Día 18

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Ni siquiera sé por dónde empezar

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Ni siquiera sé por dónde empezar...

Los días siguientes fueron completamente malos, regresaba a aquella oscura época en la que todo en la casa era un silencio absoluto, mi alrededor se veía opaco, no había nada para motivarme.

Estaba dolida, cansada, me sentía como si algo grande se hubiera roto dentro de mí.

Mamá llevó a Sara al aeropuerto, ella se fue al otro lado del país y yo me quedé en esa casa, con las palabras y miradas de mamá.

Ni siquiera Kia se presentó a trabajar. Básicamente, el día de cualquiera que pisara esa casa, estaba definido por el temperamento que Olivia tuviera.

Cuando ella regresó... dios. Lo único que pasó por mi mente fue salir de esa casa, porque eso era lo que hacía, correr, huir de ahí en cuanto ella llegara.

Sin embargo, esta vez era distinto, no había escapatoria, en medio de esa gran casa, solo tenía mi cuarto como zona segura.

Ella gritaba, no estábamos acostumbradas a pasar tanto tiempo juntas, mamá tenía pocos proyectos por el momento, un viaje no estaba en sus planes, pero lo estaría después de una semana conmigo.

Trabajaba desde casa, y por esa razón, tenía que comer en la mesa. Cosa que obviamente nunca hacía.

—¡Selene, ya! — me gritó desde las escaleras, era martes, preparaba mis cosas para ir a la escuela. Tenía curso de fotografía, Eithan y yo ya habíamos perdido un par de clases.

—Voy — dije para mí, tomé mi mochila, bajé, agarré una manzana y caminé a la puerta.

—Yo voy a llevarte— me detuve rápidamente.

—¿Qué?

—Te conozco, sé que irás con esa mujer, desde hoy, no saldrás sin supervisión— sonrió sarcástica— andando.

Suspiré, me subí al auto quedándome en completo silencio.

—También pasaré a recogerte, no puedes salir por las tardes, solo a la escuela y de regreso ¿Entendido? —preguntó, yo asentí. — Las personas pensarán lo peor si te ven en ese sitio, creerán que no vives bien.

—Sí...— respondí en voz baja.

Ella siguió explicando las razones por las que ir a terapia no era una buena opción.

Debilidad.

Las personas hablarán.

No sirve.

Y la lista seguía y seguía.

Era difícil, mi mente sabía que las próximas semanas no serían fáciles, que ella no me dejaría asistir con Alba.

¿Cómo me calmaría?

¿A quién le cuento mis problemas y mis miedos?

¿Quién me guiaría?

Realidad LIBRO II ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora