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Hola a todos! esta es una nueva historia, espero que sea de su agrado, es Itanaru, contenido para mayores de 18 años, los personajes no me perteneces, le perteneces a Kishimoto, pero la historia sí, prohibido plagiarla, a hacer alguna adaptación.



Salió de aeropuerto inhalando aire, después de dos años regresaba a Japón, se había ido a estudiar al extranjero, había ganado una beca y sus padres le insistieron en que la tomara, no tendría problema en entrar a la Universidad, ya tenía beca también, la familia no tenían los suficientes recursos como para mandar a sus dos hijos a la universidad. Él era el mayor de dos hermanos, por dos años, extrañaba a su familia, pero ahora regresaba con el corazón hecho trizas, nunca imaginó regresar por ese motivo, debía darse prisa.

Tomó un taxi dándole la dirección de su casa, el camino fue largo, le permitió pensar un poco en lo que iba a hacer de ahora en adelante, lo primero sería registrarse en la preparatoria, afortunadamente pudo conseguir una beca, después trataría de investigar qué es lo que había pasado con su hermano, no entendía que pudo haber sido tan fuerte y difícil de sobrellevar que lo obligó a tomar una decisión de esa magnitud, la cual había afectado a su familia de una manera tan descomunal, obligándolo a regresar.

Al llegar a su domicilio, bajó del taxi, pagando, miro en la entrada a un hombre de cabellos color blanco, con un semblante de angustia y tristeza.

- Abuelo – corrió a abrazar al hombre, el cual estaba más demacrado, ojeroso, y se notaba la tristeza en sus ojos, sintió al mayor temblar – abuelo tranquilo, estoy aquí – dijo, aunque en ese momento no sabía si sería de ayuda. - ¿Qué pasó? –

- Vayamos a dentro enano – era obvio que Naruto ya no era un enano, pero siempre sería "su" enano, tuviera la edad que fuese. Entraron a la casa del rubio, su abuelo no sabía cómo darle la noticia a su nieto, no era una situación fácil de abordar, y menos cuando se tenían que dar ese tipo de noticias.

- ¿Cómo está papá? –

- Hijo ven – lo guio a la sala, sentándose ambos, en uno de los enormes sillones – Minato está en el hospital, tuvo un fuerte accidente automovilístico, los médicos no creen que se recupere – espero impaciente alguna reacción del rubio, un rastro de tristeza, miedo, llanto, pero el rubio no dijo nada, se quedó estupefacto ante la noticia – mañana podrás ir a verlo –

- Necesito ir a la Preparatoria – la noticia le cayó como un balde de agua fría, si ya estaba emocionalmente quebrado con el motivo que lo hizo regresar a Japón, ahora lo que le decía su abuelo terminó por hacer trizas lo poco que quedaba de su corazón, se sintió inmensamente triste.

Salió de su casa, el mayor no hizo un intento por retenerlo, sabía claramente lo que su nieto sentía, y decidió que sería bueno darle tiempo, una vez su mente estuviera despejada, tendría muchas preguntas, él también se tendría que preparar para responder las que pudiera. El rubio caminaba hacía la Preparatoria, con la mirada hacía el suelo, no tenía el más mínimo interés por ver a su alrededor, conocía el camino, estaba muy cerca de su casa.

Al llegar a la escuela realizó el trámite correspondiente para su ingreso, debía presentarse el día de mañana. Camino a su casa decidió detenerse en un pequeño parque, sentándose en uno de los columpios que se encontraban ahí, su cuerpo temblaba, no podía controlarse, pero sentía la necesidad de llorar, gritar, sacar todo su enojo y tristeza, no podía permitirse romperse delante de su papá, mucho menos de su abuelo, si es que en determinado momento su papá fallecía. No pudo evitar soltar un fuerte sollozo, cubrió su boca con la intención de silenciar los que le siguieron, pero era imposible ¿Qué demonios le había pasado a su hermano? Se preguntaba una y otra vez.

Please forgive meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora