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La última semana de clase no asistí ya que aún me sentía deprimido y sin ganas de hacer nada. La graduación pasó y sinceramente no me arrepiento de no haber estado allí, solo iba a estar en la silla de ruedas viendo a mi Noona divertirse con sus amigos. 

Mi madre y mi Noona intentaron sacarme de la habitación pero no lo lograron, en ocasiones me encerraba a ver las grabaciones de las competencias de baile antes del accidente, aún podía recordar la luz sofocante en mi rostro y los nervios antes de subir al escenario. 

Faltaba 3 días para comenzar mi vida universitaria y yo aún no había salido de mi habitación. 

—Minnie por favor, tienes que salir—suplicó mi mami del otro lado de la puerta.  Era hora de salir, no podía mantener aquí toda mi vida. 

Apagué el computador donde tenía una copia de mis presentaciones y abrí la puerta. 

—Me tenías muy preocupada. 

Se arrodilló frente mío y tomó mi cara entre sus manos para después acariciar mi mejilla. 

—Ya eres un niño grande. 

Paseó sus ojos por mi rostro y el olor tan característico de ella inundó mis fosas nasales. 

—Hijo... Quiero decirte que no importa que no puedas caminar yo te amaré por siempre y me encargaré que seas muy feliz. 

Yo asentí con mis ojitos tristes, noté los de mi mami y ella también había estado llorando. 

Tomé una de sus manos, le di un besito y después le sonríe. 

—Quiero que te veas muy guapos tu primer día de clase, así que quiero que llames a Momo y vayan a comprarse ropa. 

Dijo sacando del bolsillo su tarjeta de crédito. 

—Mami no, yo puedo tomar cualquier ropa de mi closet. 

—No te preocupes hijo, sabes que no nos hace falta el dinero, aparte quiero verte muy bonito y feliz tu primer día en la universidad. 

—¿Entonces ahorita estoy feo? 

Ella río y negó con la cabeza mientras peinada mi cabello. 

—Siempre estas muy bello. 

—Mami, ¿puedo aprovecharme de tu amabilidad esta vez? Es que quiero hacer algo. 

—¿Qué es lo que quieres bebe? 

—Quiero pintarme el cabello. 

✨ 

Los últimos dos días pasaron demasiado rápido sin darme cuenta ya me encontraba en la camioneta con mi lonchera amarilla en mis muslos. 

—Se que no es muy común llevar desayuno pero tienes que alimentarte bien. 

—Está bien mami a mi no me importa, me gusta mucho que me hagas el desayuno. 

En verdad estaba muy feliz, esta vez tenía un estilo completamente distinto a mis años anteriores y eso me gustaba. 

Me sentí bonito después de mucho tiempo. 

—Momo estará contigo 3 días a la semana los otros dos tendrás que ir sólito. 

—No necesito ayuda, yo puedo. 

Ella me sonrió pero notaba que estaba preocupada, la entendía yo también estaba preocupado pero esto era lo que quería y nadie iba a detenerme. 

—Llegamos. 

Mi mami bajó del auto para armar mi silla de ruedas yo esperaba sentado jugando con mis deditos por los nervios. 

Abrí la puerta y ya la silla me esperaba y yo con mucha tranquilidad me senté. Mi mami agarró la mochila y la puso en el respaldo de la silla. 

Vi alrededor y visualicé la escuela, muchos chicos de diferentes edades llegando en sus carros, con atuendos muy bonitos. Ellos eran muy distintos a mi y eso hizo que me preocuparse. Por primera vez tuve miedo de no encajar. 

—Eres un niño muy fuerte, no te preocupes por la apariencia de los demás mi niño. 

Dijo mi mami cerca de mi oido y yo asentí, suspiré tratando de calmar los nervios que se instalaban en mi estómago. 

A lo lejos pude ver a mi Noona esperando en la entrada junto con su madre. 

—¡Noona! 

Alcé mis brazos y los comencé a mover de un lado a otro logrando llamar la atención de las dos mujeres. 

—Hola Minnie. 

Nos saludamos y yo estiré mis brazitos para abrazar a mi Noona mientras mi mami y la suya conversaban. 

—Te vez muy linda. 

Era la verdad, vestía un lindo vestido azul bebé que remarcaba su bonita figura y le favorecía al color de su piel, tenía un leve maquillaje y se veía muy bonita. 

—Gracias Minnie tu también te vez bonito.  Ella apretó mi mejilla derecha y yo reí. 

—Ya~  Hice un mohín con mis labios. 

—Vas a encantar a todos Minnie. 

Era hora y yo me moría de nervios.

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Sillas de RuedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora