Capítulo 29

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Se movió con rapidez, sacó el móvil e hizo las llamadas necesarias, y 5 minutos después el parking se llenaba de todos los agentes disponibles que enseguida se pusieron a coger huellas y acordonar la plaza en donde estaba aparcado el coche de Gustav, justo al lado del charco de sangre. Además de eso, no dejaban salir a nadie del recinto de la comisaría y se estaban registrando todos los coches.

Pero...nada...Era como si a Bill se le hubiera tragado la tierra, no había rastro de él ni siquiera en las cámaras de vigilancia. Se le veía bajar del coche de Gustav y atender una llamada telefónica, también se veía como le hacía una señal a Gustav para que se le adelantara mientras que él seguía al móvil, pero...se le veía caminar por el parking alrededor del coche y quedarse detrás de una columna que impedía que se viera que pasó a continuación...

Lo único que se veía era entrar a un hombre con una gorra y gafas de sol que levantó las sospechas de Tom. Se le veía acercarse a la columna tras la que estaba Bill y pasados unos minutos se veía un coche saliendo del parking, posiblemente aparcado a unas plazas del de Gustav. Casualmente, la matrícula era falsa cuando la pudieron comprobar y en esos momentos se hallaban con las manos vacías.

—Tom, ¿qué vas a hacer?—preguntó Gustav desesperado.

Llevaba 15 minutos a su lado viendo el avance de las pesquisas, su coche estaba retenido mientras sacaban más huellas si es que había y no pensaba irse hasta que le dieran una respuesta clara.

— ¿Tom?—repitió al ver que le ignoraba.

—Un minuto—murmuró Tom tratando de mantener la calma.

Le costaba pensar con claridad, solo podía pensar que a Bill le iban a hacer algo que jamás se perdonaría. Había algo que se le pasaba por alto, lo presentía. Tenía delante de los ojos la respuesta que buscaba pero no hallaba encontrarla...

Cogió el bolso de Bill y lo vació sobre la mesa de la sala de interrogatorios donde se encontraban. Al momento salieron todas las pertenencias del cantante, que no eran pocas. Tenía un juego de llaves, una agenda, su cartera, un paquete de pañuelos, otro de chicles, una botella de agua...y más objetos personales sin importancia alguna. Resopló pensando que como era posible que llevara tantas cosas para salir a dar un simple paseo por la calle.

—Espera—murmuró levantando una mano— ¿Dónde está su móvil?

—Pues...si no lo encuentran en el parking, se lo habrá llevado Bill—contestó Gustav pensando—No lo sé, ¿por qué?

Pero de nuevo Tom le ignoró y salió de la sala. Gustav echó a correr tras él y entró también sin llamar en el despacho del capitán Ford.

—Perdón por la interrupción, señor—se disculpó Tom sin aliento.

—Dadas las circunstancias...—carraspeó Ford—Deduzco por tu cara que tienes una pista.

— ¿Sabe si ha encontrado el móvil de Bill?—preguntó Tom cruzando los dedos.

—Aún no, pero si está en el parking darán con el—aseguró Ford.

— ¿Por qué es tan importante un maldito móvil?—preguntó Gustav exasperado—Se han llevado a Bill, y si los anónimos son ciertos, ya sabemos qué le va a pasar.

—Le puse un microchip al móvil—explicó Tom muy orgulloso—Fue el día del accidente con las serpientes, Bill dormía bajo los efectos del sedante y le cogí el móvil para ponérselo por si acaso.

Gustav le miró sin entender, al tiempo que el capitán Ford asentía con la cabeza orgulloso del buen agente que era Tom.

—Actívalo—ordenó sin necesidad.

Tom asintió y dando media vuelta le hizo una señal a Gustav para que le siguiera. Fue a su mesa y encendió el ordenador jadeando sin poder evitarlo. El tiempo estaba en su contra, o se daban prisa o llegarían tarde. Solo tenía que pulsar una tecla y el paradero de Bill aparecería en la pantalla.

—Sé que estas no son las circunstancias—empezó a decir Gustav en voz baja—Pero, ¿puedo hacerte una pregunta?

Tom asintió al tiempo que entraba en el programa y tecleaba dando las órdenes necesarias para el microchip que le implantó al móvil se activara.

—Llevas una semana con el caso "cerrado"—dijo Gustav mirando a Tom— ¿Cuándo pensabas quitarle el chip ese?

—Cuando estuviera a salvo—murmuró Tom suspirando.

Era verdad, mientras que estuvieran lejos el uno del otro era la única oportunidad que tenía para saber donde estaba si le sucedía algo a Bill, como acababa de ocurrir hacía minutos antes.

— ¡Le tengo!—gritó Tom sin poder evitarlo—Se está moviendo, irá en aún en el coche y cuando se paré nos dará su localización exacta.


Se levantó y miró a uno de sus compañeros que le miraba esperando una orden suya.

—Dile al capitán que voy tras él—explicó sin necesidad de especificar de que "él" hablaba—Estaré en contacto y pediré refuerzos cuando sepa exactamente donde se lo lleva.

Le vio asentir y abriendo el primer cajón de su escritorio cogió su arma reglamentaria.

—Te acompaño—dijo Gustav firmemente.

Iba a negarse, pero vio la decisión en sus ojos y aún sabiendo que iba contra las normas dejaría que le acompañase.

—Quédate siempre detrás de mi—le ordenó camino del parking—Si te ordeno que te escondas lo haces y punto, nada de preguntas.

—Tranquilo, no quiero terminar como el pobre Georg—murmuró Gustav.

Tom asintió y le señaló el coche que iban a usar. Estaba equipado con un mini ordenador desde el cual seguiría el rastro de Bill. Gustav se sentó a su lado y emprendieron el camino en silencio, roto solo por un ligero bip que salía del ordenador.

Conducía sin saber donde dirigirse, el microchip le indicaba que se dirigían al norte y según el mapa en el que se reflejaba la débil señal de Bill se dirigían a una zona de almacenes abandonados.

— ¿Crees que está en uno de ellos?—preguntó Gustav en voz baja, viéndole asentir en silencio— ¡Pues llama pidiendo refuerzos!

—Quiero estar seguro del todo—explicó Tom—No quiero que vayan allí todos los refuerzos y luego resulte ser una falsa alarma y gire en dirección contraria. No podemos hacer nada que asuste al que se ha llevado a Bill, si ve los coches patrullas se puede asustar y hacer algo imprevisto.

Gustav asintió en silencio, no hacía falta que le dijera nada más...entendía que Bill podía morir si el loco que le había secuestrado se ponía más nervioso de lo que estaba. Aún no habían parado y ese tiempo era el que ellos necesitaban para salvarlo.

—Mira, ha parado—gritó Gustav señalando la pantalla.

Aparcó el coche y escudriñó la pantalla. Era verdad, la señal se había detenido en una de las calles que daban a los almacenes abandonados.

—Le tenemos, llama a los refuerzos—susurró Gustav al borde de un ataque de nervios.

Pero Tom se resistía a hacer esa llamada, tenía mucho miedo de poner a Bill en peligro. En otras circunstancias llamaría sin dudarlo, pero estaba implicado emocionalmente en el caso y no podía pensar con la cabeza, sino con el corazón.

Y Gustav lo sabía...y entendía...

— ¿Podrás tú solo?—preguntó en un murmullo.

Tom asintió en silencio y puso el coche en marcha de nuevo. Se acercó a la zona de los almacenes y tras comprobar en el que se encontraba Bill salió del coche con su arma preparada. No hizo falta que dijera nada, Gustav se quedó dentro del coche con el móvil preparado para llamar a la policía si las cosas se desmadraban.

Pero no hizo falta, cuando Tom entró en el almacén el coche estaba abandonado y había huellas que indicaban que habían cambiado de vehículo, dejando el móvil de Bill en el maletero del abandonado...

—Bill... ¿dónde estás?—susurró Tom asustado.

I would die for youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora