> cuatro <

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Te sacaste los audífonos y cerraste el libro con fastidio. Notaste que unos pocos te miraban por la presencia de un mayor hablando contigo.

Te pusiste nerviosa, lo noté porque mientras escuchabas al hombre careciente de cabello, jugabas con tu cadena de plata que tenía un bonito colgante.

Guardaste tus cosas de mala gana y saliste de la cafetería, acompañada del hombre, sin haber tocado tu almuerzo.

Volví a prestarle atención a la conversación de mí mesa cuando vi que no regresarías.

Gracias, JessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora