Vecina (Segunda Parte)

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"Espera, Annie ¿A dón-...? Mierda"

"Te dije que no te recostaras hasta que te haya dado el café..."

"No te preocupes, estoy acá para cuidarte, pero no te levantes del suelo, afírmate del inodoro mientras voy a buscar algo para pasarte."

"Descansa, cuando quieras puedes irte solo cierra al salir"

"Yo debo ir a trabajar..."

"Annie..."

"Cuando te sientas mejor, avísame ¿Sí?"



¿Había sido un sueño? No lo sabía, lo último que recordaba era ver al idiota de Hoover agarrarle el trasero al tipo con el cual estaba en el pasillo que daba al baño de hombres en ese evento caritativo que me hizo acompañarlo. Aún sentía como el cuerpo no me respondía cuando veía la escena, estaba hecha una fiera, quería acercarme y patearle la cara hasta que me haya pedido perdón y me rogara que me detuviera, pero era más la urgencia de irme de ese lugar que de vengarme.

Salí del edificio y me fui directamente al bar que estaba cerca de mi departamento. Berth de mierda, tenía tanta rabia, quería olvidar todo lo que había visto y al mismo tiempo tratar de relajarme. Sabía perfectamente que el alcohol no era la opción; sin embargo, quería algo fuerte, que me quemara la garganta.

En el bar donde me juntaba con Hitch y Pieck a compartir luego del trabajo estaba abierto hasta tarde, música en vivo y un clima muy calmado, perfecto para alcoholizarme y analizar mi vida hasta ese momento.

Con un vodka y algunos cocteles encima me dedique a escuchar a los artistas que estaban tocando mientras mi mente divagaba.

Desde hace meses que tenía ganas de terminar aquella relación, no era sano para mí, tampoco para Berth, él tenía sus asuntos en Marley, estaba segura de que seguíamos juntos por costumbre desde la universidad donde nos conocimos, pero ya no era lo mismo. Los besos insípidos, no nos regalábamos nada porque todo lo teníamos o tal vez nunca supimos bien que le gustaba al otro, cuando pasábamos tiempo juntos siempre era en compañía de alguno de sus amigos o de mis amigas, en el tema sexual menos, todo negativo y cuando sucedía más que todo era por que compartíamos la cama en sus viajes de negocios cuando lo acompañaba por protocolo y era menos de cinco minutos en todo, entre la ropa, un par de caricias besos, follar y luego tomar la ducha para no dormir con la incomodidad entre las piernas.

No iba hacer hipócrita, en sus años la pase muy bien con él de fiesta en fiesta, con los amigos, saliendo de compras, todo genial, pero cuando uno conoce la otra realidad, la vida del trabajo, la vida de pagar cuentas, pensar que comer al día siguiente, conseguir un hogar y un trabajo... Todo cambiaba, más cuando mi carrera era con personas. Yo no era muy sociable, mi circulo de relaciones era muy reducido, pero en el trabajo debía de hablar con todos los deportistas, con los del equipo multidisciplinario, ir a reuniones, compartir con gente "normal" y no gente de negocios que mínimo tenían un millón en sus cuentas bancarías. El mundo que me ofrecía Hoover era ese, un mundo lleno de lujos, sin preocupaciones.

Pero todo cambio el año pasado.

Cuando me decidí irme a vivir sola y separarme del lado de Hitch, mi querida loca con la que me había ido a vivir en la época universitaria, conocí a la persona más amable e inteligente, sencilla y hermosa que podría haberme cruzado por la vida.

Armin Arlert, mi vecino.

Debía de admitir que nunca pensé que me iban los rubios, pero el verlo con su cabello corto, esos ojos azules que siempre brillaban e incluso con los lentes de descanso que se colocaba cuando llamaba a su puerta mientras trabajaba, para mí era el hombre más atractivo en esos momentos. Siempre que podía me quedaba mirándolo fijamente, lo examinaba a detalle, soñaba con algún día pasar mis manos sus hebras rubias y descubrir si de verdad eran tan suaves como lo idealizaba.

Historias Únicas [AruAnnie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora