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Odiaba dormir con la luz apagada, pero no había sido siempre, desde que vio a Menma en la escuela esos sueños era recurrentes en su mente. El insomnio se había apoderado de él en cuanto supo lo que le pasó a su compañera de clase y amiga, Izumi, si, esa maldita mentirosa que hizo que toda la comunidad estudiantil odiara al pelinegro de ojos color azul. Comenzó a reír como loco, en realidad él también contribuyo, todos lo hicieron, pero era más fácil echarle la culpa a alguien, que cargar con ella.

Sus ojeras cada día eran más notorias, su mal humor se hacía presente desde muy temprano, su rendimiento académico no era el mejor, debía poner una solución o toda su vida se iría al carajo ¿en qué momento acepto la propuesta de Izumi y de Deidara? Era increíble que su hubiera convertido en un animal salvaje por celos, por orgulloso, sabiendo que él ya tenía un compromiso, sabiendo que nunca podría ser novio de Menma.

Miraba el techo, ese techo blanco que era iluminado por un candelabro lujoso, su padre era un importante hombre de negocios, dueño de una empresa quimico-farmaceutica, vivía con todas las comodidades del mundo, tenía a todas las chicas que él quería, no tenía necesidad de hacer lo que hizo ¿por qué tuvo que enamorarse de un chico?

Perezosamente se levantó de su cama, ya faltaba poco para el amanecer, otra noche sin dormir, así que lo mejor era ducharse, llegar temprano a la escuela y dormir un rato en lo que las clases comenzaban.



 Tomó asiento, recargando su rostro entre sus brazos, todavía no llegaban sus compañeros, así que tendría un pequeño momento de paz.

- No, por favor no – podía ver terror en sus ojos, miedo de saber lo que iba a pasar – No... no...no... por favor – su voz subía de tono, eran gritos de miedo y súplica, al sentir los golpes en su rostro – no lo hagas por favor – otro golpe en su rostro, comenzaba a salir sangre de su nariz y boca – perdón, perdón, per...dón – ni siquiera sabía porque pedía perdón, él no había hecho nada, el chico que comenzó a golpearlo sonrió victorioso, ahora sí el maldito suplicaba – no, no, no – un grito desgarrador salió de su boca, uno que se fue esfumando conforme los golpes seguían y más. - ¡noo! –

Yahiko despertó sudando, dando un leve brinco por el susto, la voz la sintió tan real, ese sueño que lo estaba atormentando todas las noches, levantó su rostro mirando a los lados, no había nadie, volteó y una silueta comenzó a correr, con el corazón acelerado se puso de pie y a prisa salió del salón persiguiéndolo, entró a los vestidores de hombres, mirando alrededor, contuvo la respiración al escuchar el sonido de un reloj, después esa voz.


- Tick-tock, tick-tock, tiiiiick-tooooock – ahora fue más largo y aterrador, Yahiko comenzó a temblar, no podía moverse, esa voz era de él - tick-tock –

Se dirigió hacia los casilleros, ahí estaba de espaldas – tick-tock, tick-tock – repitiendo una y otra vez lo mismo, Yahiko sintió como su corazón comenzó a acelerarse, eso era una puta broma, no de nuevo, sus manos sudaban conforme se acercaba.

- ¿Menma? – preguntó con un susurro, no podía hablar, estaba asustado

- Ti...ck-to....ck – ahora lo decía con voz lastimera y temblorosa, como su estuviera sufriendo – no por favor – sollozó rascando sus brazos con desesperación – no lo hagas por favor – cada suplica que hacía sus sollozos crecían – no me lastimes por favor – gritó llorando, suplicando.

- Yo no... - no podía articular palabra alguna, no era su culpa, – yo... - ¿Qué más podía decir? Él era uno de los principales estudiantes que lo acosaba todo el tiempo.

Please forgive meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora