Cap 8. "Solo echa un vistazo a través de mis ojos..."

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"Cuando vuelva, lo haré. Quiero que lo sepas." Las palabras de Luz resonaron en su corazón durante los días siguientes, a la vez que ella continuaba sopesando la posibilidad de operarse. Tuvo una conversación con Raine, la cual le dijo que el momento era perfecto, justo al comenzar las vacaciones de verano, en época de menos tensiones y contacto social... ambas cosas deseables. También se había enterado de que no tendría que pagar nada por la operación, debido al diagnóstico previo, que establecía que el tamaño de sus pechos podría causarle graves trastornos de espalda con el tiempo.

Había recibido un folletín de la doctora que explicaba el procedimiento de la operación. Las molestias que se podían esperar eran mínimas, pero esto era la última preocupación de Amity. Ni tampoco le preocupaba especialmente la idea de renunciar a dar de mamar a sus hijos... no pensaba tener una familia. Pero la posibilidad de perder la sensibilidad de una parte tan especial de ella misma le producía malestar, sobre todo cuando recordaba los labios de Luz y la maravilla de su propia reacción.

Y debía tomar una decisión cuanto antes. Faltaban dos semanas para las vacaciones, y cinco para que Luz volviera. La idea de recibirla con una camisa de verano seductora le dio nuevos ánimos... ¡qué increíble poder elegir el tamaño de senos que prefiriese! La idea la seducía, pero le daba pánico.

Una semana antes de las vacaciones tomó la decisión. Cuando se lo contó a sus padres, el rostro de Odalia registró inmediatamente asombro y desaprobación por partes iguales. El de su padre expresó pena, quizás porque el cuerpo que había legado a su hija no hubiera resultado el adecuado.

Como esperaba Amity, Odalia fue la primera en hablar.

– No comprendo cómo... cómo quieres jugar con el cuerpo que te ha sido dado, como si no fuera suficientemente bueno.

– Porque puede ser mejor, mamá.

– ¡Pero no es necesario, y sería un gasto tremendo!

– ¡Qué no es necesario! ¿Tú piensas que no lo es?

Odalia se ruborizó y frunció los labios levemente.

– Tengo motivos para pensarlo. He vivido con una figura como la tuya toda la vida y me ha ido muy bien.

Amity se preguntó las molestias que ocultaría su madre. De hecho, sabía que sufría de dolores de espalda y hombros.

– ¿De verdad te ha ido tan bien, mamá? -preguntó con voz muy sosegada.

A Odalia se le ocurrió de repente que había algo muy importante que requería atención a sus espaldas y se volvió, sólo para encontrarse con la mirada de su hija.

– Qué pregunta tan ridícula. Las actrices y las mujeres de vida libertina hacen cosas así, no las chicas como tú -volviéndose, añadió-: ¿Qué dirá la gente?

A Amity le dolió que su madre, con su falta de tacto habitual, pudiera elegir un momento como aquél para sacar a relucir su miedo más profundo: las repercusiones que tendría la operación en su vida. Además, a su madre le preocupaba tanto la opinión de los demás que no veía las verdaderas razones de su decisión. Suspirando, Amity se hundió en la silla.

– Mamá, papá, por favor, quiero explicarles...

Y así lo hizo. Retrocedió en el tiempo hasta la edad de catorce años y les relató todos los problemas y desilusiones producidos por culpa de su figura desproporcionada, el pronóstico de Raine Whispers respecto a su futuro. Omitió los detalles sobre sus miedos y complejos sexuales, pero les explicó por qué siempre se ocultaba tras el violín y había decidido trabajar con niños para evitar a los adultos.

HAY UNA CANCIÓN ETERNA EN MIS LABIOS -LUMITY ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora