Kolya se percató de la presencia de su visitante incluso antes de que lo hicieran los Delta que tenía como escoltas, instó al muchacho que luchaba en la arena de prácticas para que asestara su mejor golpe y demostrarle al arrogante con el que combatió tantas veces, que las cosas habían cambiado.
Farko percibió el aroma a sudor y la respiración agitada de Igave, sabía que ya no era el cachorro de lobo junto al que creció mientras esperaba que los encuentros entre Sarata y Kaire se realizaran sin que fuesen atacados por el clan o por la manada, un tiempo lejano que los acercó convirtiéndoles primero en rivales y luego en amigos por el bienestar de los amantes.
Los murmullos se escucharon leves dentro de los aprendices, Kolya fue el primero en hablar sin voltear a verlo.
—Sigues oliendo igual de mal Upiro.
—Y tu continúas siendo un exhibicionista —respondió el Lord que ante la mirada atónita de su hijo mostró una de las transformaciones que sólo los jefes de clan podían realizar a su antojo.
El lobo negro era pequeño en comparación con el café que se abalanzó sobre él en el aire, ambos cayeron guardando un poco de distancia y midiendo fuerzas, sin poder definir quién fue el primero en atacar los dentellazos de los dos animales demostraron que no se medirían en la batalla, un paso en falso hizo que Igave lograra aferrarse al cuello de Jafra dejándolo tendido en el suelo. Demasiado rápido para darse como vencedor, ya que una niebla densa lo cubrió sintiendo al vampiro sobre su lomo.
Malik se sintió confundido por la manera tan imprudente como su padre mostraba dos de las apariencias que podía tomar; sin embargo, al ver que apretaba la garganta del lobo café obligándolo a doblegarse y cambiar también de forma, la satisfacción de ser los vencedores desapareció el malestar en segundos. Desafortunadamente, Kolya le ganaba en contextura a Jafra que pronto recibió un cabezazo haciéndole soltar el aseguramiento.
Los dos hombres cayeron para tomar un poco de aire y entre carcajadas mirarse en el suelo.
—Extrañaba estos juegos —Kolya se incorporó dándole la mano al Lord para levantarlo, una vez de pie le dio la bienvenida y unidos alzaron los brazos para la proclamación de amistad y familiaridad.
El pueblo de Igave creció bajo la premisa de que lobos y vampiros eran hijos de Caos, hermanos separados por la envidia de la divinidad conocida como Luz, por eso alababan a Candra y no a Hap, y aunque en su estirpe había más de un Deum, jamás se había escuchado decir que los cazadores de la manada habían actuado por obligación de su rango, lo hacían porque comprobaban en el Upiro la oscuridad envolviendo el alma.
La congratulación dio paso a un banquete en la casa principal, Malik sentado junto con los hijos del lobo se entretuvo con las historias de quienes cuidaban por voluntad propia a los amantes en las épocas de celo, la amistad forjada en la juventud seguía tan sólida como en aquellos días, pero las obligaciones adquiridas por ambos, los separaron sin permitirles compartir sus intereses.
Situación que se repetía inexorablemente por los ataques sistemáticos en los poblados de Upiros y Lobos, por lo que al amanecer del tercer día la llegada de los representantes de Vinice y Yamelt convirtieron las vacaciones de Farko en un conclave para proteger su territorio. A pesar de que el objetivo era el descanso de su padre, Malik observó en el semblante del Lord la calma que perdió tiempo atrás, no comprendía muy bien la relación con Kolya, pero tan pronto concluían las reuniones con los representantes, se perdían en el bosque para llegar al amanecer saltándose el desayuno y reincorporarse a las negociaciones casi a media mañana.
Circunstancia que en el quinto día se mantuvo frente a los reclamos de Casio y Salomón por la manera como los vampiros no tomaban parte activa en la defensa de sus sirvientes.
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Pacto de Sangre - Serie Hombres Lobo I
RandomCici fue entregado por sus padres a los cinco años a los Deum, los hombres lobo al servicio del rey de Turmeni para ser criado como un soldado, un cazador de los ayudantes del demonio, los Upir. A sus veinticinco años cuando la aldea en la que creci...