEN

La mera idea de tenerla junto a mí durante esos días es como un torbellino de emociones que me embriaga por completo. Sus encantos, su misterio, y esa irresistible aura de diosa que la rodea me tienen fascinado. Cada vez que cierro los ojos, su imagen danza en mi mente, y mi corazón late desenfrenado en cada pensamiento que le dedico.

Esa mujer es una diosa, y por primera vez en mi vida, me eh vuelto loco de una manera indescriptible. Es la primera que ha despertado en mí una pasión tan desenfrenada, llevándome a hacer cosas que jamás habría imaginado por ninguna otra mujer. Y lo más sorprendente es que apenas la conozco.

Dentro de mí, lucha por no dejarme llevar y despojarla de la ropa que lleva puesta, haciéndola mía. "Dios mío", debo concentrarme si no quiero acabar en un accidente por pensar en cosas que atenderé más tarde, justo después de cruzar las puertas de mi suite.

Estaciono frente a mi empresa, sabiendo que esta visita sería breve. Sin molestarme en dejarle las llaves al valet, me dirigí hacia el edificio. Al entrar, los rostros conocidos me saludaban, y yo respondía con un simple gesto de reconocimiento. Indiqué el último piso en el panel del ascensor y en un abrir y cerrar de ojos las puertas se abrieron, revelando el pasillo que conducía a mi planta. Mi secretaria se acercó a mí con su típica coquetería.

― Señor, lo esperan en la sala de reuniones.― dijo con voz seductora.

― Dime algo.― respondí de manera brusca.― ¿En qué parte de "cancela todo" no entendiste?

― Señor, no podíamos cancelar esta reunión, es muy importante para la...― intentó explicar, pero la interrumpí sin darle oportunidad.

― Me importa una mierda.― espeté, interrumpiéndola a su vez.― Lo importante era lo que estaba haciendo antes de que me interrumpieras. Espero que esta sea la última vez que desobedezcas mis órdenes, o me buscaré una secretaria más eficiente, alguien que trabaje más y se preocupe menos por mostrar sus tetas. ¿Entendiste?

― Sí, señor.― respondió ella, bajando la cabeza mientras yo pasaba a su lado.

Me dirigí hacia la sala de reuniones, donde importantes inversores me esperaban. Lo más probable es que tuviera que quedarme después de la reunión para firmar algunos papeles. Mi cabeza empezaba a doler y apenas comenzaba la tarde.

Abordo mi auto con una mezcla de excitación y ansiedad que recorre mi cuerpo, y me adentro en el caótico tráfico de las calles de Nueva York. Mis manos se aferran al volante con firmeza mientras acelero sin preocuparme por los límites de velocidad. La imagen de la hermosa mujer que me espera en casa se graba en mi mente, y solo pensar en ella hace que mi deseo se intensifique hasta niveles incontrolables. Mi entrepierna responde de inmediato, y una erección desafiante se hace presente.

Sin embargo, llevar su imagen presente durante toda la reunión no resultaba en nada más que en una distracción constante. Cada palabra que salía de la boca de mis colegas se desvanecía en el aire mientras mi mente se llenaba de fantasías ardientes. Anhelaba tenerla justo en ese momento y tomarla con fuerza sobre la mesa de la sala de juntas, sin importar las miradas de incredulidad o reprobación. Me importa un carajo, lo que la gente piense. La pasión arde dentro de mí, y la urgencia de poseerla se vuelve incontrolable.

Estaciono el auto en el amplio estacionamiento del lujoso hotel y rápidamente me encamino hacia el imponente edificio. La emoción palpita en mi pecho mientras imagino los próximos tres días que se avecinan, sabiendo que serán absolutamente esenciales para convencerla de que se convierta en mi sumisa.

Contrato sin amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora