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[...]

—Jungkook... ¿Hay forma de saber si... nuestra forma de ser molesta a Dios? —

Se quedó estático en su lugar, por que no entendía a que venían las palabras de Tae, era cierto, el vivía para servirle a Dios, pero... ¿Por que lo mencionaba ahora?

—Por que... — Nisiquiera termino la frase cuando el contrario ya había corrido a el, aferrándose fuertemente a su cuello.

Kim Taehyung, fue el primer humano a el que se me asintió proteger, Lo supe desde el momento en el que le vi en aquel cunero, estaba solo, el bebé al cual visitaban menos.

Sus padres nunca fueron muy atentos y a mi manera estuve presente, como un cuervo, Tomar la forma de animales lindos aún era difícil para alguien como yo, Para un Ángel de cabello negro.

Pero jamás me tuvo miedo, incluso, me dio un nombre sinceramente estupido, que a final de cuentas use durante toda su niñez por que... El nombre de un Ángel, es prohibido que lo conozca un humano.

— Pollito!— ¿Vamos? Como confundes a un cuervo negro con un montón de plumas amarillas? Es que acaso somos tan iguales?

En ese entonces no me importó, pero, me sorprendió que pudiera verme, Que pudiera tocarme, incluso dejar caricias en mi cabeza, yo no era aterrador para el.

Luego de haberse perdido un momento en aquel efusivo abrazo y sobre todo, en las palabras ajenas noto que lloraba, un llanto silencioso de los que lograba preocupar a alguien, por que nunca era así.

—El Ángel... De YoonGi mencionó algo que... Me preocupa.— Contesto, pero las lagrimas no le dejaban hablar con claridad consiguiendo que aquel Ángel desconectado entendiera poco.

Pero lo descarto de inmediato cuando el contrario le miro, no hablaría de eso con el, no podía incluso aún que lo quisiera así que solo tomo su mano.

—Te e dicho que no pienses en tonterías, ¿esta bien?, lo que allá dicho ese Ángel me tiene sin cuidado, Vamos?—

Pregunto, y el contrario a duras penas acepto, cerrando el café para ir a lo que ambos conocían como su hogar, la casa en la que vivía solo, Kim Taehyung.

                         [...] 

Luego de aquella conversación poco ortodoxa y de la forma tan fría en la que el pálido trató a su "Ángel" no habían vuelto a cruzar palabra.

Clavado en sus libros, sobre llevo su cabeza para descansar un poco sobre la mesa, comenzando a dormitar.

—Si tienes tanto sueño, ¿Por qué no duermes en tu cama? — pregunto, mientras el más pálido recuperaba la compostura para poder trabajar adecuadamente en si tarea.

—Por que pago la matricula todos los semestres con mi sueldo, no me doy el lujo de fallar en esto— y es que aún que no le gustara la idea de estudiar era lo único que le garantizaba un futuro libre de preocupaciones.

El Ángel por otro lado, comenzaba a aburrirse, el ambiente en la casa era tranquilo, y no había nada que el pudiera hacer una vez que había purificado aquel espacio.

Incluso el más pálido podía admitir que, Sin lugar a dudas, podría estudiar más tranquilo ahora que la concertación no se perdía por alguien  susurrando le o queriendo devorarlo vivo.

Un momento de distracción le tomo por sorpresa, sintiendo la curiosidad bajar por sus dedos, recorriendo parte de su anatomía sin dejarlo tranquilo.

— No negaré que la satisfacción de estudiar sin entes es muy agradable pero... ¿Por qué no an venido por ti? ¿Por qué no te haz ido ya?— Cuestiona con simpleza— En el cielo no debe ser secreto lo que mi familia hizo ¿Por qué alguien como tú, vendría?

No esperaba recibir más preguntas de el humano, luego de la actitud que el mismo reconocía como arrogante, pero ahí estaba pensando que aun este podría librarse de el.

Sus ojos ensombrecen por un  minuto, notando el asco en su mirada una sonrisa burlona aparece en la seria expresión de el pálido, Notando como los ojos de aquel Ángel tomaban un color oscuro, un color ¿Negro? No lo sabía, solo levantó la mirada cuando aquella espada sagrada ahora mismo, Estaba puesta sobre su cuello.

—Tu familia, humano inservible, es deplorable— Este no era Jimin ¿Entonces quién era?

—Lo se, no estoy orgulloso de eso, Pero... a que viene la espada, ¿Piensas matarme?— No tenía miedo, no temblaba, incluso cuando aquellos ojos reflejaban ira y dolor.

—Aprovecha esta oportunidad que te esta siendo entregada... por que es la ultima vez que se te ofrece la redención, para entrara el cielo— Y ahí estaba de nuevo, una expresión gélida, con ojos muertos y mirada vacía.

—Entrar a donde estas tu, dejo de preocuparme hace tanto, Dios...—

Tu Eres Yo, Yo Soy Tu y Juntos Somos Todo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora