VIII

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  Con solo pensarla, solo recordar su carita

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Con solo pensarla, solo recordar su carita....mi corazón palpita desenfrenado. Ella es.....todo para mí. Es única e inigualable, es simplemente perfecta.

Llendo hacia la habitación me pare en seco al ver como ella hablaba con una enfermera; la tipa esa la miraba mal...

𝑴𝒂𝒕𝒂𝒍𝒂

¿Cómo quieres que la mate si está mi chica cerca, idiota? A veces me desespera tu manera de pensar, 𝘊𝘢𝘭𝘦𝘣.
Y sí, mi lobo se llama así.

Me acerque sigilosamente, mi bella princesa caminaba un poco confundida hacia la habitación de ese maldito bastado, mataré, lo juro.

Ella entró y espere unos segundos afuera, no lo puedo resistir, ¿de qué mierdas hablan tanto, eh?

—Perdóname, por todo, por esto, por lo que pasó antes, todo es mí culpa—dijo ella, ¿que está haciendo tan cerca de ese imbecil? Al ver como ese malnacido le decía algo, no podía escuchar, mi furia me cegaba, mi vista estaba roja, solo pensaba en matarlo. Pero al ver como estaban a unos centímetros de besarse mi furia se desató.

-¡No te atrevas a tocar nuevamente a mi mujer!—estaba realmente enojado, mis puños estaban apretados de la rabia, y Caleb me pedía a gritos que lo dejara salir.

𝘋é𝘫𝘢𝘮𝘦 𝘴𝘢𝘭𝘪𝘳, 𝘫𝘶𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘰 𝘮𝘢𝘵𝘢𝘳é 𝘱𝘰𝘳 𝘵𝘰𝘤𝘢𝘳𝘭𝘢.

Estaba casi convencido de dejarlo salir y demostrarle de quién era mi princess pero esa voz tan angelical me regresó a la realidad.

—¡Jungkook, basta por favor!—me di cuenta de que  yo ya estaba sobre el maldito chupasangre, mire hacia dónde mi nena, y está se encontraba en la piso llorando, oh mierda—¡Déjame en paz!—se levantó y me miró con rabia y confusión, me golpeó el pecho con furia, yo al ver que estaba descontrolada la tomé de la cintura y la puse sobre mi hombro, mientras me daba media vuelta para ver el rostro del imbécil de Hyunjin.

—Te vuelves acercar a mi mujer, y no te salvas, maldito chupasangre—sisee con rabia, de solo imaginarla a ella con él, mi lobo se descontrolaba y solo pensaba en asesinarlo.

—¡Bajame, maldito loco!—mi nena gritaba desesperada al salir de la habitación y dirigirme a la salida del hospital—Déjame ser feliz, por favor...—como me pedía que me alejara de ella me dolía, todas esas malditas palabras que decía me herian, y hacian a mi lobo aullar de dolor y rabia.

La subí al auto y rápidamente le abroche el cinturón, ignorando sus insultos hacia mi. Al subirme al auto que, rápidamente lo tuve que hacer, y sí, me demore al tratar de ponerle el seguro de niño. Arranque el auto rápidamente y ella empezó a gritar fuertemente, desesperandome.

—¡Baja la maldita velocidad, idiota!—grito exasperada, y la ignore, no me agradaba que me gritara todo el tiempo.

Al llegar a nuestra casa, baje y abrí la puerta de ella para bajarla, pero ella seguía y seguía gritando. Logré bajarla, movía sus pies y  derrepente sentí su pequeña mano en mi trasero, eso me hizo sonreír internamente, le devolví la misma acción.

Destino cruel ¦¦ 𝐿𝑖𝑧𝑘𝑜𝑜𝑘. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora