Aprendiendo a rogar

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Dylan Pov

Oficialmente mi dignidad se fue al carajo.

—Zorra, que descarada eres, todavía no acaba tu castigo y ya estás gimiendo cuál puta barata—sus palabras queman, tanto como mi culo, arde, el maldito vibrador está haciéndome jadear, es una delicia, ya entiendo porque existen los que aman por el culo.

Su mano a soltado mi polla y ahora tiene de nuevo la maldita fusta en las manos.—Ahora nenita, voy a azotarte el culo, nos quedan diez golpes, entiendes lo que va a pasar si intentas escapar verdad—sus palabras llegaron a mis oídos pero mi cerebro fue incapaz de registrarlas, solo pensaba en que si me pegaba por el culo, iba a doler y vería la luz por el jodido orgasmo que estoy reteniendo.

La mire pidiendo con los ojos que me dejara hablar y también que ya me dejara venir, era una agonía y también el cielo, pero estaba en mi límite, solo quería un poco más y estaría rogando por la virgen de las motos.

Con una sonrisa, que por cierto era hermosa, no sabía porque la había insultado tanto, estaba estúpidamente equivocado, ella no era ninguna ratoncita de biblioteca, ninguna virgen nerd te folla el culo y te azota
Sería muy malo si quisiera que me amará, podría ella hacerlo, tal vez. Ella se acerca y es por fin que hablo, ya no me tocaba, bueno no contaba el vibrador bien enterrado jodiendome.

—Yooo, oh joder no escapaare ama, solo sigue follandome, mi hoyitooo es-esta mojado—las palabras salieron con pena, porque de hecho mi puto hoyo estaba mojado.

Con eso ella deja la fusta a mi lado y comienza a quitarme las cuerdas, de los pies, estaba las marcas rojas, yo la miraba con dificultad, mis ojos se cerraban con fuerza, ese vibrador no dejaba de apuñalarme o eso sentía, era placentero y denigrante, pero eso se va a al diantre. Sacándome de mis pensamientos, ya estaba libre de las manos y me sentí menos usado, pero tan débil, tan pasivo.
—Putita, mira que bellos ojos, todos con lágrimas, dime, quieres ser un chico bueno y ganartelo—con cuidado, respondí—S-si quiero, ama por por favor.

—Muy bien, pequeño, date la vuelta—mire sus labios y sentí que quería besarlos, no me iba a dejar, pero los deseaba, solo pude moverme con dificultad, todo mi cuerpo estaba sonrojado, había leve sudor y sentía como si hormigas los recorrieran.

—Ponte firme, levanta bien el culo, la cara contra la cama—sus palabras duras me hicieron trabajar rápido, pronto estaba con la cara en mi almohada, era tan irónico porque cuántas veces no moleste a los chicos diciendo que eran morde almohadas y aquí estoy haciendo eso.—Listo nene, no me hagas enojar, todavía tienes que agradecer lo que te dé, deja de ser un morde almohadas...oh espera si lo eres jajajaja—su burla, lejos de molestarme, me gustó, ella dijo nene, entonces estaba bien.

Sentí sus manos acariciando mi culo, una de ellas bajo a tirar de mis huevos y me hizo gemir duro, hasta que la senti meter sus dedos, buscaba el bendito vibrador, a este punto no se cuántos dedos tenía dentro y me valía madres. Lo encontró y jure que iba a quitarlo pero sorpresa, solo lo tomo y empezó a moverlo, no pude evitar gritar.

—Ahh ahha ahh siii—movi mi trasero hacia atrás, que importa si yo mismo me estoy fregando—mi mi hoyitooo esta mojado más.

Pero ella era despiadada, empezó a azotarme, el culo, literalmente no sabía cómo chinches lo hacía pero me estuvo azotando y jodiendo con el puto vibrador, yo no supe cuando empecé a llorar, pero estaba llorando para el golpe final era un desastre—Tr-trein-ta ahh gra gracias amah—no podía más era todo—amahh pue-puedo vvvvenir—pregunte tan desesperado y con la voz a carne viva, había gritado tanto—Vendras cuando yo te lo diga perra, y da la casualidad que estoy tan mojada, que dices quieres venir o quieres comerme el coño.

Mi Sumiso personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora