Cap 1. "Yo no amo a nadie"

3K 215 132
                                    

Por fin, Hunter volvía a casa, pero no iba solo.

Observando cómo se detenía el jet, Amity Blight sintió dos emociones opuestas: alegría de que su 'hermanito' fuera a pasar dos semanas completas con ellos y molestia porque había invitado a una total desconocida, que sería un estorbo durante las vacaciones familiares. A Amity nunca le había gustado conocer extraños, especialmente cuando se trataban de chicas, y al pensar que ahora conocería a una se sintió incómoda.

La vibración de los motores fue disminuyendo hasta convertirse en un agudo zumbido que acabó por desaparecer. Los pasajeros descendieron por la escalerilla y Amity clavó la vista en la entrada dispuesta en la pared de cristal. Cuando resonaron en el túnel los pasos de los primeros pasajeros, Amity bajó la mirada para asegurarse de que su abrigo gris de lana estaba completamente abrochado. Apretó su bolso negro de piel contra su costado izquierdo de un modo que ocultaba parcialmente su pecho y le daba un motivo para cruzar los brazos.

La expectación hizo que se le acelerara el pulso... Hunter. El hermano joven y alocado, la alegría de la casa, volviendo al hogar para hacer de las Navidades lo que las canciones decían que debían ser. No hay nada como el hogar para pasar unas vacaciones. Hunter... cómo le había echado de menos. Amity se mordió el labio y observó a los primeros pasajeros que llegaban: una madre joven llevando un bebé chillón, un ejecutivo con gabardina y maletín, un esquiador barbudo y.... un joven rubio cenizo que bajaba a la par con una morena.

– ¡Hunter! -exclamó, levantando el brazo llena de júbilo.

Hunter alcanzó a verla al mismo tiempo que ella percibía cómo los labios de aquél formaban su nombre. Pero a los dos hermanos les esperaban una rampa con pasamanos de unos diez metros de longitud y lo que parecía la cuarta parte de la población de Boiling Isles dando la bienvenida a los recién llegados.

– Ahí está -volvió a leer Amity en sus labios, a la vez que le observaba abrirse camino hacia el final de la rampa.

Amity apenas reparó en la compañera de su hermano cuando se lanzó hacia sus brazos. Rodeó el cuello de Hunter con los suyos mientras él la levantaba por los aires dando vueltas como un loco. Los hombros de Hunter eran anchos y duros, y su cuello olía a lima. A Amity se le llenaron los ojos de lágrimas mientras él se reía abrazado a ella.

Hunter la dejó en el suelo, bajó la cabeza y sonrió.

– Hola, señorita perfecta -dijo emocionadamente.

– Hola, mocoso -respondió ella también embargada por la emoción.

Luego intentó reír, pero sólo consiguió emitir un sollozo sofocado y volvió a ocultar la cara en el pecho de su hermano, avergonzada repentinamente por la presencia de la desconocida.

– ¿No te lo había dicho? -oyó que decía Hunter con voz divertida.

– Sí, me lo habías dicho -contestó la desconocida con voz risueña.

Amity se echó hacia atrás.

– ¿Qué le has contado?

Hunter la miró con expresión burlona.

– Que eres una tonta sentimental. Fíjate, lágrimas por todas partes, hasta en mi uniforme.

Hunter examinó la solapa de su guerrera, donde había una mancha oscura.

– Oh, lo siento -se lamentó Amity-. Es que estoy tan contenta de verte...

Restregó la mancha de la guerrera mientras su hermano le pasaba un dedo justo debajo de un ojo.

– Lo sentirías más si pudieras ver cómo esas lágrimas hacen resaltar las arrugas que tanto te molestan.

Amity apartó de un manotazo el dedo de Hunter y se frotó los ojos tímidamente.

HAY UNA CANCIÓN ETERNA EN MIS LABIOS -LUMITY ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora