Capítulo 4

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Siguiendo las instrucciones que le habían dado en el hospital, Tom en persona se encargó de cancelar toda la agenda de Bill en la próxima semana. Necesitaba descansar, que la herida cicatrizara y mientras él podría investigar con más calma sabiendo que estaba en la cama.

La mañana siguiente tras el accidente, aún estaba algo atontado por la medicación que le habían suministrado y no se pudo quejar en condiciones, pero cuando llegó la hora de la comida y se la subió Georg en una bandeja, le bombardeó a preguntas hasta que averiguó quien había sido el culpable de la cancelación de toda su agenda.

Enseguida fue llamado a su habitación...

—¿Cómo te has atrevido?—gritó Bill recostándose en las almohadas.

Tom resopló y cerró la puerta tras él, no quería que media casa fuera testigo de su rabieta. Se acercó y se cruzó de brazos mirándole fijamente a los ojos.

—Tenías hoy una sesión de fotos que he cancelado, a no ser que quisieras salir en este estado, con los ojos hinchados y el pelo alborotado—explicó Tom tratando de no sonreír.

Le vio resoplar y negar con la cabeza. Sabía que era muy coqueto y por nada del mundo dejaría que nadie más le viera en ese estado.

—¿Y qué hay de mañana? Tenía una entrevista programada desde la semana pasada—siguió protestando Bill.

—Te han recetado descanso absoluto, no que te pases el día de un lado a otro—explicó Tom con calma—Además, no te entiendo. Alguien ha tratado de matarte...

—Solo me han querido asustar con una simple serpiente—cortó Bill resoplando.

—No tan simple cuando casi te mata—dijo Tom con firmeza—Te extraje todo el veneno y los de la ambulancia te suministraron el antídoto con rapidez. Si no llego a estar yo, en estos momentos sería tu funeral lo que estarían dando por televisión.

Sentía ser así de cruel, pero era la única manera de hacerle ver lo serio que era el asunto. Le vio separar los labios dispuesto a rechistar de nuevo, pero el inferior comenzó a temblarle sin que pudiera evitarlo y no le quedó más remedio que quedarse callado.

—Escúchame Bill—empezó a decir Tom con más suavidad—Tómate las cosas con calma, déjame que me asegure de que entre tus más allegados y tu equipo de vigilancia no hay ninguna fuga y entonces te levantaré el castigo. Dame 2 días y mientras tú te recuperas yo ato algunos cabos.

Le vio asentir con la cabeza al tiempo que se llevaba una mano a la frente y se la frotaba suspirando. Se ablandó y dando un paso más se sentó en el borde de la cama como la noche anterior.

—Se te ve muy cansado, ¿por qué no comes un poco y luego duermes hasta la hora de la cena?—preguntó Tom señalando la bandeja que Georg dejara sobre la mesilla.

Bill asintió de nuevo en silencio y permitió que Tom le pusiera la bandeja sobre las rodillas. Era un poco de sopa y la tomó con cuidado de no derramársela por encima. Sentía que le temblaban las manos, y no podía hacer nada por remediarlo...

Tom se quedó a su lado y mientras que él comía le iba contestando a las preguntas que él le hacía. No acababa de comprender como era que había llegado tan lejos en la policía siendo tan joven. También tenía mucho interés por los casos que había llevado y la comida se le hizo muy amena escuchando algunas de sus batallitas.

Cuando terminó, aceptó su ayuda para salir de la cama. Se apoyó en él para caminar como la noche anterior, ninguno de los dos molestos porque solo fuera en boxers... Entró en el baño y mientras que él hacía sus necesidades, Tom se encargó de colocarle la cama y abrir una ventana para que la habitación se ventilase.

I would die for youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora