Capítulo 35

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No pudo dormir en toda la noche, tenía miedo de cerrar los ojos y que al abrirlos Bill se hubiera esfumado. En esos momentos dormía plácidamente acomodado en sus brazos, tenía la cara apoyada contra su pecho y sentía sus labios puestos sobre el, acariciándole con su aliento. Le hacía estremecer, pero no se movía para no despertarlo. Solo le abrazaba con más fuerza y agachando la cabeza le besaba en el pelo suspirando.

El caso estaba definitivamente cerrado, no había nada ya que le retuviera a su lado. Nada...solo el amor que se profesaban...

Le escuchó gemir y agudizó el oído, pero nada. Bill estaba soñando y con el calmante que le habían dado no despertaría hasta bien entrado el día. Alzó la mirada y vio amanecer desde la cama. Pensó que ya era hora de levantarse y lo hizo con cuidado de no despertarle. Le dejó bien arropado y entró en el baño para darse una ducha rápida.

Luego se dirigió a la cocina envuelto en una toalla y preparó algo para desayunar. Se quedó pensando qué podía tomar Bill que no le hiciera daño a la garganta, la tendría resentida una semana y pensó que algo de yogurt era lo más apropiado. Lo preparó todo en una bandeja y cogiendo unos analgésicos se dirigió a dormitorio de nuevo.

Dejó todo en la mesilla y descorrió del todo las cortinas. Rodeó la cama y se sentó en el borde con cuidado. Bill dormía boca abajo y mordiéndose los labios para no sonreír metió una mano bajo la sábana y le acarició con suavidad la espalda.

No le asustó, Bill sabía de sobra que se sentía a salvo y se fue despertando poco a poco con sus caricias.

—Buenos días, cariño—susurró Tom inclinándose.

Le besó en el hombro y esperó a que girara la cabeza. Entonces se apoderó de sus labios.

—Mmmm...—gimió Bill frunciendo la frente.

— ¿Te duele?—preguntó Tom señalando su garganta.

Bill asintió y se recostó con su ayuda en la cama. Aceptó el analgésico que le ofreció y se lo tomó con un poco de zumo de naranja.

—Te traje un yogurt—explicó Tom señalándoselo.

Lo cogió resoplando, no tenía ganas de comer nada pero sabía que así no se recuperaría con la rapidez adecuada. Tenía que hacer como siempre, callarse los problemas y seguir adelante como si nada hubiera pasado.

Pero Tom pensaba todo lo contrario, y cuando terminaron de desayunar retiró la bandeja a un lado y abrió el primer cajón de la mesilla, de donde sacó una libreta y un boli.

—Tom...no...—susurró Bill con esfuerzo.

—No debes hablar—le riñó Tom ignorándole—Usa la libreta.

Le vio resoplar y la cogió de sus manos escribiendo 5 palabras claves.

"No quiero hablar de nada"

Le devolvió a Tom la libreta y tiró el boli a un lado, acomodándose en la cama.

—Te hará bien—insistió Tom—No quiero que me cuentes con pelos y señales lo que pasó ayer, solo quiero saber si...

No sabía como preguntárselo sin sonar decepcionado, quería saber si Bill ya sabía algo y se lo calló todas las veces que le preguntó. El caso ya estaba cerrado, ¿por qué insistir en el pasado? ¿Por qué reprochárselo?

—Déjalo, tienes que descansar—murmuró levantándose de la cama.

Cogió algo de ropa y se vistió delante de él sin importarle. Recogió la bandeja y salió del dormitorio, dejándole a solas con sus pensamientos. Tal vez era pronto para que hablara, pero si lo necesitaba estaría a su lado para escucharle.

I would die for youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora