Lo vi ahí, parado al lado de su motocicleta tenía los ojos rojos, Masen, Jack y Alex estaban con él. Alex tenía los ojos rojos, la camisa mal puesta y el cabello despeinado.
Quería correr hacia Alan, sentirme segura entre sus brazos y llorar de nuevo, llorar sin que nadie me juzgara, pero hice todo lo contrario, si pasos tímidos hacía Alex, el notó mi intención, y corro hacia mí, cuando sentí sus brazos rodearme, me quebré de nuevo, empecé a llorar, mis piernas perdieron la fuerza y supe que me mantenía en pie gracias Alex, el también lloró, lloro con migo hasta que Alan nos separó, llegaríamos tarde, irónico, Cristie podía esperar, no tenía como quejarse, no tenía a donde ir, ya no.
Pero cuando sentí los brazos de Alan a mi alrededor, me derrumbe de nuevo, el me sostuvo y no dijo nada, no se cómo pero cuando volví a tener consciencia ya estábamos en las motos de camino al cementerio, abrase aún más fuerte a Alan y otro par de lágrimas rodaron.
Llegamos a la entrada del cementerio y me siento entrando a una película de terror, todo se veía más oscuro, más trsite, más lúgubre, el olor a flores era empalagoso y asqueroso, nunca me ha gustado, las flores son signos de algo malo, la muerte, la traición o unas disculpas mal dada.
Empezamos a caminar, ninguno de nosotros sabía dónde iba a estar el ataúd de Cristie, pero yo caminé, y parece que algún hilo familiar aún nos uniera, y entonces lo ví, era una pequeña caja de madera, tenía listones lilas y violeta, una corona de pequeñas rosas blancas descansaba en la mitad del pequeño ataúd, estaba cerrado, pero quiero ver a mi hermanita, quiero verla una última vez.
Mis pasos se vuelven más lentos, pierdo el impulso y retraso todo lo que puedo la llegada a ella, pero es inevitable, y después de 20 minutos mis manos tocan ma fría madera, levanto la tapa y ahí está ella, se ve tranquila, como si estuviera en un sueño calmado, sumida allí, sin dolor, sin lágrimas, sin miedo...
No lloré, toda la ceremonia paso en calma, no estaba segura de haber respirado, los cuartos chicos me rodearon todo el tiempo, mamá me gritaba, me culpaba, me maldecia, yo... Yo no pude decir nada, yo no era nada en ese momento.
Todos se marcharon, todos menos yo, me quedé ahí, esperando a que bajarán el ataúd donde ahora reposaba el cuerpo de mi hermanita. La caja de fría madera empezó a descender, tome mi maleta y saqué un lienzo, era cuadrado y pequeño, tal vez de 30 CM x 30 CM, en el estaba estampada la pintura de una foto de Cristie y yo, ella la había hecho, era lo único que no le permitía a mamá tocar, era lo único que le recordaba que yo estaba presente incluso con mis ausencias. Me arranque un collar de cuero negro con una pequeña amatista, siempre estaba en mi cuello, pero hoy, hoy la estaba atando a la pintura favorita de mi hermana, lance ambas cosas al ataúd que descendía lentamente, cuando el ruido sordo retumbó frente a mí, caí de rodillas, y llore, llore como nunca lo había hecho por que ahora sí estaba sola, por que había perdido la única razón para seguir, por que ella no merecía esto, grité, grité tan fuerte hasta que me quedé sin voz, hasta que sentí que la última parte entera de mi se quebraba, golpee el pasto al rededor mio, lo golpeé hasta que sentí el reconfortante calor de la sangre que salía de mis nudillos.
No sé cuánto tiempo estuve ahí, no se en que momento los 4 chicos llegaron al suelo conmigo, con sus ojos también cristalinos de lágrimas.
Estuvimos ahí hasta que la noche cayó, estuvimos ahí, abrazándonos unos a otros, sosteniendo lo último que nos quedaba, cuidando con lágrimas y cariño el único amor que nos mantenía en pié.
Solo los tenia a ellos, no tenía más, ya estaba hecha fragmentos, y si no fuera por ellos cuatro estaría en esa caja con Cristie, rindiendome a morir con ella por que una vida sin mi alma gemela no valía la pena...
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Historia De Una Mente Destrozada
AcakEs demasiado fácil perdernos en nuestra mente, en nuestros sentimientos y pensamientos. Tara no lo sabía, pero poco a poco empezo a encontrar fragmentos de si misma regados por el mundo, ahí supo que cada fragmento era el relato de una mente destroz...