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La comida transcurrió de lo más tranquila, la mamá de Itachi era muy agradable y discreta, solo se limitó a preguntar sobre su estancia en Londres, y como se sentía la regresar a Japón, dio un apretón de manos a su hijo, lo veía feliz así que ella también lo era – Bien, me ha dado un gusto enorme conocerte Naruto, eres bienvenido a esta casa –

- Gracias señora Mikoto – la pelinegra se puso de pie, disculpándose por dejarlos solos, pero tenía una cita con sus amigas, saldrían a tomar el té. – ahora si dime de que quieres hablar –

- Vayamos a mi habitación –

Ambos subieron al segundo piso, la casa de Itachi era muy grande, se notaba que eran una de las familias más ricas de Japón - ¿Te quedarás a dormir hoy? –

- Claro, no es como si alguien me esperara en casa, lo sabes –

- Si después de esto me odias, lo entenderé, en verdad quiero que esto funcione – miró con miedo al rubio, en realidad él no había hecho nada malo, pero sentía que si.

- Puedes confiar en mi – Naruto escuchó atentamente al más alto.


Tenía muchas cosas que pensar, no podía decir si lo odiaba, su estómago comenzó a revolverse, se levantó de golpe y se dirigió al baño, vomitó hasta que ya no tenía nada, sus ojos se cristalizaron, pudo haber hecho más, así su familia no estaría muerta ¿Por qué no los denunció? ¿Por qué callar al saber lo que  le habían hecho a Menma? ¿Él amaba a Menma?

- ¿Naruto? – preguntó el azabache golpeando la puerta del baño, tenía miedo, miedo a que el rubio lo dejara, a que lo odiara después de lo que le contó, claro omitió algunos detalles, pero los más importantes se los dijo. – voy a entender si me odias y no quieres verme –

El nombrado salió del baño, no tenía expresión alguna en su rostro, simplemente paso de largo y tomó sus cosas – me iré a mi casa – no dejó que el pelinegro hablara, salió corriendo de su recamara. Tenía muchas cosas que pensar, lo sabía, era su culpa, de todos esos malditos niñetes mimados, ellos habían matado a su hermano, y lo pagarían muy caro.




Itachi se encontraba en la biblioteca de la escuela, tenía que entregar un ensayo sobre las dinastías en Japón, así que debía investigar mucho, no podía concentrarse, habían pasado tres semana desde que le contó parte de la verdad al rubio, sabía que eso iba a pasar, que lo dejaría en el instante en que supiera que él no hizo nada por detenerlos, miró su libro, pero en realidad no estaba leyendo, tenía la mirada fija en un punto, si hubiera llegado antes, si hubiera atendido las llamadas que había recibido ese día, pero esa maldita perra lo sabía, por eso lo entretuvo el mayor tiempo posible.

Era estresante salir con Izumi esos últimos meses, los celos de la castaña lo sofocaban ¿por qué no podía entender que él la amaba? Que entre Menma Uzumaki y él no había nada, ni siquiera le gustaba, le agradaba el chico, pero nada más.

- ¿En serio seguirás con lo mismo? – Itachi tenía entre sus brazos a su linda novia, tratando de tranquilizarla, en ese momento tenía ganas de mandarla al diablo.

- Sé que te gusta ese maldito muerto de hambre, veo cómo te acercas a él, no dudo que ya sean algo más – la chica comenzó a llorar, Izumi era novia de Itachi, llevaban dos años de noviazgo, pero esos últimos meses se sentía celosa de cierto chico pelinegro de primer año.

- Mira – sobo el puente de su nariz, era ese momento, entre los chillidos y quejas de la chica, y el tono de su celular indicándole que tenía una llamada, le estaba  dolor de cabeza - ¿Sabes qué? Piensa lo que quieras, ya estoy harto de tus estupideces – dispuesto a irse y contestar ese teléfono, la castaña lo retuvo.

Please forgive meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora