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El día siguiente Joaquín no asistió a la escuela y en verdad me preocupé.

—Momo.

Estábamos en clase de baile y aproveché que los maestros nos dieron tiempo para descansar y hablé con ella.

—¿Joaquín esta bien? ¿Por qué no vino a la escuela?

Ella frunció sus labios en signo de molestia y me vio con odio.

—¿Todavía lo preguntas Emilio?

¿Por qué todos están actuando como si estuvieran en mi contra?

—¿Por qué dices eso? no entiendo.

—Nunca entiendes nada.

Dijo con intención de lastimarme pero ya lo sabía.

—Dime que sucede.

—Le rompiste el corazón a Joaquín.

¿Qué? Yo no había dicho algo para hacer sentir mal a Joaquín y de nuevo la confusión se presentó.

—¿Enserio le tienes lástima? No sabía que Lisa y tú fueran así.

Grité un "No" en mi mente pero al parecer mi cuerpo no reaccionó y me causaba frustración.

—Por un momento imaginé que eras diferente.

Estuvo a punto de irse pero la tomé de la mano y por fin reaccioné.

—Eso no es verdad, al principio sí, pero después lo conocí y cambió todo el concepto que tenía de el.

—¿Te gusta Joaquín?

Preguntó de repente y yo no entendía a que venía esa pregunta o el cambio tan radical en la conversación.

—¿A qué viene esa pregunta?

—Solo responde.

—No

Ella chasqueo la lengua y cruzó los brazos

—¿Aún no lo pillas verdad?

Negué.

—Le gustas a Joaquín, Emilio

Sentí un dolor en el estómago y algo atorado en la garganta, ¿entonces era por eso que no quería verme?

—Pero yo nunca le di motivos para eso.

—Serás imbécil... Te explicaré algo, Joaquín jamás tuvo un amor y no sabe lo que es gustar de alguien pero, llegaste tu invitándolo todos los días almorzar, llamándolo bebé y el creyó que sentías lo mismo. Es un alma tan noble y lo demostraba cocinando todos los días para ti, no sabes cuantas veces se lastimó intentandolo.

Entonces recordé las veces que vi pequeñas quemaduras en sus brazos y me imaginé a un pequeño Joaquín intentando alcanzar los utensilios para cocinar.

—Lisa le enseñó a Joaquin un video donde sales diciendo que le tienes lástima.

—Yo en verdad no sabía... No era mi intención...

—Dime algo, ¿al menos lo quieres como amigo?

Yo sin dudar asentí ya que era verdad yo apreciaba mucho a Joaquín y no por su discapacidad si no por lo que él era.

Ella se acercó a su bolso y sacó su celular, comenzó a escribir un mensaje de texto y lo envío. Inmediatamente mi celular sonó anunciando que me había llegado un mensaje.

—Te acabo de enviar la dirección de la casa de Joaquin, si en verdad lo quieres aún que sea como amigo ve y habla con él.

Dicho esto ella se alejo de mi y siguió practicando.

Sillas de RuedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora