El príncipe y Cici

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Cici despertó sudoroso, llevaba años sin soñar con la hembra que lo parió, y como siempre que lo hacía, el recuerdo de lo vivido se convertía en la pesadilla de verse caminando entre las sombras que orientaban sus pasos a una puerta que se abría lentamente envolviéndolo en una pesada oscuridad impidiéndole respirar. Una penumbra en la que diversas voces le pedían que los acompañara en el mundo lejano de Maute.

Como en las ocasiones anteriores, extendió su mano buscando de donde asirse, cuando al fin creía que lo conseguía el dolor de una mordida y de cómo la carne era desgarrada lo hacían gritar regresándole a la realidad.

Sin embargo, al abrir los ojos se dio cuenta que el sueño había variado, por primera vez logró ver al animal que le agredía, percibió el aroma a hierbas y a azufre propio de los Diablum; así mismo, alcanzó a distinguir un ser con una túnica negra y un anillo que podía jurar había visto en algún lugar.

Se irguió para quitarse la camisa y revisar la curación que Iuri le había hecho, el príncipe cometió dos imprudencias en un solo día, esperaba que nadie se hubiese dado cuenta de la manera como le ayudó a sanar. Tan pronto lo viese lo reprendería por ser tan precipitado, Cici pasó los dedos por las cintas perpetuando la sensación de las garras del convertido, así como el sabor de la sangre de su amigo en lo que le gritaba que no se muriera.

Como era su obligación en lo que se desprendía el apósito, rememoró lo sucedido en la visita que tenían programada al pueblo para surtir de víveres y ropa a los diferentes grupos de migrantes que por los asaltos de los habitantes de las zonas muertas, habían tenido que establecerse alrededor de los bosques de Turmeni. Era necesario hacer un censo del nuevo caserío y ver que fueran productivos, al igual que el rey, Iuri se aferraba a la idea que dar limosna creaba más problemas que soluciones, por eso dependiendo de lo que encontraran, se dispondría la estructura de la aldea. No obstante, a pocos metros antes del sitio donde supuestamente estaban los recién llegados, fueron emboscados por varios convertidos.

Cici recapacitó en cómo los Insaniem fueron contra Iuri ignorando a las hembras y los otros de la comitiva, por su parte, los Diablum bloquearon a los guardias. Ese día habían acordado que él se disfrazaría de una de las doncellas del palacio, por eso cuando se aproximaron lo confundieron con una de las damas de compañía del Omega, desconociendo a quienes realmente se enfrentaban.

Igave en la medida que crecía comprendió pero nunca aceptó como para muchos lobos su jerarquía equivalía a seres de tercera categoría que servían como bolsas de reproducción o para saciar los instintos de los otros subgéneros. Por tal motivo, desde que fue entregado por Sarata a los Deum para protegerlo de Line, se esforzó por demostrar que podía ser mejor que cualquier Alpha, Delta o Beta. Pasión que fue compartida por el hijo del rey de Turmeni, el príncipe que no podía ser educado en donde la ley lo determinaba por ser un Omega.

Preparando la ropa que se pondría después de asearse, pensó en todo lo que hicieron durante sus años de estudio, siempre fueron los primeros de su clase y demostraron con maestría lo hábiles que eran con las armas y el combate cuerpo a cuerpo. Iuri le enseñó etiqueta y parte de los idiomas que por su rango debía conocer, Cici le explicó la nigromancia y la elaboración de pociones para utilizarlas como defensa o medicina, o simplemente, para las venganzas que programaban a quienes querían pasarse de listos con ellos.

Desechó la compresa para darse cuenta que las marcas ya habían desaparecido, una de las ventajas de su condición de "resucitado" como decía Iuri, a su mente vino la frase que usaban en el Instituto para burlarse de ellos, pronunciándola con sorna.

—Iuri de Turmeni, el príncipe Omega y su fiel servidor el Omega Deum.

—Yo lo cambiaría por Iuri el próximo y único rey Omega de Turmeni y Cici Igave, el Deum doblemente nacido, por ser lobo y Upiro a la vez.

Pacto de Sangre - Serie Hombres Lobo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora