Los fragmentos del espejo.

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Alan me dedicó una sonrisa pícara intentando quitarle hierro a todo lo que pasaba y a la verdadera razón por qué que estaba ahí con ellos.
- Por favor Tara, desde que conoces los libros no has podido soltarlos, lees tres libros a la semana- me dijo reteniendo una risa- inténtalo de nuevo, dame una mejor razón para estar con los chicos malos de la escuela.
- Está bien, - dije exasperada- quería verte, mis días sin ti son tan agotadores - dije poniendo una mano en mi frente y lazandome hacia sus brazos de nuevo.
El no dudo, me tomo por la cintura y con su otro brazo bajo mis piernas, sabía lo que pasaría, siempre lo hacía, comenzó a girar con mi cuerpo sobre sus brazos, nuestras risas borraron cualquier sonido, cualquier mal momento de este día, de esta noche.
- Te lo perdono cariño, pero tendrás que hablar conmigo luego- me dijo mientras dejaba de girar
- Caes mal cuando exijes explicaciones de cosas que ya sabes Alan- dije rodando mis ojos
- Tara, te conozco más que nadie, y por eso se que hay una razón para que una cajetilla de cigarros salga volando de tu chaqueta, una razón para que tus mejillas de nuevo tengan rasguños y aún peor, una razón para que tus lindos ojos parezcan un par de pinpones rojos- dijo en mi oído mientras me dejaba de nuevo en el suelo
- Alan, no quiero hablar de eso, solo- hice una pausa y mi voz se cortó ' solo abrazame y no pares de hacerlo hasta que mi mente vuelva a su lugar' pensé, pero de mi boca salió- solo dame tiempo.
- Lo haré- susurro de nuevo- bueno, amigos- dijo con alegría y alzando la voz- ella es Tara, pero estoy seguro de que la conocen, Tara, el grupo de chicos con los que las demás chicas no te querrían ver, ah y Johana y Carla.
- Un gusto chicas- dije con un hilo de voz mirando a la rubia y la pelinegra- y ustedes trío de tarados, mueva se quiero sentarme- le espeté a mi otros tres amigos, Jack, Masen, y Alex, ellos solo me observaron mientras levantaban a las dos chicas y las sentaban cada una en las piernas de cada chico.
Tomé un lugar mientras Alan se sentaba a mi lado, saco dos cigarros de la cajetilla que se me había caído, me ofreció uno, lo tome y el los prendió, lo mire con gracia, mi mejor amigo de toda la vida prendiendo un cigarrillo para mí, pensé que nunca vería esto.
Dejé que el cigarrillo se quemara solo después de una calada, estaba absorta mirando a Alan, era guapo, demasiado, era alto, tal vez media un metro ochenta, cabello oscuro, demasiado bajo como para que sus rizos jugarán en su frente, pómulos afilados, nariz perfecta y unos extraños pero hermosos ojos marrones que enloquecen a todas las chicas, tenía unos labios gruesos que gritaban 'besame', pero claro, nunca lo había hecho, baje mi mirada hasta sus brazos, eran grandes, le gustaba el deporte, su espalda ancha era prueba de eso, no podía ver bajo su camisa pero sabía que había unos pectorales y un abdomen que parecía tallado por los angeles; mientras lo admiraba no supe en que momento el giro su mirada hacia mi, pero al levantar la mía choque con una sonrisa que pedía explicaciones.
No las di, porsupuesto, a él no le interesó, apagó su cigarrillo y tomo el mío de entre mis dedos, le dió un par de caladas y repitió la acción y apagó la colilla, no lo pude evitar y una sonrisa nació en mis labios.
No sé cuánto tiempo estuvimos ahí, Alex y Jack me presentaron a sus novias, y Masen se dedicó a poner la música y mírarme suplicando una explicación de mi aspecto, pero está no le llegó.
Johana y Carla iban a la escuela con nosotros, es extraño, nunca las ví, pero ahora sabía quiénes eran, como también sabía que no durarían mucho en aquel pequeño círculo, la única constante femenina era yo, y era como una hermana para esos cuatro chicos.
Adentrada la noche Masen nos dió a cada uno las asignaciones de la semana, el era el único al que realmente le importaba la escuela, y se esforzaba por encontrar nuestro interés, así que decidió dividir nuestras materias, a mí me dejó lenguas y sociales, osea cinco materias, lo que significaba 25 trabajos semanales por hacer, Masen se encarga de física y matemáticas y todo aquello que los normales no entendemos, Alan de las didácticas como lo son danza, gimnasia y deportes, Alex de las artes y materias de hacer con las manos y por último, Jack de las informáticas y química. Esa había Sido la única manera de mantenernos a todos juntos en el podio de los mejores estudiantes.
Después de entregar nuestros deberes semanales, nos dirigimos a casa, era más de media noche, pero yo no quería volver, así que los acompañe a todos a sus casas hasta que quedamos solo Alan y yo, ya no había vuelta a tras, debía contarle.
- Pelee con mamá- dije lo más bajo posible mientras caminábamos
- lo supuse, que pasó?- dijo pasando su brazo por mis hombros
- No lo se, llegué de la escuela, ella está molesta y Cristie lloraba- dije mientras lo recordaba todo- no recuerdo cuando ella empezó a gritar de nuevo, solo recuerdo encerrarme en mi habitación, empezar a llorar y creo que me dormí- dije aún con los ojos cristalinos.
- te dormiste? Mientras sufrías otro colapso? No lo creo, que sucedió? Dime, por favor- me suplico, y noté el desespero en su voz
- estaba junto a mi cama, empecé a llorar y después...- hice una pausa y los recuerdos volvieron a mi- después estaba en una habitación extraña, llena de espejos, grité, las paredes se acercaban a mí y solo pude gritar, alguien me llamaba, después de mis gritos un cristal se rompió... - dije y continúe contándole mientras mis lágrimas volvían a salir, le conté hasta el momento en el que llegue a él, hasta cuándo sus brazos me ofrecieron el refugio que siempre estaba ahi.
- Tara, estás hablando enserio?- dijo mientras se detenía- eran fragmentos de recuerdos?
- si eso parece- dije deteniéndome frente a el
-ironico, no? Tengo un colapso y veo y los fragmentos de una mente destrozada- rei sin gracia y el solo me abrazó

Historia De Una Mente DestrozadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora