CAPÍTULO 10

673 64 6
                                    

 "¿Nueva presa?"

ADRIEN

Decir que estaba feliz se quedaba corto con lo emocionado que me encontraba en ese momento. Después del primer intento fallido, finalmente había logrado besar a la persona que me gustaba y, lo mejor de todo, había sido con su consentimiento.  Ese beso confirmó que también le gustaba como a mí me gustaba ella y que la atracción era mutua. Y lo más emocionante, es que había aceptado tener una cita conmigo. Sentía que esta vez sería diferente y que realmente íbamos a salir juntos. Esta noche le explicaría mi mundo y creía que ella sería la persona indicada para ser mi sumisa. Sé que puede ser un poco difícil debido a su autocontrol, pero estoy seguro de que aprenderá. Además, se nota que no está buscando sentimientos vainilla y eso me gusta aún más.

Después de estacionar el auto, entré a la empresa y saludé cordialmente a mis empleados. Me había ganado el respeto de cada uno de ellos y eso era algo muy importante para mí. Al saludar a mi secretaria, Romina, noté que se estaba insinuando una vez más.

― Buena tardes, Romina.― le dije a mi secretaria apenas me vio y me saludó.

― Buenas tardes, señor Williams.― respondió ella de forma coqueta, ajustando su apretado vestido. 

Desde que Romina se incorporó como mi nueva secretaria a principios de este año, he sido muy consciente de su tendencia a coquetear conmigo en ciertas ocasiones. Si bien debo admitir que es una mujer hermosa, alta y rubia, con curvas voluptuosas, no me atrae de esa manera. Aunque mi secretaria anterior renunció para dedicarse a su familia, respeté su decisión y no tenía intención de contratar a alguien en función de su atractivo físico. La razón por la que todavía tengo a Romina trabajando en mi empresa es porque realiza su trabajo excepcionalmente bien y no quiero perder su valioso aporte en el equipo.

  Le pedí que llamara al abogado porque necesitaba su ayuda con urgencia.

― Señor Williams, el señor Ricardo está en su oficina.― informó mi secretaria.

Al entrar, lo vi sentado en mi silla, con un libro en la mano.

― Amigo, ¿Cómo te va con la cacería?― preguntó levantando la vista del libro antes de volver a sumergirse en él.

― ¿Qué haces aquí?― respondí con una mirada fría.

― ¿Así es como saludas a tu casi hermano? Parece que el temperamento de Jones te está contagiando.― dijo cerrando el libro y colocándolo sobre el escritorio mientras se recostaba en la silla y me miraba divertido.― Respondiendo a tu pregunta, vine a visitarte ya que tú no lo haces.

― Estoy ocupado, no tengo tiempo para visitas.

― O sea, no tienes tiempo para visitarme pero sí para besarte frente a la empresa de ella.― se burló.― Ten cuidado de no quemarte, querido amigo.

Mi mente volvió al beso de hace un momento, recordando cada detalle de aquel momento mágico en que nuestros labios se unieron en una sincronía perfecta. Sus besos eran tan suaves, y su piel parecía de terciopelo, como si estuviéramos en el mismo cielo. Me sumergí en aquel recuerdo por unos segundos hasta que mi amigo interrumpió mis pensamientos.

― Pues no va a ser así.― dije seriamente, metiendo mis manos en los bolsillos.― hoy vamos a salir.

― ¡Bingo! Sabía que podías dominarla. ¿Cómo lo hiciste tan rápido?― preguntó con admiración.

― ¿Por qué no mejor me das la silla? Tengo trabajo que hacer.― respondí, consciente de mis responsabilidades.

Se levantó de su asiento y alzó las manos dramáticamente, mientras yo me acomodaba en la silla.

Contrato sin amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora