> ocho <

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En la siguiente semana no volvimos a hablar. Tampoco volví a sentarme a tu lado en clases, no porque no quisiera, sino porque una vez lo volví a intentar, pero tu mochila ocupaba el banco y creo que ni siquiera notaste mi presencia porque tenías la cabeza en el banco con los ojos cerrados y los audífonos puestos. 

A la cafetería no habías vuelto, y te ibas antes que nadie. No entendía que pasaba.

Otra semana paso, cuando un jueves, en busca de un libro olvidado en mí salón, te vi salir de la oficina de la consejera escolar. Tenías mala cara, como casi todos los días.

Te regalé una sonrisa de labios cerrados al pasar por tu lado. Salí del aula con mí libro devuelta en mis manos y para mi sorpresa me estabas esperando en el pasillo. Solo me dijiste un simple "hola" y caminamos juntos hasta la salida del edificio.

Después de segundos de silencio en una banca del estacionamiento hablaste. El silencio se rompió cuando a mi celular le llegó un mensaje y la pantalla se iluminó. Te emocionaste por el fondo de pantalla de mí celular cuando me llegó un mensaje, nos gusta la misma banda. Tu también estabas triste por su reciente separación.

Casi que lloras por el tema, si que te gustaba su música. Descubrí cosas nuevas en ese momento, que nunca había notado al observarte. Cada vez que te reías te tapabas la boca con tus manos y tus ojos se volvían más pequeños. Tus ojos color café brillaban de emoción al hablar de cosas que te gustaban.

Nuestra conversación tuvo fin cuando un auto negro y al parecer muy caro, estacionó frente a nosotros y tocó la bocina. Corriste a subirte al vehículo, pero no sin antes despedirte dejando un beso en mí mejilla.

Gracias, JessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora