Cap 6. "¿Cómo decirte no?, si te clavaste hasta en mis huesos..."

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Amity no mencionó el asunto a Luz en ninguna de sus cartas, aunque mantuvieron su correspondencia. Se escribían semanalmente, pero en muchas ocasiones intercambiaban más de dos cartas en siete días. Luz le envió la cinta de Dulces Recuerdos y la primera vez que la escuchó experimentó una sensación de soledad dolorosa y nueva para ella. Cerró los ojos y se imaginó a Luz tocando la guitarra y cantando la conmovedora canción. Sintió una vez más sus besos, anheló verla, tocarla... En una de sus cartas, Luz le había propuesto que se encontraran en la ciudad Portal Key, lugar a mitad de camino entre la base aérea y su casa, y todavía no le había dado una respuesta. Lo deseaba, ¡oh, cómo lo deseaba...! pero temblaba al pensar en contar el plan a sus padres. Y, a pesar de lo que Luz decía en sus cartas, estaba segura de que esperaría disfrutar en el fin de semana de algo más que de su compañía.

A principios de marzo, Amity estaba cruzando el estacionamiento de la escuela, cubierto de una fina capa de hielo, cuando uno de los tacones de sus zapatos resbaló hacia un lado y le hizo caer de espaldas. Los libros volaron, esparciéndose sobre el suelo y Amity quedó tendida de cara al cielo plomizo.

Cat, una de sus compañeras, vio la caída y se apresuró a ayudarla. La incorporó con un gesto de preocupación en el rostro.

– ¿Amity, te has hecho daño? ¿Quieres que busque ayuda?

– No... no -balbució temblorosa-. No, creo que estoy bien. Resbalé y caí tan rápidamente que no me di cuenta hasta que mi cabeza pegó contra el suelo.

– Mira, no te muevas. Voy a buscar a alguien para ayudarte a entrar.

La caída le produjo dolor de cabeza a Amity, pero no por ello dejó de dar las clases que le quedaban. También trabajó al día siguiente, pero al tercero se vio forzada a pedir que la sustituyeran temporalmente: tenía unos dolores atroces en la espalda. Fue a ver al médico y en el reconocimiento se vio que no tenía nada roto, sino algunos músculos muy magullados, para los cuales le recetó un calmante muscular. Pero, durante el reconocimiento, el doctor Malphas le hizo algunas preguntas que no le había hecho nunca.

– Dime, Amity, ¿tienes dolores de espalda con regularidad?

– Sí, pero irregularmente, y los hombros me duelen más que la espalda.

El médico le preguntó cuál era la frecuencia, la localización, cuál creía que era la causa, la edad que tenía cuándo comenzaron... Y, cuando se detuvo en la puerta y le dio la siguiente orden, Amity sintió un miedo de muerte.

– Me gustaría hablar contigo en mi despacho cuando te hayas vestido.

Cinco minutos después, el médico le dio su diagnóstico sin ningún preámbulo.

– Creo, jovencita, que cada vez tendrás más dolores de espalda a menos que se haga algo para eliminar la causa que los produce. Tu problema debe ser tratado o, si mi diagnóstico es correcto, con el tiempo aumentarán la intensidad y la frecuencia de los dolores.

Ante la expresión alarmada de Amity, el doctor se apresuró a añadir:

– Oh, no pongas esa cara. La caída sólo te producirá molestias pasajeras. El verdadero problema es la tensión producida por el peso de tus pechos, que es la causa de los dolores de espalda, rodillas y hombros. Tu estructura ósea es demasiado débil para soportar tanto peso. Te voy a recomendar con Raine Whispers  para que hables del asunto, porque existe una solución a tu problema, una solución mucho menos drástica, arriesgada y dolorosa que las operaciones de espalda a las que te tendrías que someter a la larga si ignoras el problema.

Amity sabía de lo que estaba hablando el doctor incluso antes de preguntárselo.

– ¿Se refiere a una operación para reducir los pechos?

HAY UNA CANCIÓN ETERNA EN MIS LABIOS -LUMITY ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora