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El invierno ya había llegado y estaba en la punta de la cúspide, el aire era tan frío que hasta el más sabio se preguntaría si realmente se encontraban en el infierno

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El invierno ya había llegado y estaba en la punta de la cúspide, el aire era tan frío que hasta el más sabio se preguntaría si realmente se encontraban en el infierno.

La bufanda cubría mitad de su cara y eso era una desventaja pero era tan cálida y linda que la moda la tiro por la ventana y salió de su apartamento sin importarle que no la reconocieran en la calle, la tela de la bufanda era muy gruesa y cumplía perfectamente el deber de acurrucar su cuello y parte del pecho, había buscado en todo su cuarto haciendo un desastre masivo que no le dio tiempo de limpiar, estaba completamente segura de que la tenía consigo ya que era de su mamá y estaría realmente feliz por tener una pequeña parte de ella.

El dolor de cabeza seguía atormentándola desde ayer, se había tomado varías pastillas para calmar el agudo dolor pero nada funcionaba, en el mismo día hizo una cita con su doctor de confianza y la agendo para la tarde del día de hoy, tenía extrema curiosidad y a la vez preocupación por saber que tenía. El día que Bakugo se fue descubrió por las malas que era su vecino, fue bastante vergonzoso para ella, era realmente aterrador ya tener un vecino gánster y a la vez que comenzaron conociéndose mal y eso no es todo cada vez que pasaba para llegar al elevador un grito como: "Ojalá no secuestres a nadie hoy" o "Cara redonda ¿me invitas a comer?", salían desde la casa del cenizo haciendo que sus mañanas comiencen con un sonrojo de esos que no se borran hasta olvidar la escena, y no es que se olviden rápidamente, el recuerdo de estar tan cerca del abdomen de un chico y que este sea su vecino la amenaza cada mañana que pasa por el tan encantado pasillo, no sabía cómo le hacía para descubrir que ella pasaba pero sería escalofriante si le dieran una respuesta.

También ya no tenía sus sospechas sobre el cenizo, la vez que lo encontró en el callejón pensaba que venia deambulando y se desmayo cerca del basurero por mala suerte antes de llegar al hospital para que atiendan sus heridas, también saco la extraña idea de que el fuera peligroso ya que la había ayudado a encontrar a su gato un par de veces. 

Su teléfono vibró en el bolsillo de su chaqueta pero lo hizo esperar hasta que llegase a su destino, había tenido varías experiencias por sacar su celular en media calle y ninguna de esas anécdotas terminan en un final feliz. Ya solo faltaban pocos pasos para llegar a la florería no se iba a arriesgar solo por un mensaje que puede llegar de esos que te piden que le compres un plan de servicio o si requieres un internet mas rápido. El clima estaba realmente escalofriante y debía de llegar cuanto antes a guardar sus lindas flores en el invernadero, aunque era pequeño era demasiado cálido y acogedor, perfecto para algunas de sus plantas, algunas debían de tener el máximo cuidado y por eso suelen ser delicadas con respecto al clima, con el tiempo pueden cambiar a otro color que no sea el original o simplemente pueden morir y eso tenia que evitarlo a toda costa. Ante esos pensamientos apresuro mas su paso, le dio el día libre al pobre de Shinso, así que debía de hacer todo por si sola, se demoraría un poco para ser sincera pero era su trabajo y tenia que hacerlo bien.

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