somos fragmentos

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-no estás rota, no eres un fragmento, deja de pensar eso- me dijo Alan- por favor Tar- me rogó usando mi apodo
-cariño, lo soy, debemos aceptarlo, pero...- dije haciendo una larga pausa- pero se que tú no lo harás, pero eso eres mi salvación.
- Tara, cariño, mirame- me dijo tomando mi rostro entre sus manos- mírame, y prométeme que volverás a mí, siempre volverás a mí.
Le miré y dude en mi respuesta, no se lo podía prometer, lo sabía, ambos lo sabíamos, el era el que me mantenía en pie, él y nuestros amigos, pero algún día tendría que hacer frente a todo esto.
- Lo prometo- dije después de un largo rato- Alan, tengo... Tengo miedo, no quiero volver a estar ahí, no quiero volver a la habitación de los espejos
- Tara, no volverás, y si vuelves, piensa en mi, estaré ahi para ti
Baje la cabeza y mis rizos resbalaron sobre mis mejillas.
-lo se, siempre estás ahí, incluso cuando no te quiero ahí- dije sonriendo, el volvió a levantar mi rostro y me besó la frente
-suenas como si fuera una piedra en el zapato
-tu? Nunca, nunca lo has sido, nunca lo serás- dije poniendo mi cabeza en su pecho
-Tara...- me dijo el contra mi cabeza- estamos en tu casa si qui...- lo interrumpí
-entraré, en un minuto, solo- hice una pausa- solo dame un minuto
- Todos los minutos que quieras Tar, pero tendrás que hacerlo eventualmente-
Respire profundo, asentí y di un paso atrás
- Alan, me... Me recogerás para la escuela mañana?- no le dejé contestar cuando dije- ven temprano, no quiero estar mucho tiempo aquí
- Claro que si, paso por ti a las 6:30, se que es temprano pero...
- es perfecto- le bese la mejilla y entre a la casa en silencio.
Mi intento de subir sin que me descubrieran fracasó, iba para la parte más alta de la casa, el ático lo habían convertido en un cuarto para mí, era grande, tenía una gran ventana y un baño personal; estaba en el segundo piso, empeze a subir hacia el tercero y ví una luz que se filtraba bajo la puesta de Cristie, si mamá descubría que estaba despierta, la regañaria, y eso causaría otra guerra en casa.
Me escabullí rápidamente en su cuarto y apague la luz, pero Cristie me miró, sus ojos seguían cristalinos y su rostro parecía una manzana de un lindo rojo carmesí, sostenía en sus manos un libro, era mío, sonreí un poco y lo retire de sus manos.
- Cristie, pequeña, ¿qué haces con esto?- le pregunté mientras la abrazaba
- pensé que si a ti te servía para olvidar cuando estás triste, a mí también me serviría- dijo entre un largo sollozó
- entiendo pequeña, pero esto- dije mirando el libro- este libro no lo entenderías, te parece si buscamos algo mañana, algo que te pueda gustar más?- le dije mientras la abrazaba aún más fuerte
- me prestarás un libro?- dijo con emoción y una pequeña sonrisa
- no cariño, iremos a la librería, te compraré el que quieras, habla con mamá en la mañana, vendré por ti después de la escuela
- Tar...- me dijo dudosa- puedo...- dudo de nuevo y su voz se cortó
-si pequeña, puedes dormir conmigo, trae una manta, dejaré la ventana abierta esta noche.
Cristie era menor que yo, y sufría cuando mamá estaba irritada, no le gustaban los gritos ni las peleas, mis colapsos de estrés o de nervios eran constantes en casa, pero Cristie no sabía aún como manejarse, por eso la dejaba pasar la noche con migo.
Su lacio cabello castaño cayó sobre su rostro mientras tomaba una manta y un peluche de su cuarto, la observé, apague la luz y abrí la puerta con cuidado de no hacer ruido, mire la habitación de mamá, estaba dormida, tendríamos que ser cuidadosas.
Subi las escaleras hasta mi cuarto con Cristie, su manta y peluche a mi espalda, ví la puerta del baño, el estudio y la biblioteca del ático ahora convertido en cuarto, lleve a Cristie hasta la cama, levanté las cobijas y la acosté, no tardó mucho en quedar dormida, la dejé ahí un momento mientras abrí la ventana y dejaba entrar el aire de la madrugada, sabía que no dormiría mucho así que tome un baño y me metí en la cama junto a Cristie, conecté mi teléfono, se cargaría antes de que Alan viniera por mi, mire la pantalla antes de ponerlo bajo la almohada, 2:30 AM, si quería estar lista a las 6:30, tendría que levantarme a las 5:30, no iba a dormir, no me interesaba.
Me recosté al lado de Cristie, no le hablé, solo la abrace y quedé dormida.
Algo me despertó, mire mi celular el reloj decía 5:15 am, me levanté, puse una almohada al lado de Cristie y le di un beso en la frente, me fui al baño tomé una ducha rápida (de nuevo) y salí.
No pensé mucho la ropa, pantalones negros, un suéter negro, unos botines con un tacón bajo (también negros) y mi chaqueta de cuero; no me quería maquillar, pero aún así puse rímel en mis pestañas y un poco de rubor en la s mejillas para que no se notará el cansancio, puse un brillo en mi bolso y salí por la ventana del ático, hacia un par de años Alan y yo amábamos la sería de "Dawson's creek" y pusimos una escalera cerca de mi venta, por la que el trepaba cuando yo no quería que mi madre o mis abuelos supieran que él estaba allí, así que decidí bajar por la vieja escalera y no por la puerta principal.
Volví a mirar mi celular, 6:00 am, faltaba media hora, y afuera hacia frío; empecé a caminar y prendí un nuevo cigarro, antes de poder dar la primera calada una motocicleta negra y brillante freno en frente de mi, el conductor se quitó el casco y limpio una inexistente mota de la chaqueta de cuero negro.
- Hola Tar- dijo Alan con esa sonrisa que hacía que cualquiera se perdiera.

Historia De Una Mente DestrozadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora