18

233 29 11
                                    

Llegó el momento de separarnos de nuestro toque inocente de labios ya que empezaba a faltar el aire. Nos quitamos lentamente mirándonos por unos segundos pero el no esperó y se lanzó a mi pecho.

—Hueles rico.

Me dijo mientras restregaba su naricita en mi y volvía abrazarme. Yo reí con ternura.

Mejoré mi agarre sobre el y lo abracé como si fuera un peluche pero por el movimiento lo obligué a cambiar de posición y ahora yo estaba con mi cara enterrada a su cuello mientras acariciaba mi cabello.

De un momento a otro lo escuché sollozar y me espante. Rápidamente salí de mi escondite y tomé distancia.

—¿Qué pasa? ¿Qué tienes?

El tenía una mano en mi pecho y con otra limpiaba su rostro.

—En momento como estos, deseo aún más volver a caminar.

—A mi no me importa si caminas o no.

Me detuve pero antes de continuar lo cargué al estilo nupcial, me senté en el suelo y el se recostó en mi.

—Me agrada le personas que hay aquí.

Señalé su corazón, la verdad esas palabras las había dicho sin pensar

Se reincorporó y me vio a los ojos.

—¿Puede que haya una posibilidad, no se... ¿De llegar a gustarte?

Cómo las anteriores veces día vi sus ojitos llenos de ilusión y lo pensé muy bien, hasta el momento no sabia que es lo que sentía por el pero lo que estaba seguro es que no quería que abrazara o besara así a nadie mas, lo se.. llámenme egoísta pero lo quería para mi y solo para mi.

—No lo se... ¿Por que no me ayudas a descubrirlo?

El sonrió y sus ojos formaron unas medias lunas y sin que yo se lo pidiera se acercó dejando un pequeño beso en mis labios.

—Eres tan puro e inocente.

Comencé a dejar pequeños besitos en su cuello.

—Mailo no~ me haces cosquillas~.

Escuché su melodiosa risa y mi pecho se llenó de satisfacción.

—Lo único que se es que te quiero.

Le dije mirando a sus ojitos, el se puso rojo pero también respondió.

—Yo igual te quiero Emilio.

Había pasado una semana en la cual yo ya no asistía a la escuela y comencé a trabajar en una cafetería. No había visto a Joaquin desde que nos besamos, solo compartíamos inocentes mensajes de texto y eso bastaba para estar de buen un humor por un rato.

Estaba limpiando las mesas cuando vi entrar a Jackson con otros dos que eran sus amigos. Mi compañera se acercó a pedir su orden y yo tenía que seguir limpiando las mesas.

—¿Pero que tenemos aquí? ¿Terminaste de un limpia mesas Osorio?

Lo ignoré por qué en verdad necesitaba este trabajo y no quería arruinarlo. El no insistió más y lo agradecí.

—¿Que pasó con ese pequeño tuyo Jackson?

—Nada solo paso tiempo con el, no es nada serio.

—Por supuestos, esta en silla de ruedas quien se interesaría en alguien como el. Eso si, el pequeño está muuuy bien.

Como si hubieran soltado al toro del corral me acerqué a la mesa llamando su atención.

—Les prohíbo que vuelvan hablar así de Joaquin si no quieren que les parta la cara.

Estaba muy cabreado y no iba a dejar que le hicieran daño otra vez.

—Probre de ti Jackson que juegues con el porqué yo me encargaré de dejarte peor de como lo hice la última vez.

Dije sin mas por que sabía que si seguía ahí iba a golpearlos y no quiero perder mi trabajo.

Estaba viendo mi teléfono exactamente en la conversación de Emilio esperando una respuesta pero hace mas de 2 horas que no hay señal de el, hice un puchero demostrando mi descontento.

—¿Por qué esa carita?

Preguntó mi Noona mientras escribía en su cuaderno.

—Mailo no me responde.

—De seguro está trabajando Minnie.

—¡Si pero ya salió hace una hora!

Como respuesta escuché como las personas me mandaban a callar por que estábamos en la biblioteca.

—De seguro está ocupado.

Le di la razón ya se que a estado muy ocupado últimamente y no puedo reclamarle por eso.

Estábamos yendo afuera de la escuela y yo aún seguía esperando alguna señal de Mailo.

—Si no dejes de ver ese celular te prometo que lo aviento.

—Eres mala.

Dije con una mirada de pocos amigos.

—Vemos si dices lo mismo en un momento.

No sabía a lo que se refería pero salimos de la escuela y se me hizo un poco raro pero mi corazón empezó a latir como loco cuando vi a Mailo.

Yo me acerqué lo mas rápido que pude y estiré mis bracitos indicando que quería un abrazo. El por supuesto se agachó me abrazo pero yo quería mas, le dije que me cargará y lo hizo.

—Hola bebé, ¿cómo estas?

—Bien, por que ahora estas aquí lo estoy mas.

—Perdón por interrumpir par de tortolos pero yo también estoy aquí.

Noté que tenia intenciones de bajarme y me aferré mas a el.

—No quiero~

—Pequeño te estas resbalando y no puedo cargarte todo el tiempo.

A regañadientes acepté y me dejó en mi silla de ruedas.

—Y pensar que a penas hace unos meses Joaquin no quería estar contigo Emilio.

Mencionó mi Noona, rápidamente llevé mi dedito a mis labios callándola.

—Lo se, salía corriendo siempre que intentaba acercarme a el.

Mis mejillas se tiñeron de rosa carmesí por la pena.

—¿Vas a volver a la escuela?

Lo observe dudoso, yo quería seguir viendo a Mailo todos los días.

—Sabes que ya no estudio aquí, me expulsaron bebe.

Yo hice un mohín con mis labios.

—¿No puedes arreglarlo?

El negó y solté un Oh rindiéndome.

—¿Entonces puedo ir a verte a tu trabajo?

—No creo que sea buena idea, esta algo lejos de aquí y no quiero que te suceda algo.

Crucé mis brazos enojado ya que estaba dispuesto a ir pero el no me dejaba.

—No saques las garras pequeño gatito.

El tomó mis dos manitos y dejó un besito en cada una.

—Te invito un helado para conseguir tu perdón ¿sí?

Yo puse mi carita de pensamientos pero después le di un sí.

Sillas de RuedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora