Capítulo 9

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Corrió escaleras abajo con un solo pensamiento: salvar una preciada vida. Llegó al sótano del hotel en donde estaba instalado el gimnasio, se asomó a todas las salas que encontró por el camino, pero Bill no estaba en ninguna de ellas. No había nadie, era como si la gente se hubiera esfumado de repente.

Llegó a la sauna y corrió a abrir la puerta. Tal y como se lo imaginaba, estaba candada por fuera. Limpió el cristal de la pequeña ventana con la manga de su camiseta, viendo con horror como Bill estaba en el suelo tirado.

Gritó en voz alta sin poder evitarlo y sacando su arma reglamentaria apuntó a la cerradura y la hizo saltar por los aires. Entró a toda prisa tosiendo por el vaho acumulado. Se agachó y pasando un brazo por debajo de ese cuerpo inerte le cogió como si no pesara nada, dejando caer esa pequeña toalla con la que Bill había cubierto su desnudez.

Salió con él en sus brazos y se dirigió a las duchas. Le dejó de pie apoyando su cabeza inerte en su hombro y abrió el grifo, ahogando una maldición al salir fría. La graduó y cuando salió a la temperatura adecuada se sentó en el suelo con Bill en su regazo. La cabeza le caía hacia atrás, dejando que el agua le diera directamente en la frente y le espabilara, con una mano le retiraba los mechones de pelo húmedo que se pegaba en esa cara sin vida.

—Vamos, abre los ojos....no me hagas esto—rezaba en voz baja.

Casi gritó al verle arrugar la frente y separar los labios gimiendo por lo bajo.

—¿Tom?—susurró con voz ronca.

—Si, soy yo...estás a salvo—dijo Tom suspirando aliviado.

—¡Tom!

Era la voz de Gustav, le había seguido escaleras abajo cuando le vio pasar como una exhalación por la recepción del hotel. Aún no había llegado a la ducha, pero ya se acercaba. Se fijó en que tenía a Bill desnudo en sus brazos y se movió con rapidez. Se quitó la camiseta que se le pegaba a la piel y la dejó sobre el agitado pecho de Bill que subía y bajaba agitadamente. Le llegaba hasta casi las rodillas, tapando su sexo que él no había podido ni querido evitar verlo.

—Estamos aquí—dijo al escuchar unos pasos.

Gustav llegó a las duchas y se quedó sin habla al verlos. Bill parecía estar muerto en los brazos de Tom, con la cabeza echada hacia atrás respirando agitadamente. Intercambió una asustada con Tom y asintió. Se volvió y cogiendo el móvil hizo las llamadas necesarias.





Al poco el reducido espacio de las duchas se llenó de paramédicos y personal del hotel. Dejó que se llevaran a Bill a una de las salas para que lo examinaran, pasando por alto la malhumorada mirada que le dirigió el director del hotel.

—Se ha vuelto loco, disparando el arma en medio del hotel,

—Lo hice para salvar una vida, y estaba en el maldito sótano. Nadie se ha enterado—replicó Tom pasando por su lado.

Su primordial preocupación era ver el estado de su protegido. Se asomó en la sala en la que le examinaban y le vio sentado en una silla cubierto con un albornoz que llevaba el logo del hotel bordado en el pecho. El pelo le caía por la espalda aún húmedo y entre sus manos apretaba una botella de plástico de agua de la que le faltaba ya la mitad.

—¿Estás en condiciones de hablar?—preguntó entrando del todo.

—No sé que ha podido pasar—contestó Bill mirándole con el miedo reflejado en la cara—Estaba tomando una sauna y de repente empezó a hacer mucho calor. Me levanté para salir y regular el termostato pero habían cerrado la puerta por fuera. Grité pidiendo auxilio, pero nadie me oía....me sentía desfallecer y me dejé caer....

I would die for youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora