El primer recuerdo

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Todo estaba extraño, no lo entendía, no era la primera vez, pero probablemente si era la primera vez conciente, sabía lo que pasaba pero no lo podía manejar, el cuerpo me temblaba, escuchaba gritos y veía todo distorsionado, ¿Que sucedía?...
Un grito se hizo más claro con el pasar del tiempo, se escuchaba lejano pero aún así claro... Era mi nombre, tal vez por eso lo reconocí, pero esa voz, no era mi voz, y tampoco una que conociera.
Levante mi cabeza, dejé de llorar y miré a mi alrededor, eran espejos, todo a mi alrededor eran espejos, no recuerdo haber entrado aquí, no recuerdo haber estado en un lugar parecido; me levanté con dificultad y aún mareada, seguía escuchando como alguien me llamaba.
No había luz en aquel lugar, las lagrimas seguían cayendo y solté un grito mientras veía como las paredes se acercaban a mí, estaba atrapada, ¡Carajo! Mi mayor miedo y lo estaba sufriendo sola, grite de nuevo, necesitaba que alguien me escuchará, que alguien fuera conciente de mi estadía allí, o que aquella voz me encontrara.
Cuando el grito paró, un espejo se vino a bajo, se fragmentó, pero ninguna pared faltaba, todas estaban intactas, pero aquellos trozos de mi reflejo seguían en el piso, me veía en ellos, intente levantar uno pero me quemaba y através de ese pequeño fragmento vi lo que sucedió...
Estaba en casa, por alguna razón había discutido con mi madre, pero ella era considerablemente más alta que yo 'es un recuerdo' me dije, ella gritaba y yo solo quería salir de ahí.
El trozo de espejo se hundió más en mi Palma y volví a mí habitación, mi rostro ardía, estaba rojo, mis iris verdes rodeados por un par de círculos rojos y lágrimas que cristalisaban mi visión, la cabeza me dolía y sentía la extraña necesidad de caer dormida en ese momento, pero no lo hice.
Guarde la cajetilla de cigarrillos en mi chaqueta, tomé un pañuelo, limpie mi rostro, abrí la puerta y vi la cara de mi abuelo, su rostro era la preocupación encarnada, me tomo en brazos y un par de lágrimas rodaron de nuevo por mis mejillas, el par de gotas eran frias y hacían caminos helados sobre mis mejillas ardientes, había lugares donde sabía que mis uñas habían pasado y por eso dolía más.
Mi abuelo me soltó, volvió a limpiar mi rostro y dejó el camino libre hacia el baño, entré, encendí la luz y me mire al espejo mientras cerraba la puerta, 'no, de nuevo no' esa palabras retumbaban en mi dolorida cabeza, tenía cuatro líneas blanquecinas (en comparación con el rojo del resto de mi rostro) que bajaban desde la cien hasta la comisura de mis labios, cuatro líneas de cada lado, cuatro líneas que coincidían con el grosor de mis uñas, el agua fría y el maquillaje no serían suficiente esta vez, tendría que buscar otra forma de ocultarlo.
No me interesó mi maquillaje, abrí la llave y con ambas manos moje mi rostro, lo sequé con cuidado y repetí la acción hasta que el agua fría devolvió el color normal de mi piel. Salí de ahí, busque mi chaqueta de cuero con rapidez y una pequeña maleta negra, no me interesó decir a dónde me dirigía, sabía que tenía todo lo que necesitaba, mi teléfono, un poco de dinero, mis cigarrillos y un encendedor, la maleta sobraba, pero era una pequeña manía.
Comencé a caminar, sin darme cuenta había llegado a un pequeño parque cerca de la escuela, bien, sabía que lo encontraría ahí, levanté mi cabeza con miedo de que alguien pasará me reconociera y empezará a hacer preguntas; lo ví de lejos, sentado con otros chicos que conocía y dos chicas que no podía reconocer, no estaba solo, pero... ¿Cuando lo estaba?
Salí a correr sin importarme nada, apenas estube cerca me lance a sus brazos y gracias al pequeño salto que di, logré abrazarme con brazos y piernas a él, se que se sorprendió por el pequeño traspié que dió, pero apenas me reconoció me abrazo, y no me soltó hasta que supo que mis lágrimas (unas que no supe en que momento salieron) ya habían desaparecido.
Me dejó en el suelo con un cariño que rompería el corazón de cualquiera, tomo mi mentón entre sus nudillos y el gorro de mi buso callo tras mi cuello, el lo sabía, pero aún así no preguntó, me miró con amor y me dijo:
-  Hola extraña, pensé que no vendrías hoy, ¿Qué cambió?
Le mire con gracia, esos ojos siempre tenían ese efecto en mi, devolverme de un lugar oscuro, solo el podía hacer eso.
- Me aburría en casa, ya sabes, los libros no son suficientes cariño.

Historia De Una Mente DestrozadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora