ROMANCING, han seojun

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𝙍 𝙊 𝙈 𝘼 𝙉 𝘾 𝙄 𝙉 𝙂

! chapter forty-one ─── ʚĭɞ
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Miyeon no dejó de huir de su escuela hasta que estuvo a una buena distancia, y parecía que no había más lágrimas. Su respiración seguía atrapada en su garganta y tuvo que reducir la velocidad, finalmente deteniéndose en un camino al lado de un parque.

Sintiéndose débil, se dejó caer en uno de los bancos, envolvió sus brazos alrededor de su torso y se meció hacia adelante y hacia atrás, oliendo y tratando de secarse los ojos.

Ella nunca había planeado que ella confrontara a Seojun para ser tan ruidosa o conflictiva, pero escuchar la canción que el chico en el escenario estaba cantando para Seyeon solo trajo tantas emociones al frente.

Y muy posiblemente, de hecho era seguro, que si no se hubiera topado con Seojun mientras doblaba la esquina, no había forma de que hubiera sucedido.

Miyeon esperaba que le hiciera darse cuenta de que, a pesar del dolor y el dolor que sentía por la muerte de Seyeon, existía la más mínima posibilidad de que ella y Suho estuvieran diciendo la verdad cuando le dijeron que no eran responsables de ello.

Pero tal vez hubo una forma en la que podría haber ido más... civalizada. Menos lágrimas y arrebatos, dejándolo decir algo. Pero no se arrepintió, sabía que era algo que tenía que surgir tarde o temprano.

─Ah... ─suspiró, sentándose y secándose los ojos, dándose palmaditas en la cara con la manga. Miyeon estaba bastante segura de que su madre estaría en casa esa noche, y aunque fácilmente podría quedarse en otro lugar que no fuera su casa la noche anterior ya que su casa estaba vacía, esta noche no sería tan simple.

Respirando profundamente, logró ponerse de pie una vez más, a pesar de sus piernas temblorosas. En silencio, con el aliento atascado en la garganta y provocando su hipo, se dirigió a un baño público.

Lavándose la cara con agua fría varias veces, temblando cuando una gota se deslizó por su brazo y humedeció su manga, Miyeon se encontró finalmente calmando, regulando la respiración y perdiendo el rojo de su rostro.

Sintiéndose un poco mejor, la niña Hwang comenzó a caminar a casa, arrastrando los pies por la acera. Al llegar a una parada de autobús, subió a su autobús y se sentó en silencio hasta que se bajó, caminando por las tranquilas calles hasta que se acercó al frío edificio al que llamaba hogar.

Las luces estaban encendidas en su interior, lo que confirmaba sus pensamientos de que su madre, o al menos alguien, estaba en casa. Empujando la puerta principal para abrirla, la casa mantuvo su silencio habitual. Miyeon se quitó los zapatos y se puso las pantuflas, agarró su bolso con bastante fuerza mientras se acercaba a la cocina, el único lugar desde donde podía escuchar alguna señal de vida.

Al doblar la esquina, sus ojos se agrandaron cuando vio a su padre sentado a la mesa, un par de botellas vacías de soju a su lado. Estaba desplomado contra la mesa de cristal y, sin ni rastro de su madre, ella se le acercó.

─¿Padre? ─preguntó ella, sacudiendo su hombro. Murmuró algo antes de desplomarse de nuevo. Miyeon apenas había visto a su padre, y aunque nunca había estado cerca de ninguno de sus padres, su relación con su padre era mucho mejor que con su madre.

Y desde ese desayuno que tomó con él en su primer día de regreso a la escuela, apenas lo había visto, todo el tiempo de su familia lo ocupaba su madre psicópata informándole de todas estas reglas que supuestamente habían acordado.

En silencio, le cubrió los hombros con una manta antes de subir las escaleras, empujar la puerta de su habitación para abrirla y detenerse en seco─. Han Seojun, ¿qué diablos estás haciendo en mi balcón? ─Miyeon preguntó con los ojos muy abiertos.

─¿Qué opinas? ─Seojun respondió, saltando de la pared y caminando por las puertas─. Deberías mantenerlos cerrados con llave ─balanceó uno de ellos de un lado a otro antes de dejarlo abierto, apoyándose en el marco de la puerta.

─No tengo la menor idea, ¿te importaría explicarte? ─Miyeon tiró su bolso sobre su cama, sentándose en el borde y cruzando los brazos, mirándolo─. ¿No te dije que me dejaras en paz?

─Sí... bueno- ─comenzó Seojun, antes de detenerse y fruncir el ceño─. ¿Qué se suponía que debía pensar? Te chocaste contra mí y lloraste y todo molesta.

─¿No está perfectamente claro por qué estaba molesta? ¿Quieres que lo repita? ─Miyeon se puso de pie y se acercó a él─. Puedo repetirlo con bastante facilidad, ¿hablar un poco más alto esta vez? ¿Ese era el problema? No podía oírme.

─Estaba preocupado ─Seojun respondió, su tono volviendo a su habitual sarcasmo, como si todos pudieran entender lo que estaba pensando o sintiendo─. La última vez que te vi así de molesto... bueno... ─se calló de nuevo.

Miyeon sabía de lo que estaba hablando, pero aun así no reaccionó, en lugar de eso, abrió los brazos y lo empujó ligeramente hacia el callejón─. Seojun, déjame que te lo repita. Vete. Yo. Solo. Ya sea que te preocupes o no.

─Sabes que no haré eso ─Seojun respondió, y Miyeon puso los ojos en blanco.

─¿Al menos puedes escúchaarme durante cinco minutos? Solo vete a casa, no puedo lidiar con esto en este momento ─y con eso, Miyeon cerró la puerta, un suspiro dejó sus labios mientras se derrumbaba en su cama, mirando hacia el techo.

No tenía idea de lo que iba a hacer, pero ignorarlo por un tiempo parecía ser su mejor y único plan.