06|un sentimiento extraño

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❝ Era una clase de sensación extraña, lo sentía en su pecho

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❝ Era una clase de sensación extraña, lo sentía en su pecho. Su poder intentaba salir a flote y no lo entendía. Fue entonces cuando sus ojos brillaron en un fuerte color azul al igual que en el palacio lo hacían unos rojos. ❞

SABÍA QUE LO QUE ESTABA A PUNTO DE HACER ERA UNA COMPLETA LOCURA, pero Inej era indispensable para el viaje a secuestrar a las Invocadoras, y necesitaba a su hija a salvo en su Club

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SABÍA QUE LO QUE ESTABA A PUNTO DE HACER ERA UNA COMPLETA LOCURA, pero Inej era indispensable para el viaje a secuestrar a las Invocadoras, y necesitaba a su hija a salvo en su Club. Los lacayos de Tantee le abrieron las puertas dobles de madera y entró con la confianza que siempre la cararcterizó. El repiqueteo de sus tacones contra el suelo hizo que la rubia elevara la mirada.

—Señorita Zátisev, que gusto verla.

La ojiazul rodó los ojos.

—Créeme que no es recíproco—masculló Hope, tomando asiento frente a la rubia—. Me llevaré a Inej, y cuando regrese tendremos el dinero de la dueda. Y también me llevaré a Zela conmigo.

Helen dejó escapar una risita llena de burla y arrogancia.

—Querida, estás mal si crees que te dejaré llevarte a mis dos putas de aquí.

Hope golpeó la mesa con sus manos y se inclinó hacia Tantee con una expresión furiosa, que hizo que la rubia se alejara un poco.

—No las llames así, maldito demonio. O te regresaré al infierno de donde saliste —amenazó intentando contener la furia. Odiaba sus ataques de ira, y como otras veces, sentía que no le pertenecía—. Te daré una garantía.

Tantee aclaró su garganta y miró a la adolescente frente a ella. Debía admitir que le temía, y no sólo por ser protegida de Per y todos sus despojos, si no porque sabía que la ojiazul era protegida también del líder de los Cuervos.

—¿Qué tienes tú que pueda ser suficiente para llevarte a mis...niñas?

—Yo —dijo, viendo como la mirada de Tantee se iluminaba—. Sé que siempre quisiste que esté aquí. Me llevaré a Zela, y dejarás que Inej nos acompañe, si cuando volvamos no tenemos el dinero, trabajaré para ti.

La rubia sonrió extasiada.

—Bueno, me retracto de lo que dije —sonrió, sacando un cuchillo pequeño plateado, se hizo un corte en la palma de su mano y, por ende, Hope igual—. Inej y Zela son tuyas —le extendió la mano y Hope miró a la mujer con asco, para finalmente estrecharla—. Espero que puedas traerme el dinero, si no, haré ropa para ti mi cielo. Estoy segura de que serás una buena puta.

𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞𝐬𝐬 𝐨𝐟 𝐤𝐞𝐭𝐭𝐞𝐫𝐝𝐚𝐦 // 𝑘𝑎𝑧 𝑏𝑟𝑒𝑘𝑘𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora