El Último Baluarte

159 14 2
                                    

Tener la mente en blanco no era algo que alguna vez llegaría a apreciar y mucho menos en un momento como ese. No tenía nada para defenderse, y para colmo debía cuidar a las dos pelirrojas (casi inconscientes) de una furiosa turba de extraños con una especie de exotrajes negros con franjas (o puede que venas) de color verde fosforescente.

Bloom se había desmayado poco después de teletransportarlas hasta una planicie desierta donde hacía unas horas un enorme bosque crecía. Estaba empezando a dudar de lo dicho por Diana. En ese lugar no había nada salvo una enorme estructura en ruinas a lo lejos. Pero como el destino es tan “encantador”, en solo segundos se vieron rodeadas por los extraños vestidos de manera rara.

Echó a correr, si es que se le puede llamar así, era demasiado difícil hacerlo sosteniendo sobre los hombros a dos personas. Las gemelas malamente conseguían mover las piernas y dar algunos tropezones. Si no fuera por la escasa magia de Daphne no habrían conseguido dar ni dos pasos. La ninfa debía encontrar una solución rápido o ninguna llegaría a hacer el cuento.

Lo que más temía se hizo realidad, Diana colapsó y calló al suelo llevándose también a sus hermanas.

Los extraños las rodearon por completo. Bloom intentaba ponerse de pie y luchar, pero con cada intentó solo conseguía lastimarse y llenarse la cara de la ceniza que cubría el suelo.
Otra vez su peor pesadilla se hacía realidad. Sus hermanas volvían a correr peligro y ella no podía hacer nada.

La pelirroja mayor consiguió ponerse en pie, y, aún tambaleante, encaró con la fiereza de un dragón a los enemigos.

- ¡Vete de aquí Daphne! –Gritó Bloom mientras se colocaba la Corona del Dragón. –Escapa de Eraklyon y busca ayuda.

- ¡No digas tonterías Bloom! No puedo abandonaros. Es mi deber cuidar de vosotras dos…

Diana apenas tenías fuerzas, pero aun así le agarró la mano.

-Siempre has cuidado de nosotras… hermana mayor, ahora nos toca a Bloom y a mi protegerte. Ve a Midgard y busca a Luis, le indiqué… todos los movimientos que debe hacer ahora.

Diana se colocó su tenebrosa corona y apoyándose en Bloom pudo ponerse de pie. Aunque estaban débiles, las gemelas pelirrojas tomadas de la mano irradiaban poder. Los ojos de ambas brillaban de fuerza y confianza, y el coraje les recorría las venas como baterías dándoles poder. El Dragón y el Fénix al fin estaban juntos con sus poderes al máximo, la peor pesadilla de la Dimensión Mágica se había hecho realidad. Ante las gemelas de Domino los ejércitos caerán, los reyes se pondrán de rodillas y la misma tierra temblará.

Antes de que alguien tuviera tiempo de hacer algo, una enorme compuerta se abrió detrás de las jóvenes y de ella salieron dos personas con los mismos trajes extraños. Si Daphne llegó a considerar la opción de escapar, ahora sí que no tenía oportunidad alguna.

- ¡Deteneos! –Gritó el de la izquierda. Los trajes distorsionaban la voz, por lo que no podía saber el sexo de quien acababa de hablar.

- ¡Es que no reconocéis a vuestra reina¡ -Él de la derecha se quitó el casco dejando ver una melena dorada y un rostro muy conocido. –Amor mío, no debiste haber venido.

-Sky…

Y las dos pelirrojas volvieron a terminar en el suelo. Diana volvió a perder la consciencia y Bloom no había sido capaz de soportar su peso. Al menos ahora tenían ayuda. Diana necesitaba atención médica inmediatamente o correría peligro.

-Hay que llevarlas dentro. –Dijo la otra persona que acompañaba a Sky, quitándose el caso.

Que quede bien claro, solo aceptaba la ayuda de Rea porque sus hermanas corrían riesgo ya que otra manera le hubiera gritado mil improperios a la cara. Todavía recordaba todo el sufrimiento que había causado a Diana la traición de su mejor amiga.

Destinos Opuestos: Hadas Malditas (Winx Club)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora