Arrepentimientos

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La pequeña Grian se encontraba en un lugar que desconocía, estaba parada en la superficie de una especie de lago cubierto de niebla. El aire frío hacía que la piel descubierta de sus brazos se erizara. Aquel lugar no le gustaba, era casi una pesadilla; una de esas en la que te encuentras en un tenebroso lugar desierto sin nadie, aunque aquel lugar era la viva imagen de lo que sería su vida en adelante.

Las lágrimas no tardaron en recorrer sus mejillas sonrojadas por el frío. No podía aguantar más. Era solo una niña de ocho años y en las últimas horas había perdido todo lo que tenía: su mamá, su casa y su vida. No le quedaba nada.

-Nunca me ha gustado que llores.

La niña se giró en el mismo momento en que escuchó aquella voz tan conocida que tanto había añorado en las últimas horas. Diana la abrazó con fuerza mientras la niña lloraba con mucha más fuerza. Las lágrimas de la pelirroja no tardaron en aparecer.

Se había jurado que su hija nunca pasaría por lo mismo que ella. Cada sacrificio había sido para que Grian tuviera una buena vida sin sufrimiento, pero todo fue en vano. Tal parecía que no podría cumplir ni una sola promesa en toda su vida. Siempre había tenido que mentir y engañar para mantener a salvo a la gente que amaba, pero cuando intentaba vivir tranquila, todo era destruido. Estaba destinada a vivir en sufrimiento y parecía que su pequeña hija tendría el mismo destino; y no poder hacer nada para cambiarlo era su mayor maldición.

- ¿De verdad eres tú mamá? –Miraba a Diana con unos ojos de ilusión, deseando que las últimas horas fueran solo una cruel pesadilla.

-Sí, pequeña, aunque solo he podido venir a verte en sueños.

La niña volvió a romper en llanto y se refugió en el pecho de su madre. Absorbía aquel olor a tomillo del perfume de Diana para calmarse un poco. Desde que era niña, al sentir el olor de Diana, lograba calmarse un poco.

- ¿Cuándo vuelves? Quiero estar en casa contigo y las tías.

-No lo sé, ahora mi cuerpo está encadenado en una celda. Ni siquiera se en donde estoy, solo sé qué hace mucho frío y hay nieve abundante. Por el momento vivirás con mis hermanas, sé que ellas te cuidarán. Solo les confiaría esta tarea a ellas. No le des mucho trabajo a Bloom y a Daphne. ¿Me prometes que te vas a portar bien?

-Me voy a portar tan bien como la tía Stormy.

-Me compadezco de Bloom. No la vuelvas loca. Dile a mis hermanas y a mis padres que los quiero. Me tengo que ir, es difícil mantener este hechizo y ya casi no tengo magia. –Grian la abrazó con fuerza, haciendo que su corazón quedara aún más destrozado. –Te prometo que nos veremos pronto. Mi dulce niña, nunca olvides que te amo con todo mi corazón. Eres lo más valioso que tengo.

Grian despertó en los brazos de Sky mientras que la nave aterrizaba en el patio del palacio de Midgard. Aquellas dos personas eran increíbles, apenas la conocían y la estaban tratando como si fuera su hija. La pequeña prefería estar con las Trix, pero también le daba curiosidad conocer a la familia de su mamá. Había escuchado miles de historias de ellos y por mucho tiempo pensó que eran personajes de un libro de fantasía. Sin dudas Daphne era su favorita.

Al bajar de la nave, la pequeña se escondió detrás de las piernas de Sky al verse rodeada de tantas personas. En la entrada del castillo de Midgard se encontraban Daphne y Thoren, reyes de Domino con sus guardias personales, el rey Octavio de Herlin con sus guardias, e Ista, antigua reina de Midgard. Las demás personas eran los guardias de Midgard, vestidos con sus uniformes verdes, con sus corazas y cascos de metal. Bloom buscó con la vista a Luis, pero este no se encontraba por ningún lado.

Thoren tuvo que aguantar a Daphne para que no se callera. Cuando la rubia vio a la niña no pudo evitar una enorme sorpresa, pero lo peor era que estaba en Midgard. Bloom se llevaría un buen regaño. Llevar a la niña a Midgard era la peor idea que se le podía haber pasado por la cabeza. Ista y Luis se darían cuenta inmediatamente que la niña era hija de Diana, y solo el Dragón sabía que pasaría si todos se enteraban que había otra descendiente del Fénix. Solo esperaba que Diana no se fuera a aparecer por ahí.

Destinos Opuestos: Hadas Malditas (Winx Club)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora