Capítulo 7: Los humanos

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Los pasos del caballero resonaban por todo el pasillo con un eco metálico durante su rutina de escolta, parecía estar preocupado. Hace tan solo unas horas había regresado a la capital de Clastinia un escuadrón de la caballería real con el cadáver del joven rey, el último héroe de los humanos. La caballería Cruzó a través del rastrillo de la muralla del palacio hasta las proximidades de una de las escalinatas, enseguida el sonido de los cascos de las monturas resonaron cerca del pórtico, levantando la arena tras ellos. La emperatriz Clorodoci fue la primera en recibir a su hijo fallecido cuando fue llevado hasta el interior del edificio y sus manos tocaron de forma instintiva la piel pálida de su rostro.

- Durante mucho tiempo los hijos de la casa de Beneduss han luchado con devoto contra la raza de los mestizos, y ahora parece que nos ha abandonado.- Musitó con la voz desgarrada por el dolor de la pena acumulándose en el pecho, sus ojos vidriosos y enrojecidos por las lágrimas contemplaban la inexpresiva mirada del joven humano que yacía entre sus brazos, tumbado e inmóvil, y con un suspiro cargado que acabó en un sollozo llevó las manos sobre los párpados para cerrarlos con las yemas de los dedos.

Finalmente había sucedido lo que toda la corte temía, ella no quería aceptarlo, pero era demasiado tarde. Un guerrero valeroso y con un perfecto dominio en el manejo de la espada no podía morir, no tan pronto, no de esa manera. Era reconocido por traer victorias a los reinos humanos con la ayuda de sus tropas, pero lo que realmente le daba el título de "Héroe" fue el hecho de dar caza a la Corva que se refugiaba en los páramos  de los picos helados de Eaglorn, cuando el sequito de mestizos que defendía la torre de su rey traidor todavía no había enloquecido y transformado en los Yutrox que ahora lo moran. Al alzar la vista, vio los restos de la armadura destruida que apenas cubrían su cuerpo, promesa de alianza entre los humanos y  Beneduss, el dragón de las cinco garras.

- Murió con honor, luchó hasta el final  contra los mestizos.- Señaló uno de los caballeros que había traído llegado junto al escuadrón

- ¿Con qué derecho reclamaron la vida de mi hijo defendiendo lo que le pertenece, tierras levantadas  y defendidas por nuestros padres y para nuestros descendientes?

El caballero no respondió y se limitó permanecer cabizbajo antes de retirarse con el resto de los soldados. Pronto fue sabida la noticia por los reyes humanos de Leunos y aquel día dejaron encendidas las hogueras en lo alto de los reinos

El joven caballero volvió en sí cuando oyó el rechinar de la puerta al abrirse y la princesa Zoe se había asomado tímidamente por el respaldo de la puerta de su habitación. La joven llevaba encerrada en sus aposentos durante varios días seguidos debido a sus estrictos estudios y todavía no sabía la noticia de la muerte de su hermano, tenía las palabras en la boca pero no se atrevía a compartírselas, ya que ella compartió muchos momentos de su vida con su hermano y se vería muy afectada.

- Deja de hacer ruido, me estás desconcentrando y no puedo leer con calma.- ordenó la joven con voz de disgusto.

- Disculpe mi señora.- Respondió el caballero y de forma inmediata se plantó de espaldas a ella para montar guardia frente a su habitación. – ¿A mi princesa le gustaron los libros que me pidió?

- Son realmente interesantes.- Respondió Zoe todavía inclinada  junto al marco de la puerta. –Creo que estoy descubriendo algo grande.- Habló aún más bajo mientras contenía una repentina emoción, y vigilando si alguien se acercaba aun sabiendo que su guardián lo notaría primero, abrió un poco más la puerta para mostrar un libro de cuero maltrecho con extraños grabados en la portada que más que letras parecían símbolos. –  El lenguaje antiguo de los monarcas novicios es enrevesado y hace parecer cada frase como un acertijo, pero finalmente creo que estoy descubriendo el misterio que rodea el mestizaje.-

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