El Cazador De Brujas El Pacto Diabólico

Capitulo 19

Valentía, coraje, de tantas maneras se le puede decir a esa fuerza interior que Robbin por un momento dudo tener, pero que en cuestión de segundos apareció en su cuerpo, después que pensara.

-¿Que me está pasando?, ¿que fue ese momento de debilidad?

Inmediatamente se agacho bajo la cabeza y busco la manera de como bajar por aquella entrada secreta que tenía la capilla, trato de ver si había escaleras o si solo era un hueco en aquel suelo, pero eso era imposible ya que la visibilidad era nula.

Alzó la cabeza y miraba hacia todos los lados para tratar de encontrar algo que le sirviera para alumbrar, pero no había nada en aquel sitio, que le permitiera realizar aquella tarea, de repente se acordó que en su bolsillo llevaba unos cerillos y los saco encendió uno, y bajando nuevamente la cabeza introdujo la mano con el cerillo.

Al mirar se dio cuenta que si era una entrada secreta, y al bajar más la mano observo que en el fondo habían todo tipo de signos de brujería iguales que los que vio en aquella casa la vez que combatió con la bruja. Lanzo el cerillo al fondo y calculo la altura que tenía, se dio cuenta que no era tan alto y se lanzó a lo profundo de aquella cámara, al caer resbalo y callo acostado en el piso rápidamente se levantó, y volvió a encender otro cerillo.

Empezó a caminar buscando el tan anhelado exilio del purgatorio y no veía nada igual o que se le pareciera, inmediatamente al fondo observo una caja grande y alargada que se encontraba sobre una mesa, con las las palabras en latín (damn a gun) que en español quiere decir arma maldita, sin pensarlo dos veces se acercó y al abrirla, se dio cuenta que había una espada, desconcertado dijo:

-¿Qué es esto?, tenía entendido que el exilio era un tridente demoniaco o eso era la imagen en aquel papel que se encontraba en pacto diabólico.

Robbin ahora más desconcertado que nunca, empezó a dudar de aquella imagen y no sabía qué hacer si aquella imagen era cierta o este era el verdadero exilio del purgatorio, pensó:

-¿Por qué no estaría cerrada esta caja? esto es demasiado fácil.

Le dio la espalda a la caja y empezó a mirar a su alrededor detenidamente, y muy sigilosamente cada objeto que en este se encontraba, observo que en aquel sitio había una antorcha y la tomo antes de que aquel cerillo se le apagara, y la encendió diciendo:

-Debo encenderla para que así sea más rápido hallar el exilio, antes de que se me terminen los cerillos y no pueda ver en la oscuridad. Un momento, oscuridad, eso es solo se puede ver en la oscuridad.

Rápidamente se dio la vuelta y apagado la antorcha, al quedar en completa oscuridad se dio cuenta que aquella espada no se iluminaba y que incluso no podía verla, tomo otro cerillo y volvió a encender la antorcha.

Desilusionado empezó a buscar por todos los lados de aquella habitación aquel exilio, pero no hallaba nada, después de 10 minutos empezó a desfallecer y pensó en que si era la espada aquel exilio, y que si lo de que aquella arma solo se veía en la oscuridad era una vil mentira.

Volvió donde estaba aquella caja y tomo la espada, caminando lentamente empezó a ver las paredes y encontró una grieta en una de las paredes, al colocar la antorcha se dio cuenta que era superficial, tomo la espada y la insertó en la grieta, y haciendo fuerza movió la espada hacia los lados, al hacer esto se desplomo un pedazo de aquella pared y al mirar no podía creer lo que veía.

Un tridente enterrado en la pared inmediatamente, apago la antorcha, sorprendido, alegre, y presuroso miro. Y aquel tridente brilla fuerte, con una mano lo tomo y exclamó:

-¡El exilio del purgatorio!

Apago la antorcha y se dispuso a salir de aquella cámara secreta, admirado por haber conseguido el exilio.