Especial Samno

3.1K 118 11
                                    

La jordana fue una agonía, mi señorita nunca me miro, sus atenciones me fueron negadas y me estaba sintiendo como basura, quería ir hacia ella.
Estaba tan dispuesto a arrodillarme y suplicarle porque me diera una pizca de su reconocimiento, sabía que ella amaba verme humillarme y yo amaba ser humillado por mi señorita.

Saliendo del trabajo conduje como loco hacia mi hogar, tenía que prepararme, era inaceptable recibir a mi señorita sin presentarme. Cuando llegue lo primero que hice fue ducharme, me limpie a fondo, tenía todo perfectamente limpio siguiendo las especificaciones de mi señorita, después fui a cenar algo ligero mi menú era dado por ella y felizmente lo seguiría lo que me causo conflicto porque de nuevo tome una ducha al hacer mis necesidades quería asegurarme de estar una vez más limpio.

Me movi un poco en piloto automático, deje todo listo mi señorita podía entrar tenía acceso y yo tenía que estar en mi lugar asignado.
Estaba en mi habitación, meticuloso me quitaba la ropa, tomando mi tiempo para doblarla y acabar desnudo arrodillado al lado de mi puerta, manos en los muslos, mirada en el suelo. Temblaba de la emoción cuando sentí llegar a mi señorita por la puerta.

Estaba pasando, mi señorita estaba aquí conmigo no con ellos, que importaba si no me miraba, ella no hizo contacto visual ni me habló, eso me quemaba el alma. Perdón, perdón, perdón….mi cabeza decía una y una vez, pero sabía que no debía hablar el castigo ya era lo suficientemente malo como para sumar más a mi plan.

Podía oír la ducha, mi señorita estaba tomando un baño, los minutos pasaron no me molestaba ella estaba aquí y para cuando termino mis rodillas estaba adoloridas y mi emoción era grande.

Pude vislumbrar pies desnudos. Bendita seas señorita, tu cuerpo desnudo y glorioso estaba a centímetros míos.

—Sabes Norberto, estoy decepcionada —el sonido de su voz me golpeo como un tren de carga.

—Lo siento, señorita, no quise, perd..—mi rostro giro ante el impacto de su mano. Ardió y mi polla cosquilleaba por el repentino calor en la cara.

—No te di permiso para hablar. —el tono helado, solo avivó la llama. Castigame, mírame señorita, soy tuyo, llévame.

—Mocoso malcriado—su mano tomo mis cabellos y tiro hacia arriba. Su gloria desnuda llegó a mis ojos y agradecí en silencio—explicate, puedes hablar ahora y quiero la verdad.

—Yo..yo solo quería que me vieras..—conteste con honestidad, no mentiría a mi señorita.

Su ojos me atravesaron. Había fuego en ellos y prometían el infierno, me quemaría y rogaría por ello.

—Insolente, eres un puñado. Sube a esa cama y preséntame ese culo —con emoción me arrastre hasta subirme a la cama, deje que mi cara fuera al colchón, flexione las rodillas y levanté el culo todo esto con una erección. —mira esa polla de niño malcriado, esa polla que solo sirve para ensuciarme el coño.

Gemi porque sus palabras iban directamente a mi polla, causandome anticipación. Su mano no tardó en amasarme las nalgas, pellizcarme con saña mientras mi erección pulsaba.

—Mirate el gran maestro, convertido en una zorra —su mano se estrello contra mi culo, una y otra vez fui presa del ardor—te gusta, verdad, te gusta ser un mocoso al que le sacan la mierda a golpes. —lagrimas me surcan las mejillas, mientras me azotan. —mira ese tono rosa. Habla zorra. Dime lo mucho que disfrutas este castigo.

—Se.se..señorita —jadeo cuando me toma de los testículos, me tira y abofetea tan fuerte que el dolor se mezcla con el placer, haciendome gemir—s.se siente bi..bien, gra.. gracias.

—¡Mentiras! ¡Mentira! Oh, eres un mocoso, mi cosa preciosa—su voz es áspera y siento el placer llenarme. Soy esa clase de tipo, la que disfruta de los mimos y un goloso de los castigos. Mi polla estaba de acuerdo, pulsaba liquido seminal como una fuente. Mordí mi labio hasta sacarme sangre pero no iba a venirme sin permiso.

Mi Sumiso personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora