Día 8

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Eithan

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Eithan

Al día siguiente, el sonido de una construcción me despertó de mal humor. Cuando papá estuvo con nosotros solamente se disculpó por el estado en el que estaba e intentó pasar tiempo con los pequeños, pero como siempre, el trabajo lo llamaba.

No lo culpaba, gracias a él estábamos en esa casa, en ese vecindario en dónde por obras del destino, a un par de cuadras de distancia, está la chica que me dejaba en las estrellas.

Selene.

Era interesante como su perspectiva hacia mi persona había ido cambiando con el paso de las semanas. He de admitir que el primer día me comporté un tanto egocéntrico y sarcástico.

Algunas personas eran graciosas para ocultar sus problemas. Yo solo me comportaba de esa manera cuando acababa de conocer a alguna persona. Mis hermanos y yo éramos así, serios, mentón arriba, nunca agachábamos la cabeza por nada, ni nadie.

Excepto por mamá.

Estaba terminando de recibir mi clase diaria de lengua de señas, había estado aprendiendo por mi cuenta. Selene y Alec me enseñaban algunas palabras. Al final ya sabía como comunicarme.

—Eithan, ya hice el desayuno, ven— Nora abrió mi puerta de golpe y me metió un susto terrible.

—¡Me asustaste! — alegué.

—Ya, ya. Deja de quejarte, baja —dijo restándole importancia.

Nora era de esas personas a las que veías y se miraba como si le importara un carajo la vida, pero realmente se preocupan por todo en silencio. Bastante aplicada en la escuela para ser sincero, mucho más que yo. La sala de estar estaba repleta de diplomas a su excelencia académica y de cursos que había hecho por aprender de más, o como ella lo llamaba:

Por diversión.

Me coloqué una sudadera negra y unos jeans del mismo color, con unos tenis blancos. Mi sentido de la moda 10/10, nadie podría superar este vestuario, simplemente era espectacular, divino, arte puro en pocas palabras.

Bajé las escaleras y saludé a los pequeños.

—Buenos días, Bell, Dan.

—Oye, Eithan— me llamó Dan.

—Dime.

—¿Dónde estuviste anoche? — inquirió.

—¿Por qué?

—Bajé por agua a media noche y tú estabas estacionando la camioneta—niñito inteligente.

Realidad LIBRO II ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora