Capítulo 7

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No pudo dormir esa noche. Al baño que Bill se dio en la piscina le siguió otro en una amplia bañera que llenó con sales de baño. Y Tom estuvo a su lado...bueno, casi. Tras verle salir de la piscina, Bill le llamó para informarle que le gustaría hablar con él en privado y tras pasarle una toalla para que se secara, le siguió escaleras arriba.

Entraron en su habitación y entonces fue cuando Bill le mostró sus planes. Dejó caer la toalla que se había ajustado a la cintura y sin importarle que Tom estuviera a dos pasos de distancia, se inclinó y despojó del bañador a cuadros que llevaba.

Tom se le quedó mirando con la boca abierta, viendo con qué naturalidad se desnudaba delante de cualquier extraño sin importarle.

—Voy a darme un baño de espuma, pasa—dijo Bill como si nada.

Entró en el baño sin esperar una respuesta negativa por su parte y abrió los grifos del jacuzzi que tenía instalado en su bañera. Se sentó en el borde y cogió un bote de sales de baño, olor frambuesa, echando una buena cantidad. Metió la mano y agitó el agua hasta hacer una buena cantidad de espuma.

Entonces pasó las piernas por encima del borde y se metió en la bañera. Cortó el agua una vez obtuvo la cantidad deseada y accionó las burbujas. Se recostó y cerró los ojos gimiendo por lo bajo, momento que Tom aprovechó para entrar en el baño.

Le había estado espiando sin asomarse mucho por la puerta. Desde donde estaba le veía sentado en el borde de la bañera, con el pelo húmedo colgando por su espalda. Esperó hasta que se hubo metido del todo en la bañera y una vez que cerró los ojos, cogió aire y entró.

—¿Sabes dar masajes?—preguntó Bill de repente.

—¿Cómo?—dijo Tom, tragando con esfuerzo.

—Me he hecho daño al nadar—explicó Bill abriendo los ojos—Aquí, en el hombro derecho.

—Si quieres llamo a alguien—empezó a decir Tom caminando hacia la puerta.

—No es grave, pensé que tú tal vez...como me has cuidado tan bien...—dijo Bill haciendo un puchero.

—Bill, tengo trabajo que hacer—cortó Tom resoplando—Si no me necesitas para nada...

—Dijiste que tenías que estar donde yo estuviera—le recordó Bill sonriendo con picardía—Y ahora me apetece estar desnudo en la bañera.

—No salgas de la habitación sin avisarme—pidió Tom exigiendo.

Salió del baño al tiempo que escuchaba la risa de Bill, le encantaba sacarle de quicio. Se fue a su habitación pero dejó la puerta abierta, Bill no tenía más remedio que pasar por delante si se le ocurría bajar al piso inferior a lo que fuera.

Se sentó en la cama con el portátil en las rodillas y con un ojo en el y otro en la puerta, empezó a estudiar más a fondo los anónimos que Bill había recibido. Los había escaneado y en ese momento los tenía ante sus ojos, ordenados por fecha de llegada.

No encontró nada raro en ellos, estaban hechos con las típicas letras recortadas de revistas y periódicos, y cuando los mandó al laboratorio no hallaron ninguna huella, aparte de las dejadas por David Jost al recibirlos él mismo en la discográfica.

Estuvo trabajando hasta la hora de la cena, extrañado de que Bill no bajara. Se levantó de la cama pensando que a lo mejor se había quedado dormido en la bañera. Maldijo por lo bajo y entró en su habitación como una exhalación, pillándole acompañado...

—Perdón—murmuró saliendo de la habitación como un rayo.

Regresó a la suya y cerró esa vez la puerta. No se esperaba pillarle de esa manera, desnudo sobre la cama mientras que...mientras que Georg le practicaba una felación. Una oleada de celos le recorrió el cuerpo sin que pudiera evitarlo. Ver como alguien tocaba la desnuda piel de Bill, probaba su sabor en sus labios...

I would die for youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora