UNO.

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Vivir en un país tan desarrollado como lo es Corea del Sur parecería ser un privilegio para muchos. Hay tecnología avanzada, buenos empleos, economía aceptable y una cultura admirable.

Sin embargo, como cualquier cosa, también tiene su lado malo. Un lado oscuro que pocos se atreven a mencionar, unos por vergüenza y otros más porque creen que no vale la pena tratar ese tipo de asuntos "banales".

Así como hay gente con buenos empleos y hogares con todo lo necesario para vivir cómodamente, también las hay aquellas personas que no crecieron con la misma suerte. Gente que lucha día a día en los bajos suburbios para obtener algo que comer, para llevar un sustento a casa o simplemente por sobrevivir un día más.

Por supuesto, hay quienes aún con sus pocos recursos, buscan un trabajo digno, uno que no dañe a nadie y que les de lo necesario para sobrevivir, pero también hay gente mala y peligrosa que haría lo que sea con tal de obtener unas cuantas monedas sin importar nada o nadie.

Así se vivía en los límites de la ciudad, cerca de la nada, en donde pocos volteaban a mirar por temor o por rechazo. La gente ahí tenía que cuidarse todo el tiempo para no perder lo poco que tenían o para no ser lastimados al volver a casa por la noche luego de una intensa jornada de trabajo.

—¿Estás seguro de que no puedes faltar hoy? Es que no quiero quedarme solo—dijo el chico que reposaba en el sofá mientras otro hombre frente a él se vendría con la mejor ropa que tenía para salir rumbo al trabajo.

—Te lo dije, Jisoo, si falto un día más van a despedirme. Suficiente tuve con ausentarme dos días debido a mi resfriado y eso casi me cuesta mi empleo. Mi jefe dijo que hay personas que matarían por mi trabajo y que a final de cuentas yo no era indispensable, ¿crees que a ese hombre le va a importar si dejo a mi primo solo una noche?

Jisoo suspiró ante aquellas palabras. Lo cierto era que, pese a lo mucho que se esforzaba por tener las mejores notas en el colegio, se sentía como una carga para su primo Wonwoo quien a duras penas podía obtener algo para comer y pagar sus estudios.

Muchas veces, Jisoo había intentado conseguir un trabajo, pero a sus veinte años era difícil encontrar algo en lo cual pudiese obtener suficiente dinero, eso además de que en la mayoría de los trabajos del distrito pedían una edad de al menos veintiún años. Además de eso, Wonwoo le tenía prohibido trabajar, pues él creía fielmente en que, de enfocarse y terminar sus estudios, podría encontrar algo realmente bueno en el futuro, así que como consecuencia, pasaba solo en casa la mayoría de las noches mientras su primo trabajaba.

En un distrito como ese, asustaba un poco quedarse solo por la noche, pues nunca faltaban las peleas cerca de casa o las personas que tocaban la puerta pidiendo unas monedas o algo de comer como parte de un engaño para entrar a las casas a robar lo poco que se tenía. Esa era la parte oscura que nadie quería decir, pues todos presumían la seguridad que existía en el país, pero nadie volteaba a ver esos lugares en los cuales apenas se asomaba la luz del sol.

Wonwoo partió al trabajo minutos después y Jisoo se incorporó de su lugar. Sus tareas estaban terminadas y la vieja televisión apenas sintonizaba un par de canales que en su opinión eran aburridos. Había leído los pocos libros que tenía y no había nada más que hacer.
Pensó entonces que, pese al miedo que sentía, no era mala idea salir a las calles para buscar algo rico de comer, al menos de esa manera podría hacer sentir mejor a su primo si encontraba algo decente para el desayuno.

Sin pensarlo mucho, tomó sus llaves, y sin esperar gran cosa tampoco, se dirigió hacia la zona civilizada fuera de su peligroso y triste barrio, en donde todo era más caro pero seguro.

Luego de un par de horas recorriendo la ciudad, se dio cuenta de que no alcanzaba para nada con lo poco que llevaba en su bolsillo y no pudo evitar dejar escapar un suspiro. Era tan difícil sobrevivir en el distrito, casi como si algo tan simple como tener alimentos, fuese privilegio de solo unos cuantos.
Con pesar, miró a una familia en el interior de un restaurante. Ellos hablaban y reían de vez en cuando mientras las comidas frente a ellos parecían estar ahí como algo decorativo, sin ser siquiera tocadas por las personas. Jisoo se preguntó entonces si esa gente era aunque sea mínimamente consciente de lo afortunados que eran al tener algo para comer.

Dió media vuelta dispuesto a volver a casa aún si la hora suponía un riesgo. Pero ya no tenía nada por lo cual preocuparse; de hecho, comenzaba a preguntarse si la vida sería mejor para Wonwoo sin tener que alimentar y cuidar a un chico como él que no tenía nada que aportar.

No obstante, antes de poder cumplir con su objetivo, notó un anuncio en el restaurante, uno en el cual solicitaban a alguien que ayudase a lavar los platos. Pensó entonces que, de conseguir un trabajo, ya no se sentiría una carga para nadie.
Sin pensarlo más, se adentró al establecimiento pensando así que su vida cambiaría para bien.

Luego de unas horas más, Jisoo se dió cuenta de que las cosas no eran tan fáciles como eso.

No solo no obtuvo el empleo en aquel restaurante, en realidad Jisoo visitó varios restaurantes, cines y hoteles sin mucho éxito, pues todos ellos parecían saber de dónde provenía aquel chico, así que de inmediato fue rechazado sin darle siquiera oportunidad de demostrar sus habilidades. Todos ellos lo miraban con desprecio y rechazo y lo único que Jisoo podía hacer era tragarse su coraje y llevarse su dignidad consigo, pensado que quizá su destino sí era vivir a costa de su primo que no tenía la culpa de que hubiese perdido a sus padres a corta edad a causa de las apuestas y los vicios.

No importaba cuánto intentara salir adelante, siempre habría algo, un obstáculo que le hiciera saber que no merecía tener nada. Como siempre había sido.
Un suspiro más abandonó sus labios al encontrarse frente al último lugar que le quedaba: Un bar.

El lugar en realidad era demasiado atractivo por fuera, era normal que esos establecimientos estuviesen llenos de colores llamativos que invitasen a los transeúntes a entrar para distraerse un rato. No obstante, fue el anuncio de empleo lo que hizo que aquel chico se adentrarse al lugar, aunque más resignado que emocionado. Pero no tenía mucho que perder.

Una vez dentro, no pudo evitar sentirse abrumado ante las miradas de los hombres de distintas edades que parecían querer saltar sobre él en cualquier momento. Aún así, ignorando su miedo, se acercó a la barra en donde hombres y mujeres con poca ropa le dedicaron una sonrisa.

—¿Qué pasa, pequeño? ¿Has perdido a tus padres?—Cuestionó uno de aquellos baristas con extraña diversión haciendo reír a sus compañeros.

—En realidad… estoy interesado en el empleo y me gustaría pedir informes—dijo el chico, gritando en realidad, pues la música era tan fuerte que temía no ser escuchado.

Las personas ahí se miraron entre ellos y luego asintieron con esa misma sonrisa divertida, solo que, contrario al desprecio que esperaba, lo invitaron a pasar detrás de la barra en donde ya le esperaba un hombre más en una oficina oculta.

—Pasa, chico. ¿Cuál es tu nombre?—cuestionó el hombre de aspecto amenazador que casi hizo a Jisoo salir corriendo.

—Me llamo Jisoo, señor. Y yo… quería pedir informes sobre el empleo de barista.—Dijo con timidez.

—Claro. Escucha, este empleo comienza desde las ocho de la noche hasta las cuatro de la mañana. Lo único que debes hacer es preparar las bebidas de los clientes y ser amable utilizando los encantos que tienes. El pago es de 58600 wones por cinco días de trabajo.

Ante aquellas palabras, los ojos del chico se abrieron con sorpresa. Por supuesto que para muchos, aquel pago era demasiado poco para una jornada de ocho horas; pero para él, quien jamás había recibido dinero, era algo único que no podía darse el lujo de desaprovechar, especialmente cuando no le habían preguntado en ningún momento de dónde provenía ni lo habían visto con desprecio.

Sin embargo, antes de que pudiese aceptar confiando ciegamente en ese hombre, éste se encargó de interrumpir sus acciones con sus palabras.

—Pero yo creo que este trabajo no es para ti, chico—dijo el hombre, rompiendo las esperanzas del joven, pero al notar su expresión decepcionada, una sonrisa se formó en sus labios.—No me malentiendas, en realidad estoy muy interesado en que trabajes para mí, pero no como barista.

—¿Y entonces?

—Quiero que seas uno de mis bailarines y hombres de compañía—aclaró sin borrar aquella expresión en su rostro.—Si aceptas, el pago es mucho mayor de lo que ganarías como barista y además tendrás ciertos privilegios.

Y tras oír esas palabras, la mente de Jisoo quedó en blanco.

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DOUBLE LIFE 🖤 YoonHongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora