04

918 103 15
                                    

—¿Viste los espejos? ¡eran gigantes! y también el techo había bastante iluminación. 

Íbamos de regreso a la casa y yo aún estaba encantado con el salón, me hubiera encantado bailar en ese lugar. 

—Era muy hermoso. 

Dijo mi madre riendo un poco al ver mi emoción. 

—Quiero estudiar ahí ¿Puedo? 

Sabía que no le agradaba del todo que vaya tan lejos a la escuela y lo podía ver en su rostro. 

—Está bien cariño pero solo si Momo va también, así le puedo pedir a su mamá que te lleve unos días. 

Yo sonreí y mis ojitos desaparecieron. 

—¡Gracias, eres la mejor! 

—Pero será nuestro secreto cariño, tu padre no se tiene que entrar. 

✨ 

Cuando llegué a casa inmediatamente le marqué a mi Noona y le dije la maravillosa noticia. 

Solo quedaba graduarme y para eso faltaba muy poco 

Salí de mi habitación y me dirigí a la sala con un tapete en mis piernas ya que era hora de mis ejercicios para mantener movilidad en mis piernas y poco a poco respondan. 

—¡Mami ya es hora de mis ejercicios! 

Minutos después apareció ella con su típico delantal y secándose las manos. 

—¿Tan rápido es medio día? 

Yo solo asentí señalando el reojo de pared que efectivamente marcaba el medio día.  Ya estando en el suelo mi mami empezó hacer los ejercicios que mi doctora mandó para que mis piernas mejoren. A veces me cansaba aún que alguien puede pensar que no hago nada pero, estos ejercicios para mí sin agitadores por qué no cuento con la fuerza normal en las piernas. 

—¿No te duele cariño? 

—Estoy bien mami pero, ¿puedo intentar mantenerme de pie? 

—Mi niño sabes que no podemos intentar eso al menos que este tu doctora 

—Por favor, será nuestro secreto—le rogué. 

No muy convencida mi mami aceptó, me sentó en mi silla de ruedas le puso el seguro, se coloco enfrente mío y paso sus brazos debajo de mis axilas. Me levantó y rápidamente puso sus manos en mi cintura formando un abrazo. Prácticamente todo mi peso lo estaba cargando ella. 

—¿Diez segundos, esta bien? 

Yo asentí. 

Mi mami me soltó y se separó  lo suficiente para poder verme. Pude sentir como mis piernas temblaban pero intenté ser fuerte y mantenerme de pie lo mas que pude. 

—Dejalo cariño descansa, no pasa nada yo te atrapo. 

Yo no quería descansar pero mis piernas fallaron y caí, los brazos de mi mami me atraparon pero aún así sentí como todo mi peso se pegaba con la silla. 

—¿Cuantos segundos pude estar de pie?  Pregunté mientras me dejaba sentado en la silla.

—Eso no importa cariño lo hiciste muy bien—limpió el poco sudor de mi frente.

—Por favor dime pero no me mientas. 

—8 segundos y medio. 

Yo me puse triste, no había mejorado, no podía mantenerme de pie mas de 15  segundos. 

La última vez había logrado pasar los 10 segundos y ahora había empeorado pero ¿Por qué? Si me había esforzando tanto estos últimos meses. 

Mis ojos se nublaron  y mi pechito se oprimió ante el sentimiento. 

—Mi vida lo hiciste muy bien, no te pongas triste. 

Una lagrima resbaló por mi mejilla y mis orejas se pusieron un poco rojas, en verdad pensé que estos último dos meses iba a poder mantenerme de pie por lo menos 15 segundos. Me había esforzado demasiado para nada. 

—¿No voy a volver a caminar verdad?  Resbalaron más lágrimas por mis mofletes con tristeza 

—Bebe, la doctora dijo que era muy poco probable que sucediera. 

—Yo tenía la esperanza de mejorar algún día—temblé—Pero soy un humano inservible ¡Y me odio por eso! 

Mi mami hizo el intento de acercarse pero yo retrocedí y me dirigí a mi cuarto cerrando la puerta con seguro. 

Con mucho cuidado me trasladé a mi cama y me quite los zapatos, cuando retiré las calcetas pude ver las cicatrices que se extendían por toda mis piernas. 

Lloré con mas fuerza e intenté callar mi llanto con una mano pero se me era imposible, la vida era horrible... yo era horrible. 

Eso me hacia sentir asqueroso cada día. 

Me acosté en poción fetal, agarré mi mantita que tengo desde bebe y la abrace con fuerza. En ese momento me derrumbé.  Mis sueños se esfumaron después que desperté en el hospital sin poder mover las piernas, una parte de mi lo sabía, sabía que no iba a volver a caminar y eso me destrozó, la otra aun no quería aceptarlo. ¿No estaría mejor que hubiera muerto como mis compañeros? En muchas ocasiones me hubiera gustado que pasara. 

Con ese recuerdo mis lágrimas se fueron secando y caí dormido deseando no volver a despertar.


2/3

Sillas de RuedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora